A pesar de las críticas, entiendo que algunos profesores, hartos
de solucionar con sus descuentos los problemas económicos de la comunidad de
Madrid sin haber conseguido resultado alguno, no hayan hecho las últimas
huelgas. Yo misma no hice la anterior, aunque sentirme esquirol me amargó la
mañana. Esto me sirvió para descubrir con sorpresa cómo transcurre un día para
los no huelguistas; como apenas vienen los alumnos, la mayoría de la jornada se
la pasan relajados en la sala de profesores. Además, firman a la entrada, no a la salida. Resultado: un día descansado
sin descuentos. Pero lo que más me indignó fue que se enviará al salón de actos
a los alumnos sin profesor y se les pusiera la película Lo imposible. Esperé en
vano que mis pocos alumnos de primero de la ESO vinieran a mi clase de lengua
porque todos estaban más a gusto viendo el desenlace de la película. Una
película dura una hora y media y las clases cincuenta y cinco minutos. Ni entiendo que se ponga ese día un examen, cuando la huelga está
apoyada por padres y profesores, ni veo ninguna
razón para una actividad lúdica muy alejada de la docente, que no se corresponde con las horas lectivas, aunque
la ley les ampare. Hay que tener un
mínimo de sensibilidad, porque la huelga se hace para reclamar derechos para
todos, es absurdo intentar dar una sensación de normalidad, evitando que los
alumnos estén en el patio. Ante esta nueva moda de los equipos directivos,
algunos con camiseta verde y que acuden a las asambleas informativas, no cabe
más remedio que preguntarse de parte de quién están. Los enseñantes deberíamos haber aprendido de la
huelga de los médicos donde formaron una piña para defender sus derechos y los de los pacientes.
En la última huelga las cámaras de televisión junto con la Jefa
de Gabinete de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid eligieron mi instituto
para hacer un seguimiento. Todo su interés era sacar clases muy llenas. ¡Viva
la objetividad! Después pusieron dos películas. Al día siguiente
uno de los peores alumnos del centro me comentó que así da gusto venir al
instituto, que por qué no lo hacemos todos los días.