Todavía no me puedo
creer el calvario que hemos pasado durante mes y medio por pedir un presupuesto
en el Corte Inglés para arreglar de forma urgente el cuarto de baño que no ha
sufrido ninguna reforma desde que se instaló en 1966, ya que mi madre no puede
acceder a la bañera. Sabía que sería un poco más caro que en otros sitios, pero
no me podía imaginar que resultara una tomadura de pelo.
1- Falta de información clara
y detallada. Deberíamos haber recibido un presupuesto aproximativo, puesto que
teníamos las medidas, antes de contratar el servicio y abonar los 150 euros que
inmediatamente quitaron de nuestra cuenta corriente sin firmar papel alguno.
Eso sí, se nos advirtió que nos lo abonarían al aceptar la reforma.
2- No tuvimos
asesoramiento. Para mí asesorar es
ofrecer un plan de trabajo desde el principio donde una persona se haga
responsable trabajando con el cliente. A
casa vinieron tres personas, no sé para qué, porque las medidas y el diseño ya se
lo habíamos dado en un papel. El maestro de obra dijo que dadas las reducidas dimensiones
del cuarto de baño (2 x 2,5 metros) la obra costaría alrededor de 7.000 euros.
3- La mala coordinación entre las distintas
secciones y lentitud nos llevaron a un
mes de demora en la elaboración del presupuesto, cuando lo normal hubiese sido
15 días. Por tanto la obra que debería haber empezado en junio se debía
retrasar hasta septiembre. La decoradora se marchó de vacaciones sin que nadie
se encargase de su trabajo.
4- El día 30 de mayo (un
mes después), por fin nos dieron el presupuesto del cuarto de baño que ascendía para nuestra sorpresa a la
cantidad de: 15.181 euros, dividido en tres apartados:
-Presupuesto obra: 7.090.
-Decoración (incluidos
azulejos, electricidad, fontanería… que para nosotros debían estar incluidos en
el presupuesto de la obra): 6.499.
-Armario empotrado (70 cm x
50): dos soluciones; una en torno a los 2. 000 euros, la más barata, 1.592
euros. Para elaborarlo tuvieron que volver a venir a medirlo otra vez.
5- Una desagradable
conversación telefónica con el jefe de Sección que, al exponerle mis razones
por las que el presupuesto era inaceptable por caro y porque no cumplir los plazos
pactados verbalmente, me vino a decir:
“si quieres cosas baratas, vete a comprar a los chinos”, “¿es que no estás de
acuerdo en que los trabajadores tengan vacaciones?”. La verdad, eché de menos
los principios tradicionales del comercio: tratar de usted (para mí es una
forma de respeto) y dar la razón al
cliente que es el que paga o ha pagado, como en este caso
Como consecuencia de lo anterior, tengo
un cabreo considerable, 150 euros menos en la cuenta corriente y hemos perdido más de 5 días en transportes (tuvimos
que ir a Porcelanosa a elegir los azulejos), conversaciones y elecciones
inútiles. La calidad puede tener diversos precios, por eso hasta ahora he ido
a comprar al Corte Inglés; el buen servicio es justamente lo que no tiene precio.
Tampoco se ha cumplido la máxima: si no está satisfecho, le devolvemos su
dinero.
Para que os hagáis una idea de los precios que tienen, ahora tengo arreglado el armario empotrado por 600 euros, menos de la mitad de lo que pedían. En estos tiempos que corren me parece una indecencia mantener esos márgenes de beneficio.