Este mes de enero ha estado lleno de noticias de Villena, el pueblo de mis padres. El río Vinalopó, generalmente seco, estaba desbordante de agua
después de las abundantes lluvias. La semana pasada, la gran nevada aisló
la comarca. Y en Madrid, con motivo de la Feria de Turismo (FITUR), el desfile
de Moros y Cristianos por la calle Preciados hasta la Puerta del Sol donde
homenajearon al villenense Navarro Santafé, autor de la famosa escultura del oso
y el madroño que cumplía cincuenta años.
Esta semana, el desagradable incidente en el IES Las Fuentes donde un estudiante de diecisiete años hirió con un cuchillo de cocina a cinco compañeros en clase hasta que fue reducido.
Ayer, la triste noticia
de la muerte a los 89 años de mi tío Vicente Prats Esquembre, fundador de la
Asociación de las Personas con Discapacidad Intelectual de Villena y comarca
(APADIS), dinamizador de la vida cultural y estudioso de la historia y las
tradiciones de Villena, sobre las que escribió
varios libros: «Ruperto Chapí, un hombre excepcional», «Joaquín María López, un
líder liberal para España», «Las Vírgenes de las Virtudes en España» y «La
Ermita de San Antón». Y hoy domingo, la retransmisión por rtv2 de la misa celebrada en la iglesia de Santiago con motivo del centenario de la llegada de los salesianos a Villena. El vídeo tiene al comienzo un interesante resumen sobre la historia de la ciudad.
Con esta muerte ya no queda nadie de su generación en mi
familia. Numerosos recuerdos me vinieron a la mente. Las tertulias que
realizaban los miércoles las viudas villenenses afincadas en Madrid en la cafetería Fuyma de la Gran Vía antes de
su cierre en 1995: Ángeles Caturla, Celia López Hernández, viuda de Navarro
Santafé, Pepita Forte y mi madre, Carmen Bravo Prats. Las animadas
conversaciones de Vicente Prats Nadal, el padre, con mi abuela Carmen en
valenciano porque habían nacido en Onteniente y el cariño que se tenían todos
los primos. Vicente siempre llamaba a mi madre por Navidad. Desde aquí mi más sentido pésame. Se me quedaron pendientes muchas conversaciones para saber más de la familia Prats.
Juan Antonio González ha ejercido como profesor en el colegio Sutefie de Zufre, Huelva, durante 32 años, hasta el pasado 9 de enero, último día de trabajo en el centro. Ese día se jubilaba y sus compañeros y alumnos idearon un plan para rendirle un
homenaje que consistió en un largo pasillo lleno de alumnos, profesores y
padres que no paraban de aplaudirle. En palabras de José Antonio “fue el mejor
homenaje posible que me habrían podido dar”.
Ayer me llegaron vía
wasap estos dos testimonios que a continuación copio. Pido perdón porque no he
pedido permiso.
Se van los viejos profesores
Se van. Recogen sus cosas de la clase en una cartera, apagan
la luz y se van. Llegaron en los setenta. Con sus gafas de pasta, su barba, sus
pantalones de pana, su faldas demasiado largas o demasiado cortas. Llegaron a
centenares, llenando colegios hechos a toda prisa a los que pusieron nombre de
poetas o de viejos pedagogos proscritos. Llegaron con una inmensa sed de
aprender a enseñar. Pintaron los muros grises de las escuelas con dibujos
infantiles. Querían cambiar el mundo con papel continuo, unos pinceles y unos
botes de tempera. Aprendieron en las
escuelas de verano a bailar, a tocar el pandero, a hacer pasta de papel o a
conocer el nombre de los árboles y de los pájaros. Se confiaban unos a otros su
ignorancia y la urgencia de cambiar una España aún demasiado sucia, demasiado
triste. Se quitaron el don para tutearse con la gente. Ahora los maestros eran
solo Jesús, Joaquín, Paloma, Javier, Nieves, Isidoro o Fernando. Llenaron las
bibliotecas de libros y de algún lector. La literatura infantil y juvenil se
puso de moda y empezó a ser algo más que Julio Verne o Salgari. Aquellos profes
volvieron a sacar a los chicos al campo, a ver las montañas, los ríos, más allá
de los atlas. También a las calles de los barrios rescatando los carnavales y
con ropas viejas cabezudos de cartón. Con sus propios errores y con los ajenos fueron
perdiendo por el camino sus utopías. No todas. Quizá la mayoría. Soportaron el
capricho y la estupidez de los políticos y legisladores. Protestaron, a veces no lo suficiente. No les escucharon
nunca. De progres e ilustrados pasaron a ser analfabetos digitales. Pero todo
se aprende si se quiere. Mal, pero se aprende. Y como dice la canción: el
tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos. Menos para los alumnos. Ellos nos
siguen viendo como siempre, aunque tenga la misma edad que sus abuelos. Cada
año en el colegio se jubila uno o dos y deja la escuela en esos días azules,
con ese sol de la infancia. Sus primeros alumnos tienen ya cuarenta años o
casi. Son los famosos millennials. Algunos son parados o médicos, enfermeros,
abogadas, taxistas, incluso algún profesor. Son el resultado de años de trabajo
sin ver nunca el fin ni el principio.
No todo fue inútil. Los hay generosos con talento y un punto
de rebeldía. Viven en España y algunos –demasiados- también en el extranjero.
Puede que paseen más por internet que por la calle. Tal vez alguno dejo colgado
los estudios y el futuro y se miren las manos vacías. Eso, amigo, no se aprende
en la escuela, por desgracia. Pero sobrevivieron a la EGB, al viaje de fin de
curso a Mallorca, a los amores y desamores, a la desilusión y ahora a la crisis
económica. La mayoría rechaza la idea de que nada cambiará. Lo aprendieron
coloreando con Plastidecor y rotuladores Carioca, oyendo las viejas canciones
que hablaban de que los piratas pueden ser horados y los príncipes, malos. Que
a los lobitos buenos los maltratan los corderos, y por eso, ellos no quieren
ser no corderos ni borregos. Se van los profes de la EGB con el pelo gris o
sin pelo. Pero se van contentos. Hicieron lo que pudieron. Más o menos. Así que
se sienten pagados cuando les reconoce por la calle la sonrisa tímida de una
exalumna o reciben el abrazo de un muchachote con entradas que quizá se llame
Sergio ¿o era Iván?- Entonces nuestro corazón se alegra. Luego recogemos
nuestras cosas y decimos, diremos adiós.
Un profesor de EGB
Un buen retrato de lo que hicimos, pretendíamos hacer y de
la ilusión que pusimos por conseguir una escuela mejor, un país más justo, más
abierto y más democrático, y un mundo en paz y armonía con la naturaleza y el
planeta. Nuestro tiempo en la escuela paso, pero ahí quedan, no solo el
recuerdo, sino nuestro esfuerzo y nuestro ánimo materializado en las nuevas
generaciones. Hicimos lo que sabíamos, podíamos y, a veces, lo que nos dejaron;
pero yo me quedo con el cariño que he recibido y aún recibo de mis antiguos
alumnos y con la idea de que intentamos hacer un mundo mejor.
Me han mandado este glosario feminista para principiantes que
contiene una serie de neologismos y anglicismos para mí desconocidos. Como
sigan creciendo, estar al día en el
feminismo se va a convertir en un suplicio para mi generación. ¡Cómo echo de
menos los latinismos! Body
shaming, bropropriating, cisgénero, empoderamiento, friendzone, mansplaining, manterrution,
purplewashing, slut-shaming… Entre ellos destaco una palabra que me ha
hecho mucha gracia por su significado metafórico: manspreading, expresión
inglesa que describe una práctica realizada por algunos hombres en el
transporte público que consiste en espatarrarse de piernas ocupando más espacio
del que les corresponde.
Como regalo, las caras que ponen las mujeres cuando oyen expresiones machistas habituales.
Marina Díaz, profesora de teatro en el colegio Lourdes cuando
estaba en activo y alumna cuando se ha jubilado, me ha dado permiso para publicar
en mi blog Escenas cotidianas. La obra
de teatro, registradaen laSociedad de Autores, es un reflejo de su
mirada observadora y crítica que lleva años luchando contra la sinrazón de las
instituciones que provoca que lo fácil se vuelva difícil. La pieza breve, dividida en monólogos y
escenas, presenta divertidas situaciones surrealistas en las que las buenas
personas son avasalladas por los prejuicios, la injusticia y la mala suerte. Me
recuerda mucho al estilo de Luis Alonso de Santos y, al más lejano, de Carlos
Arniches. Espero que pueda servir de ayuda a otros profesores.
Si hay algún error o errata en el texto, no hay que
atribuírselo a la autora sino a una servidora que ha intentado condensarlo al
máximo por si es fotocopiado.
La literatura, esa es su grandeza, te acerca a la vida, a
historias y a personajes que no tienen nada que ver con tu experiencia
cotidiana y que solo conoces de oídas o por los periódicos. He leído este
último mes dos libros sobrecogedores que tienen como tema principal la
pederastia. El primero, la novela Tan
poca vida de la escritora Hanya Yanagihara
y el segundo, Instrumental,
el impactante libro de memorias del músico James Rhodes. Los dos se centran en
las víctimas de tan horrenda lacra, en
dos niños solitarios y sensibles que se convierten en presa de degenerados que
les destrozan la vida y el cuerpo, creándose un vínculo extraño entre el abusado
y el maltratador que les hace ser doblemente víctimas, tanto de los abusadores
como de sí mismos. Y algunos de esos niños que no saben cómo defenderse ante el horror,
rodeados de miedo y de silencio, acaban comportándose igual que sus
maltratadores. No solo les destrozan la infancia contaminándoles sino también
su futuro, serán incapaces de mantener relaciones amorosas mínimamente
equilibradas. Para enmascarar su culpa se ofrecen a otros hombres, abusan del alcohol y las
drogas o se autolesionan con cuchillas de afeitar. Buscan en el dolor el placer
que se les ha negado de otra manera. En su biografía son comunes las curas de
desintoxicación, los psiquiátricos y los hospitales, tras fallidos intentos de
suicidio. La imagen de la portada deTan
poca vidaes ilustradora, nos muestra a un joven atractivo que exhibe lo
que parece ser una mueca de dolor y que en realidad pertenece a una serie del
fotógrafo Peter Hujar sobre el amor y la lujuria y se llama 'Orgasmic Man'.
Supongo que falta un libro que nos explique la degradada psicología del pederasta
que pasó de victima a verdugo sin salir del colegio o de la iglesia donde
creció.
Tan poca vida
gira sobre la amistad masculina, el maltrato y la homosexualidad. Los
protagonistas son cuatro amigos treintañeros de Nueva York, excompañeros de
piso universitario que pasarán de tener
un escaso éxito laboral a triunfar en
sus profesiones: JB, un artista negro gay, Malcolm, arquitecto mestizo y niño
de papá, Willem, un apuesto actor del Medio Oeste y Jude, un brillante y
atormentado abogado. Pero el verdadero protagonista es Jude, víctima de
espeluznantes abusos sexuales descritos con inusitada crudeza. La novela es
desigual, algo maniquea (todos los personajes de la infancia del protagonista
son demonios y los de su juventud, ángeles) y le sobran muchísimas páginas.
James Rhodes nos cuenta su trepidante historia en Instrumental, mezcla de
exhibicionismo autocomplaciente, autoterapia y manual de ayuda, desde el
principio cuando fue violado por su profesor de gimnasia: “Si comparásemos
la vida con correr un maratón, los abusos sexuales en la infancia tendrían el
efecto de quitarte una de las piernas y cargarte con una mochila llena de
ladrillos en la línea de salida".
El pianista se salvó de sus demonios gracias a la música clásica y a los
músicos que utilizaban la creación musical para huir de la locura: “Me violaron
a los seis años, me internaron en un psiquiátrico. Fui drogadicto y alcohólico.
Me intenté suicidar cinco veces. Perdí la custodia de mi hijo (…) Pero no voy a
hablar de eso. Voy a hablar de música. Porque Bach me salvó la vida. Y yo amo
la vida.” Es inolvidable la frase del comienzo: "La música clásica me la pone dura”. Aconsejo leerlo mientras se oyen las
sinfonías y sonatas que recomienda en un link en las primeras páginas de su
libro.
La novela retrata la trayectoria vital de un adolescente que,
en un impredecible ataque de ira, mata a otro niño en un pequeño pueblo francés
y debe cargar con el sentimiento de culpa el resto de sus días. Con esto no
desvelo el misterio que ya aparece escrito en la contraportada, porque lo
importante es que a partir de ahí se desarrolla una trama imprevisible con
tintes de novela policíaca en la que influye el azar. La historia breve (por
fin, una novela a la que no le sobran palabras ni páginas) tiene una estructura
sencilla y brillante que te atrapa desde el primer instante.
Esta entrada ha sido uno de los daños colaterales de la desaparición de
fotos. Hubo un error informático o mío, no sé, que hizo que esta entrada
cambiara de título y pasara a ser Retratos de familia que apareció duplicada y
la borré. Por lo tanto no hay rastro en ningún sitio de lo que escribí hace
siete años y es imposible reconstruirlo, a no ser que alguien lo haya guardado
en su ordenador. Recuerdo que la escribí después de que me regalaran el libro
del eldense Pedro Maestre, El libro que
Sandra Gavrilich quería que le escribiera, por mi cumpleaños. “Como el autor es casi de tu pueblo y
transcurre en Malasaña…”, me dijeron. Escrito diez años después del premio Nadal, es una novela autobiográfica
que describe la autodestrucción de una pareja. Pedro Maestre realizaba una
semblanza de sí mismo donde se presentaba como un optimista triste y me
recordó a algunos miembros de mi familia. El libro es perfectamente olvidable
si no fuera porque utiliza algunas de las palabras, localismos de la zona de
Alicante, que yo oía en mi casa pero que nadie entendía si las pronunciaba
fuera. Y es que en mi pueblo, Villena, encrucijada de caminos y reconquistas, se
habla un castellano plagado de arabismos, aragonismos, valencianismos y murcianismos.
Incluso tenemos un diccionario realizado por José María Soler García.
Aquí pongo una muestra de estos localismos (solo los significados, no las etimologías, porque ese es otro cantar):
Sin olvidarnos de la profusión del sufijo -ico. Otra curiosidad, el anís típico de Villena se llama KATAKI: su nombre proviene de la expresión villenense ¡cata'quí! (literalmente "mira aquí").
He tenido la gran suerte de que Juan Bautista me haya regalado por reyes el calendario literario de enero del 2017 que ha elaborado con gran trabajo y mucho gusto. Para aprender, para recordar, para utilizarlo en las clases, para enviárselo a los amigos...
Se puede imprimir y clavar en un corcho. Esperaremos las próximas entregas.
Hay que pinchar en el enlace y debajo de cada escritor para acceder a la información audiovisual.