Durante las primeras décadas del siglo XX apareció en EEUU un nuevo tipo de publicación, heredera directa del folletón decimonónico, que presentaba, editada en papel rústico y amarillento de baja calidad (conocida con el nombre de "pulp" o pasta de papel), una serie de contenidos de fácil lectura, en los que predominaba el suspense, la acción, el misterio y la fantasía. Los "pulps" al igual que la cinematografía de la serie "B", pese a sus inicios humildes, han resultado todo un género y estilo artístico, dignificado hacia los 60 del siglo XX por el Pop-art.
Estos últimos días he pasado unos buenos ratos leyendo una novela de uno de los principales autores de pulp fiction: Harry Stephen Keeler (1890-1967), no confundir con Stephen King. El libro se llama “Noches de Sing-Sing” (Sing-Sing Nights), uno de los más editados y vendidos en nuestro país en los años 40 de la mano del editor Rafael Reus y que hoy solo se encuentra en las librerías de viejo.
Keeler destacó por la originalidad de sus intrigas , utilizaba los “argumentos-maraña”, las historias más enrevesadas, complejas, sorprendentes e inverosímiles que puedan imaginar, urdidas impíamente sobre un rollo de papel continuo en su máquina de escribir, mientras escuchaba el ronroneo de su gato.
“Noches de Sing Sing” se compone de tres relatos que narran tres condenados a muerte para salvar sus vidas, porque el gobernador del estado sabe que uno de ellos no es culpable. El carcelero será el juez que premie el mejor relato y así su autor será indultado. La primera historia encadena un baile de disfraces con un asesinato al mejor estilo de Sherlok holmes. La segunda es una extraña mezcla de venganza de mafias chinas y novela sentimental. El tercero es un impactante relato de ciencia-ficción de un trasplante de cerebro a un simio por un médico loco. Todas transcurren en Chicago, tienen un final feliz y una historia amorosa. Acción y emoción que engancha. ¿Quieres saber cuál de los escritores se salva? Pues tienes que leer el libro.
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