Se me ha estropeado la tarjeta SIM y he estado unos días sin poder llamar ni recibir llamadas, aunque sí funcionaba el wifi. Me he dado cuenta de que es más fácil sobrevivir sin amor que sin móvil. Me he acordado del texto de Cortázar Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj. Sesenta años después sigue teniendo vigencia sólo hay que sustituir reloj por móvil.
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas (1962)
Me gustan tan poco los relojes, ahora llamados inteligentes, como los móviles. Los dos nos atan a una cadena invisible, nos obligan a estar pendientes de un artilugio que nos controla. Además, nos vigilan y nos aíslan. La vida real, lo que verdaderamente importa, es lo que pasa mientras miras el móvil. Lo inteligente es ir a tu ritmo.
En la época de la esclavitud en los Estados Unidos, a los esclavos nuevos se les ataba una bola negra de hierro muy irregular y con deformaciones (no era una bola perfecta, para que no pudiera arrastrarse fácilmente) con una cadena y un grillete al pie, para que no escaparan. La llamaban "BlackBerry" (mora negra) porque se asemejaba a dicha fruta. En los tiempos modernos, a los nuevos empleados no se les puede amarrar una bola de hierro para que no escapen, en cambio, se les da un "BlackBerry" y quedan inalámbricamente atados con ese grillete. Después de la televisión, nunca habíamos estado pendientes de un objeto que nos controlara individualmente. Poco a poco los móviles más sofisticados se han instalado en nuestra vida cotidiana alterando las relaciones personales. Hay que desconectarlos para conectarnos al mundo que nos rodea.
¿Estás perdido en el mundo como yo?
La película de animación Are You Lost In The World Like Me? que circula por las redes no se llama "L'altra part", ni es egipcia, ni ha ganado el premio al mejor cortometraje en el Festival de Venecia: Es un videoclip de 2016 del compositor estadounidense Moby y su autor es Steve Cutts, un ilustrador y animador británico. La película describe cómo las personas se aíslan en la tecnología y olvidan una de las mejores cosas de la vida, la convivencia humana con el amor y la hermandad.