Ante el
espejo se atildó y se atusó el bigote a lo Carl Gable, después se dirigió a la
cocina y cogió una viagra. “Esta noche triunfo”. Tenía 90 años y no lo
aparentaba, o por lo menos así lo creía él y todas las que se arrimaban a su rolex
de oro. De mediana estatura, con hechuras de galán antiguo y voz atiplada, saludaba
militarmente y se deshacía en elogios cuando veía aparecer una hembra. La
vocación de donjuán la tuvo siempre; pero los tiempos de la dictadura y un
matrimonio aburrido con una mujer de escasa salud, que no le dio hijos, le
ataron corto. En la transición, ya viudo, se hizo asiduo a ciertos bares y raro era
el día que no pegaba la hebra con una sudamericana de buen ver, con necesidad
de dinero y moral distraída. Hasta lo intentó con la mujer de su mejor amigo de la que estaba enamorado desde los treinta
años cuando la vio amamantar a su hijo. A medida que fue cumpliendo años, junto
a los piropos recurría a regalar joyas.
Vaya que si
triunfó, dos días después se lo llevaron en olor de multitudes en una
ambulancia. Dos dominicanas espectaculares se le habían acercado, él las invitó a unas copas y luego dejó de recordar. Un
policía le comunicó que le habían dormido con Rohypnol, un
anestésico quirúrgico de actividad hipnótica y sedante. En un cajero le sacaron todo el dinero que pudieron y luego fueron a su
casa donde tropezó con la alfombra y cayó desmayado mientras le desvalijaban. Su sobrino, alarmado por su ausencia, lo encontró y avisó a urgencias. Maltrecho y
dolorido se dijo en el hospital: “Esta es la última vez”. Un mes después volvió a las andadas. Sangre y
figura hasta la sepultura. miércoles, 25 de diciembre de 2013
lunes, 9 de diciembre de 2013
Maritú
- Es nena, vivirá
- Ahora os reís, pero acabaréis llorando.
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domingo, 1 de diciembre de 2013
Palabras moribundas, Alex Grijelmo y Pilar García Mouton
Las palabras moribundas tienen un poder evocador que lleva
hacia nuestra memoria el recuerdo de personas queridas que ya no están, épocas
de nuestra vida que pasaron, utensilios perdidos, tareas superadas, antiguas
modas divertidas.
Este libro puede ser una especie de álbum de fotos
familiares para muchos lectores que algún día utilizaron términos como chipén,
pasquín, pickup, chiticalla, romadizo, almazuela, piscolabis, patatús, córcholis,
mandil, encetar, garrotillo, mancar... o elepé o tomavistas. Pasaron por
nuestras bocas y nuestros oídos, pero ¿cuánto tiempo hace que usted no oye, lee
o pronuncia la palabra desgalichado?
He aquí un ejemplo:
ACERICO
Es un diminutivo de hazero, que viene de fazero,
‘almohada’, del latín vulgar *faciarius y éste, del latín facies,
‘cara’, sin duda porque es la cara la que se apoya en la almohada. La Academia
da como primer sentido el de «Almohada pequeña que se pone sobre las otras
grandes de la cama para mayor comodidad» y, como segundo, el de «Almohadilla
que sirve para clavar en ella alfileres o agujas». Éste es el orden desde 1726,
cuando aparece la palabra en el Diccionario de Autoridades, el
primer diccionario de la Real Academia (llamado así porque las palabras, además
de su definición, incluyen ejemplos de alguna autoridad de nuestra lengua),
definida así: «Almohada pequeña que se pone sobre las de la cama, para tener
más alta la cabeza. / Se llama también una almohadica mui pequeña con una
borlita ò puntada en medio, que passa de una parte à otra en la cual clavan las
mugeres los alfileres para que no se les pierdan». Una vez más vemos que los
académicos eran más estilosos siglos atrás, porque frente a estas definiciones
las de ahora resultan escuetísimas. Está claro que la segunda acepción, la
relacionada con el mundo de la costura, deriva semánticamente de la primera,
pero también parece claro que hoy no se guarda recuerdo de la primera, a pesar
de que el diccionario de la Real Academia Española (DRAE) la conserve —¿por
tradición?— y en primer lugar. En el propio banco de datos académico, el corpus
histórico sólo documenta dos casos de acerico como almohada
pequeña en dos inventarios, uno de 1582 y otro de 1615. Todos los demás,
antiguos y modernos, corresponden a la segunda acepción.
El hecho de que el acerico de las modistas y los satres sea
en origen una miniatura del otro se refleja en el sufijo diminutivo -ico,
lexicalizado aquí, pero muy general en otras épocas y hoy regional, y en el
sufijo -illo con el que también se puede encontrar, como acerillo.
Muchos testimonios defienden que acerico no
es, ni por asomo, una palabra moribunda, y se pueden subagrupar. En primer
lugar, estarían los de quienes hablan de su infancia, de sus madres y abuelas,
y de que fueron ellas quienes les transmitieron acerico con
recuerdos infantiles de tardes de costura y radio, acompañados de palabras como dedal, canesú,pespunte, manga
ranglan, hilván… Son las madres, en general, las que todavía
usan acerico, porque son ellas las que aún cosen en vez de llevar la ropa a
arreglar fuera de casa, y, por otra parte, cada vez hay más personas
aficionadas a hacer bolillos que necesitan un acerico donde pinchar los muchos
alfileres que usan.
La comparación con el acerico da para muchas frases hechas:
por ejemplo, la de decirle a un chico con muchos piercings que
«parece un acerico»; también recuerda, por ejemplo, a la abuela que, cuando
había que ir al practicante, decía: «¡Te van a poner el culo como un acerico!».
El mismo Antonio Gala, en su obra de teatro ¿Por qué corres, Ulises?, estrenada
en 1975, hace decir a Ulises: «Él no se conformaba con beberse la vida a
pequeños sorbos. Su alma no era la de un oficinista. El tiempo que corría se le
clavaba como en un acerico».
En el segundo grupo están quienes han tenido relación
profesional con la palabra, por dedicarse a la costura, o sus conocidos, unos
cuantos hijos de modistas y de sastres. Alguno recuerda al calamitoso sastre
con un acerico en el antebrazo izquierdo que tenía su negocio en el 13 de la
rue del Percebe, aquel memorable edificio dibujado por el gran Ibáñez. Hay
quien llama alfiletero o almohadilla a
nuestro acerico. Muchas personas —la gran mayoría, mujeres— siguen
usando el acerico, lo conocen por ese nombre y se refieren a acericos con el
nombre bordado o en forma de corazón.
Finalmente, está el grupo de los que jugaban al juego del
boni con los alfileres y el acerico; por ejemplo, la periodista Nieves
Concostrina, que cuenta:
Yo no uso la palabra acerico desde, más o
menos, el Cretácico Superior, cuando los niños jugábamos en la calle. El juego
consistía en hacer un montoncito de tierra donde se enterraban los bonis de
todas las niñas que jugaran. Los bonis eran alfileres con cabezas redondas de
colores. Sobre el montón de tierra se dejaba caer una piedra y, si con el golpe
se desenterraba un boni de la jugadora contraria, te quedabas con él y lo
pinchabas en el acerico.
La conclusión es fácil: acerico es
palabra bien viva y no corre peligro en su segunda acepción académica; la
primera no está moribunda, está muerta.
Interesante entrevista en la radio:
Novelas fallidas
Hoy me toca hablar de las últimas novelas que he leído, a las que
califico de fallidas no sé bien por qué. Algunas están escritas por buenos escritores,
los temas a priori son interesantes, son ambiciosas con algunos diálogos
interesantes, con un planteamiento admirable, pero que no enganchan al lector,
nunca formarán parte ni de las más vendidas ni de las mejor escritas. Yo las
depositaré en el cajón del olvido. Como lectora compulsiva que soy, las clasifico
a continuación en tres grupos:
a) Buenas, pero con la sensación de haberlas leído ya antes:
- El hombre discreto
de Vargas Llosa. Interesante por la técnica que enlaza diferentes díalogos, pero que no aporta nada nuevo a la extraordinaria trayectoria del autor y que nos recuerda demasiado a obras anteriores.
-Las lágrimas de san
Lorenzo de Julio Llamazares
-Inés del alma mía
de Isabel Allende
b) Aburridas
- La señorita Harriet de
Natalia Sanmartín
-La mujer que llora
de Zoe Valdés
- La berlina de Prim
de Iam Gibson
- La nieta de la
maharani de Maha Akhtar
-Las chicas de Riad
de Rajaa Alsanea
c) Totalmente fallidas, he dejado de leerlas a la mitad:
- El camino del
mozárabe de Jesús Sánchez Adalid
-Dispara que ya estoy
muerto de Julia Navarro
domingo, 24 de noviembre de 2013
domingo, 3 de noviembre de 2013
Errata
sábado, 2 de noviembre de 2013
Sola ante el peligro
Un voto negativo frente a cincuenta a favor. Este harakiri incruento lo hice por coherencia en el claustro. No deberíamos votar lo que es injusto y perjudica a la comunidad escolar. No se puede escribir en el proyecto del centro que se está a favor del fomento de la lectura y no haber contemplado el servicio de préstamo de la biblioteca, necesario cuando la mayoría de nuestros alumnos no tienen dinero para comprar libros. Tampoco se pueden aprobar unos horarios escupidos por el ordenador, irregulares, descompensados y cargados de horas, que impiden desarrollar la calidad de la enseñanza. Con ellos se da una vuelta de tuerca más al desmantelamiento de la enseñanza pública.
P.D.: Cuando me jubilé, después de cinco años en el instituto (15/10/2014), no recibí por parte de la dirección ni una mención, ni un ramo de flores, como se había hecho con otros compañeros que habían estado menos tiempo. Menos mal que mis compañeros sí estuvieron a la altura de las circunstancias.
Chema, loco de la vida
domingo, 27 de octubre de 2013
Un día de huelga del profesor esquirol: descansado y sin descuentos
A pesar de las críticas, entiendo que algunos profesores, hartos
de solucionar con sus descuentos los problemas económicos de la comunidad de
Madrid sin haber conseguido resultado alguno, no hayan hecho las últimas
huelgas. Yo misma no hice la anterior, aunque sentirme esquirol me amargó la
mañana. Esto me sirvió para descubrir con sorpresa cómo transcurre un día para
los no huelguistas; como apenas vienen los alumnos, la mayoría de la jornada se
la pasan relajados en la sala de profesores. Además, firman a la entrada, no a la salida. Resultado: un día descansado
sin descuentos. Pero lo que más me indignó fue que se enviará al salón de actos
a los alumnos sin profesor y se les pusiera la película Lo imposible. Esperé en
vano que mis pocos alumnos de primero de la ESO vinieran a mi clase de lengua
porque todos estaban más a gusto viendo el desenlace de la película. Una
película dura una hora y media y las clases cincuenta y cinco minutos. Ni entiendo que se ponga ese día un examen, cuando la huelga está
apoyada por padres y profesores, ni veo ninguna
razón para una actividad lúdica muy alejada de la docente, que no se corresponde con las horas lectivas, aunque
la ley les ampare. Hay que tener un
mínimo de sensibilidad, porque la huelga se hace para reclamar derechos para
todos, es absurdo intentar dar una sensación de normalidad, evitando que los
alumnos estén en el patio. Ante esta nueva moda de los equipos directivos,
algunos con camiseta verde y que acuden a las asambleas informativas, no cabe
más remedio que preguntarse de parte de quién están. Los enseñantes deberíamos haber aprendido de la
huelga de los médicos donde formaron una piña para defender sus derechos y los de los pacientes.
En la última huelga las cámaras de televisión junto con la Jefa
de Gabinete de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid eligieron mi instituto
para hacer un seguimiento. Todo su interés era sacar clases muy llenas. ¡Viva
la objetividad! Después pusieron dos películas. Al día siguiente
uno de los peores alumnos del centro me comentó que así da gusto venir al
instituto, que por qué no lo hacemos todos los días.
La máquina expendedora de billetes y las monedas falsas de dos euros
Son las 7,30, Plaza de España, Conde de Toreno, introduzco
un billete de 20 euros para un bono de diez viajes y me devuelve 4 monedas de
dos euros, dos de ellas falsas. Juro en hebreo y trato de introducirlas para
sacar otro bono. Error, no las admite. No reclamo porque tengo prisa y además
pienso que dudarían de mí. Ahorro monedas de 2 euros para combinarlas con las
falsas. Una semana después lo consigo.
Unos meses después, a la misma hora y en el mismo sitio, con el nuevo abono de transporte, introduzco
55 euros en billetes y pulso la tecla de emitir justificante. Al instante la
máquina, repentinamente loca, me devuelve la cantidad introducida en monedas de
dos euros, algunos de ellas falsas. El ruido ensordecedor que producen al caer es
el mismo que el de una máquina tragaperras, solo faltan las lucecitas y la
musiquilla. Las monedas no me caben en ningún sitio y algunas caen al suelo.
Esta vez, cabreadísima, aviso al altavoz
que amablemente me responde que tengo que ir a la entrada de Leganitos,
justamente a diez minutos de donde estoy. Cuando llego, al contar el dinero me
faltan 2,10 y hay cuatro euros en monedas falsas. Menos mal que la chica es
simpática; después de varias llamadas y de rellenar un impreso, me devuelve el
dinero íntegro sin pedir explicaciones y me ayuda a sacar el nuevo abono.
Deduzco que no es la primera vez que pasa. Llego al instituto veinte minutos
tarde con el justificante en la mano y el jefe de estudios me dice:
-¡Qué imaginación tienes, qué cosas te inventas para
justificar un retraso!domingo, 29 de septiembre de 2013
El velcro imantado
lunes, 23 de septiembre de 2013
La casa redonda, Louise Erdrich
Interesante
novela costumbrista, reivindicativa de la historia y de las instituciones
indias con tintes de novela negra. A lo largo de
esta novela (que recibió el National Book Award en 2012) Erdrich nos mostrará
de la mano de su joven protagonista cómo
es la vida en una reserva india, cómo los adultos aún conservan sus tradiciones
y costumbres, mientras que los jóvenes son cada vez más “blancos”, así
como las situaciones de racismo a las que toda la comunidad se ve sometida .
Más interesante al comienzo, cuando exalta los valores de la familia,
el amor, la lealtad y la amistad con dosis de humor, que al final, cuando hace
presagiar el desenlace trágico.
Conductas fuguistas
Es bien sabido que a todos nos gustaría ausentarnos alguna vez de la cárcel en la que vivimos en busca de la libertad y felicidad, pero no nos atrevemos por pereza, cobardía o
egoísmo. En la familia García, excepto el abuelo, al que el sentido del deber le
impidió hacerlo, todos lo intentaron por lo menos una vez. Todos volvieron. Nunca hablaron de ello. La abuela se escabullía una vez al mes. El
hijo menor se escapó cuando era pequeño aprovechando un descuido de la
cuidadora. El mayor se fue a vivir a otro país. Una nuera se fue con la música a otra parte y abandonó
el domicilio común. El nieto pequeño con apenas dieciocho meses se fugó de la
guardería y se subió en un autobús sin que nadie se diese cuenta y consiguió
llegar hasta el final del trayecto. Otros
dos nietos construyeron un túnel del colegio junto a la verja del patio para
evadirse con sus compañeros. Incluso lo intentaron los animales domésticos. La perrita se soltó del collar y apareció una
hora después temblando en el garaje debajo del coche familiar. Dos perras
rescatadas de una perrera estuvieron perdidas en el campo cuatro días hasta que
fueron encontradas casi deshidratadas. El loro se esfumó por la ventana un día nevado.
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miércoles, 11 de septiembre de 2013
Tuberculosis y literatura
Siempre me ha intrigado esta enfermedad que frustraba las pasiones, que mientras debilitaba la voluntad, fortalecía la mente, que propiciaba el reposo y la exaltación de los sentidos y que va unida a la espiritualidad y la creatividad. El instituto donde doy clases fue un antiguo sanatorio antituberculoso, mi abuelo materno y un tío murieron a causa de ella en la posguerra española, sin que nadie en mi familia se atreviese a citar su nombre, como si fuera una enfermedad vergonzante, y trajo como consecuencia que nunca se dieran besos por miedo al contagio; en mi hombro izquierdo tengo la señal de la tuberculina, vacuna necesaria para la matriculación en la carrera de Filosofía y Letras.
La tuberculosis, conocida desde muy antiguo
como consunción, tisis, mal del rey o plaga blanca, es una enfermedad
infecciosa causada por micobacterias (fundamentalmente Micobacterium
tuberculosis) con gran variedad de cuadros clínicos dependiendo del órgano al
que afecte. En el siglo XIX se mitifica
la enfermedad e incluso se propaga la creencia de que su padecimiento provoca
"raptos" de creatividad o euforia más intensos a medida que la
enfermedad avanza . Por esa misma época, Alejandro Dumas, hijo, publica La dama de las camelias, la historia de
Margarita Gautier, la elegante cortesana enredada con adinerados jóvenes
burgueses, que también desfallece de tisis y de amor. La obra igualmente inspiró
otra célebre ópera: La Traviata de
Verdi. Pero arte y vida se parecen y la lista de escritores, poetas, músicos y
artistas muertos por tuberculosis en el siglo XIX, e inicios del XX, es larga y
notable: Novalis, Schiller, John Keats,
Bécquer, Chéjov, Chopin, Kafka, G.H. Wells, Maxence Van der Meersch, entre otros. Un caso extremo es el sucedido a las
hermanas Brontë: las tres, todas
ellas escritoras, murieron en un lapso de siete años, entre 1848 y 1855,
víctimas de la tuberculosis.
La leyenda comenzó a desvanecerse a partir de
1882 cuando Robert Koch descubrió el bacilo que causaba la infección. En el
siglo XX la enfermedad será asociada a la pobreza e insalubridad y su aura
romántica se apagará para siempre. Miguel
Hernández murió en la cárcel de tuberculosis. Padecieron está enfermedad: Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Miguel Delibes, Camilo J.
Cela, Ángel González y Rosa Montero, que desde los cinco años hasta los
nueve estuvo recluida en casa donde se
dedicó a leer y escribir.
La
novela brinda numerosos ejemplos de la influencia de la
tuberculosis en el pensamiento cultural:
La montaña mágica de T. Mann (1924)
El joven Hans Castorp visita
a su primo Joachim Ziemssen, enfermo de tisis, en Davos y acaba sucumbiendo al
hermético encanto del lugar. Una ligera afección lleva a que la estancia,
planeada en principio para siete días, se alargue primero a siete meses y finalmente
a siete años. Castorp sólo saldrá de allí para alistarse en la gran guerra.
Pabellón de reposo de Camilo José Cela (1943)
Cela describe sus vivencias durante el tiempo que vivió en un sanatorio para
tuberculosos. En ella siete enfermos casi terminales ven pasar sus últimos días
en un pabellón que les proporciona de todo menos reposo. Aislados físicamente
del resto del mundo por su dolencia, reflexionan constantemente sobre la
enfermedad y la muerte; porque antes del descubrimiento de la estreptomicina
(aislada en octubre de 1943), la cura sanatorial era la última esperanza para
intentar escapar a una enfermedad que, prácticamente, era sinónimo de muerte.
El libro llegó incluso a ser prohibido en este tipo de instituciones, temiendo
los médicos que causase en sus pacientes el mismo desasosiego que sufren los
protagonistas.
El jardinero fiel de John
Le Carré (2001)
En
la novela de John Le Carré El jardinero fiel, llevada al
cine por Fernando Meirelles (2005), se desarrolla una trama alrededor de las
pruebas para un fármaco antituberculoso realizadas por una multinacional
farmacéutica en África y desarrolla el tema de una posible pandemia mundial de
tuberculosis debida a la aparición de cepas muy resistentes a los tratamientos
antibióticos conocidos hasta el momento.
Para saber más:
domingo, 8 de septiembre de 2013
A una damita bizca y hermosa
El
señor vestido de blanco y con manos blandas le repetía una y otra vez:
-
Concéntrate y dime si ves al soldado dentro de la garita.
La
pequeña de seis años lo intentaba con todas sus fuerzas, atrapada su barbilla y
su frente en el extraño aparato. Para contentar a todos deseaba ver dentro de
la pequeña casita la figura del soldado valiente de sus cuentos de hadas, pero
no había manera, la figura se superponía, se colocaba a la derecha o a la
izquierda, nunca dentro. Después de las gotas, los parches y las gafas, vino la operación. A punto estuvo el oftalmólogo de operarle el ojo bueno, menos mal que su padre, hombre precavido,
enseñó las fotos que le había hecho en un fotomatón y demostró que el ojo que
bizqueaba, que sufría un severo trastorno de estrabismo, era el derecho.
De
bebé tenía los ojos azules y no se notaba su defecto, la anomalía apareció al
año cuando el color cambió y un ojo vago pasó a esconderse detrás del párpado. Todas
las miradas de conmiseración se dirigían a sus ojos asimétricos. Era bisoja y
trasojada. La madre no entendía estas jugarretas de la herencia y se avergonzaba
de su hija que siempre se protegía permaneciendo en un segundo plano, agarrada
al extremo de su falda, temerosa de oír
la temida frase: ¡Lástima, con lo mona que es! Encomio y escarnio al mismo
tiempo, elogio paradójico, alabanza sesuda y burla. No le hicieron fotos para
no avergonzarla, pero quedan algunos testimonios de su mirar zambo y zurdo
entre familiares de ojos perfectamente alienados. El trastorno iba también asociado al astigmatismo y a la
torpeza, tropezaba con objetos que no veía, no se hacía una idea de las
distancias. Se volvió invisible, callada
e hierática.
Pepe,
el primer chico al que amó, le preguntó:
-¿Por
qué no me miras nunca a los ojos?
No
se atrevió a revelar su secreto y a responderle: para que no te des cuenta de
que soy bizca e indigna. Como no había nadie para protegerla con su mano,
decidió alejarse para que él no se sintiese avergonzado.
Demasiado
tarde supo que, en otras culturas como la maya, a los niños que tenían esta
deformación se les consideraba superiores, algunas familias colocaban en la cabeza de su hijo un
cordón con una figurita en el extremo que les caía delante de los ojos, para
que al mirarla forzaran la vista.
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lunes, 2 de septiembre de 2013
Las últimas palabras de los escritores
Hasta ahora solo me había ocupado de las primeras frases de un
libro, tan importantes a la hora de continuar la lectura. Buscando en la red, me he encontrado con las últimas palabras de
grandes escritores; pero inmediatamente surge la duda: ¿Las tenían preparadas?, ¿realmente las
dijeron ellos en el momento de su muerte o las dijeron los que estaban a su
lado para engrandecer su figura? Tal vez se las haya inventado el propio autor
del libro. Me cuesta creer que los escritores desaparezcan como los actores de
teatro después de decir "me muero".
El libro de los finales contiene tres partes: la
primera se ocupa de las últimas palabras de celebridades –desde Benito Mussolini o el Che Guevara a Blas Infante, pasando
por Gabriele D’Anunzio, Emily Dickinson o Marcelino Menéndez y Pelayo—; la segunda se ocupa de epitafios
célebres y la tercera de notas de suicidio.
Tortuosas relaciones de parentesco de los grandes autores, Colm Tóibin
La gloria literaria gracias a los demonios familiares y a los secretos íntimos
- Colm Tóibín retrata en 'Nuevas maneras de matar a tu madre' las tortuosas relaciones de parentesco de 20 grandes autores: Austen, James, Mann, Yeats, Beckett, Williams, Borges, Cheever...
- El lado oscuro y los secretos íntimos que han servido para hacer grande a grandes escritores que ayudan a comprender mejor sus obras
martes, 27 de agosto de 2013
Juicio de conciencia, novela inédita de Trinidad Cuéllar Caturla
Deshaciendo la casa de mis padres en Villena, donde han ido
a parar todos los trastos que no cabían en Madrid, he encontrado todos los
apuntes de la carrera de mi padre y el borrador de la novela, Juicio
de conciencia, que mandó al premio Nadal en 1948 o 1949, porque no aparece el año. Él nunca me habló de
su aventura literaria, solo se lo oí comentar a mi madre que fue la que pasó el
original a máquina. Sus 200 páginas me las
he leído con emoción e interés en dos días. Me ha sorprendido su habilidad narrativa,
sobre todo para hacer diálogos, y
descubrir en él un espíritu joven e idealista muy diferente del talante de sus
últimos años. Así era mi padre, todo un misterio, un hombre de ciencias
enamorado de la literatura. La novela no le salió redonda, tiene un tufillo antiguo, propio de
los años en que fue escrita; es una novela iniciática, de aprendizaje muy
parecida a la de los escritores del 98, mezcla de literatura intelectual,
sentimental y religiosa, con alguna que otra pincelada costumbrista, pero refleja
fielmente las lecturas juveniles y su propia personalidad.
El tema fundamental es la defensa de las mujeres caídas a través de la historia de amor de dos jóvenes del mismo
pueblo y de caracteres muy diferentes, la indecisión de él y la búsqueda de nuevas
experiencias de ella les separarán. La
novela comienza con el famoso Examen de Estado que varios jóvenes realizan en
Alicante y que supone una ruptura con su antigua vida. Carmen Rosales y Pedro Torres
irán a Barcelona, él estudiará Derecho y ella empezará la carrera de Químicas
que no terminará porque en su camino se cruza un don Juan, el barón de
Cornellá, del que se hará su amante. Se desarrolla entre 1927 y 1934, cuando se celebra el extraño juicio que en que la voz de la conciencia
hace de abogado defensor y de fiscal.
El narrador se
muestra claramente omnisciente, parece observar con un teleobjetivo la vida de
sus criaturas, dialoga con el lector, anticipa conversaciones y acontecimientos, es
testigo de cómo Carmen acusa de su caída al incrédulo Pedro "porque siempre
se goza culpando a los mejores hombres de las faltas graves". Pedro,
huérfano de padre ,inteligente e inmaduro, con grandes ideas y poco espíritu práctico, es un buen estudiante que lleva una vida diáfana en busca de la perfección y la
felicidad: "Estudia, ama, siente impulsos de juventud por conocerlo todo". Carmen es una mujer bella a la que la
búsqueda de la felicidad le va a acarrear la desgracia: "Halagada por
todos llora en silencio la existencia de un verdadero amor". Un hombre
rico con una mujer enferma de tuberculosis que vive en Suiza, deslumbra a
nuestra pueblerina. Carmen quiere vivir esa vida de lujo que no le ofrece
Pedro. Cuando su mujer muere, la abandona compensándola con dinero. Después de dilapidar su fortuna en viajes, lujos,
drogas y amantes, abandonada por todos,
esta femme fatal, decide ir contra su
amigo y amor de juventud para solucionar sus problemas económicos. Le demanda porque de joven la corrompió con
sus ideas librepensadoras sobre el amor libre, a través de un diálogo
intrascendente entre el amor espiritual y el amor carnal que le leyó Pedro.
En este inusual folletín no podía faltar el final feliz,
Carmen es redimida por el amor de Pedro. Junto a los dos personajes principales,
aparecen muchos secundarios: una compañera de la carrera con la que Pedro tiene
una relación fugaz, Julia Montañola, muchos
estudiantes que quieren vivir libremente fuera del conservadurismo que les
rodea, una madre (Virtudes), una hermana de la protagonista, un cura y un marqués. Como fondo tres
ciudades, Túrtula (nombre antiguo de Villena), Barcelona y Valencia.
En sus páginas hay pocas descripciones, solo algunas
pinceladas costumbristas de Villena: canciones populares, referencias a las
fiestas de Moros y Cristianos, con comparsas muy distintas a las que hay ahora, y a José María Soler, ganador del prestigioso premio internacional Montaigne. No puedo copiar toda la novela, pero he
entresacado estos párrafos que dan una idea del estilo del autor:
"Ninguno de los protagonistas sabe lo que es el
aburrimiento y están esperando que vengan las fiestas de la Virgen para
pasarlas como las mejores de su vida.
Con ellas se escaparán de la rutina de las vacaciones y del trabajo. Los
festejos como en años anteriores están anunciados con programas policromados.
Se trata de las fiestas de Moros y Cristianos tan arraigadas en la región
levantina. Desde el cinco de septiembre
hasta el nueve, todas las horas están ocupadas bien con simulacros de batallas
y alianzas, bien con procesiones y sermones, bien con corridas de toros y charlotadas,
bien con contrabando, bien con desfiles, bien con bailes o bien con conciertos.
Tradicionalmente se ha ido elaborando el programa de festejos que difiere poco
de unos años a otros. Su finalidad consiste en dar las mayores facilidades para
que cada individuo del pueblo goce del mayor número de diversiones. La comisión
que redacta el programa encauza los gustos de sus paisanos: no quieren que la
iniciativa propia malogre lo que cuesta tantos sinsabores y dineros, y tan solo
a las comparsas a altas horas de la noche les dejan cierta libertad para que
organicen bailes y reuniones".
"Como el año anterior las Fiestas de Moros y Cristianos
se celebraban con todo su esplendor y Rafael se sintió atraído por la
policromía de los diversos trajes. Esos moros con sus dibujos arabescos y
pantalones de raso, color encarnado, amarillo y azul. Los estudiantes con la
misma vestimenta de los españoles célebres del Siglo de Oro. Los marineros con
la sencillez de sus vestido calcado de los que llevan los trabajadores del mar,
con la clásica camiseta de rayas horizontales blancas y azules. Los
contrabandistas, viva estampa de los fieros bandidos de Sierra Morena; ni José
María el "Tempranillo" llevaría el garbo que al andar esos
turbulenses proporcionan a sus cuerpos disfrazados. Los americanos, retrato
fiel de los hombres del Oeste de Norteamérica, pues también aquí en este rincón
de España un puñado de jóvenes se sintieron atraídos por las luchas legendarios
de Eddie Polo, William Duncan, Tom Tyler* y otros, y esos cinco días del 5 al 9
de septiembre, salen a la calle del pacífico pueblo a hacer realidad las
aventuras de Él, Ella y el Bandido.
Los Maseros o labradores manifestando el poder de la gleba, pues hasta en las
fiestas se cuenta con ellos. Los romanos, hombres serios y graves que con los
Cristianos cierran las últimas comparsas, para al final de los cinco días,
después de haber permitido el triunfo de la morisma, acabar con ella y
obligarla a la conversión al cristianismo en el santuario donde se venera a la
Virgen.
-¿Y por qué tengo que ser yo quien escriba ese libro, cuando
ya hay un Romancero turbulense y hay
gente como José María Soler que con un espíritu más histórico que el mío, que llevan
toda su vida recogiendo datos para publicarlo?
-Pero nadie posee el sentimiento tuyo, amigo Pedro. Estoy
seguro que tú descubrirías cada paso con la poesía que nos das a conocer cuando
relatas los sucesos más importantes.
-Gracias, Rafael, por lo que me dices, pero si he hecho
poesía alguna vez, ésta ha sido un poco trágica, algo existencialista y creo
que describiría mejor la semana de Pasión que la semana de Fiestas".
"Tenía por norma Juan encabezar sus epístolas con adjetivos
galantes que Carmen iba anotando en una libreta. Nunca se repetía y mientras
duraron las ausencias le adornó las cartas con los siguientes piropos:
"Guapa, maja, jarifa, galana, venusta, linda,
agraciada, peregrina, relinda, hechicera, jorguina, garrida, graciosa,
mirífica, bondadosa, mayestática, álfica, armiñada, leda, etc."
Etiquetas:
Trinidad Cuéllar Caturla,
Villena
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