Con demasiada frecuencia, sectores sionistas califican de
antisemita cualquier manifestación de oposición al estado de Israel y sus
políticas. Además de deslegitimar las críticas, esta estrategia le permite a Israel evadir el debate y no
afrontar su responsabilidad por crímenes contra los palestinos y por sus
políticas que violan las normas internacionales.
El Diccionario de la RAE define el vocablo semita en su primera
acepción «según la tradición bíblica, descendiente de Sem», y en su segunda
acepción «se dice de los árabes, hebreos y otros pueblos». Por eso sorprende
que se afirme que antisemita es «enemigo de
la raza hebrea, de su cultura o de su influencia», porque si tanto los árabes
como los hebreos son semitas, antisemitas deberían ser tanto los enemigos de
los árabes como de los hebreos. Además esta
definición es anacrónica porque la ciencia no admite hoy que las
diferencias étnicas entre los seres humanos alcancen el rango de ‘raza’. Condenar las actuaciones de árabes y judíos cuando están mal y apoyarlos cuando
nos parecen bien, no hace que seamos antiárabes ni antijudíos, sino,
simplemente, conocedores de la historia, conscientes de los hechos y testigos
de la realidad.
La palabra antisemitismo fue usada por primera vez en el año
1879 como un eufemismo en lugar de judeofobia por el alemán Wilhelm Marr al
anteponer las supuestas características raciales de los judíos frente a las
religiosas. Fue el fundador de la organización Liga antisemita.
Para terminar, no me olvido de la anécdota, tal vez frívola en estos momentos, que hizo reír a mi padre que siempre valoraba lo extraordinario. En los convulsos años setenta, mi mejor amiga realizó un curso de verano en Jerusalén, allí se enamoró de un cristiano palestino, lo que supone la marginación dentro de la marginación. Cada vez que Arafat, líder palestino y premio Nobel de la Paz, salía sonriendo con su pañuelo palestino en televisión, siempre comentaba: ¿Cómo es posible que sonría tanto con la que tiene encima?
Para saber más:
- Entrevista en El Español con Paloma Díaz Más, que acaba de publicar 'Breve historia de los judíos en España', donde repasa un pasado común tejido de complicidades, desencuentros y prejuicios.
La dispersión del pueblo judío por el mundo los convirtió en una minoría religiosa y cultural en numerosos países, lo cual dio lugar a siglos de convivencia pacífica y desarrollo, pero también provocó choques que trajeron persecuciones, matanzas y expulsiones colectivas. El idioma hebreo fue siempre un constante factor de cohesión del pueblo de Israel a través de las Escrituras sagradas preservadas por todas las comunidades judías tanto en Israel como en la diáspora. El surgimiento del Estado de Israel en 1948, así como la
llegada de numerosas olas de judíos provenientes de comunidades israelitas de
todo el mundo, particularmente de países islámicos y orientales (mizrajíes), condujo a su declaración como idioma nacional junto al árabe e inglés.La mayoría de los israelíes dominan entre dos y tres lenguas: hebreo, inglés, más su lengua materna o la de sus padres. En la actualidad, el yiddish sobrevive entre los grupos judíos ortodoxos, quienes aún lo emplean para
preservar la “santidad” de la lengua hebrea, a la que solo recurren en sus
oraciones y liturgia.
El hebreo, una lengua
restituida
El hebreo es una lengua semítica, relacionada con el árabe,
el arameo y el extinto fenicio, con más de treinta siglos de historia escrita,
aunque no se hablara. La tradición
hebraica remonta sus raíces a la Torá y la época de Moisés. Hacia finales del
siglo III el hebreo fue desplazado por el arameo que probablemente es la lengua de Cristo. Sin embargo, siguió siendo
usado por los judíos como una lengua religiosa, erudita y literaria. A fines
del siglo XIX fue resucitada como vernácula, y desde 1948 es la lengua viva del
Estado de Israel. El llamado hebreo moderno es una construcción muy reciente
impulsada por el movimiento sionista, el principal responsable del renacimiento
y la reimplantación de la lengua fue Eliezer Ben-Yehuda (1858-1922). El nuevo idioma mantiene
su propia escritura de derecha a izquierda y su alfabeto, pero es una fusión de múltiples lenguas, con amplia tradición de idiomas
representativos como el arameo, el árabe, el yiddish (judeoalemán) y el sefardí (español antiguo). Actualmente
es el idioma oficial de Israel, más de 9 millones de personas lo hablan.
El yiddish, idioma de la diáspora
El idish, o yiddish, surgió hace aproximadamente mil años, a orillas del río Rin, en las comunidades judías askenazíes en el territorio entre Francia y Alemania. Su léxico y sintaxis provienen del alemán, aunque tiene también tiene influencias del hebreo, del que toma los caracteres, y de algunas lenguas eslavas. “La palabra "idish" significa "judío", lengua de judíos“. El yiddish hoy está hablado por el elemento ultra ortodoxo que conserva el lenguaje de sus rabinos de la segunda mitad del Siglo XVIII y comienzos del Siglo XIX. Actualmente se estima que 1,5 millones personas en todo el mundo hablan este idioma. Está considerado por la UNESCO como una lengua en serio peligro de extinción.
Es el idioma de la diáspora, sin tierra, sin límites, que no depende de ningún gobierno. Es la lengua que hablaban los judíos europeos en la casa, en
el mercado, en la calle, mientras que el hebreo se consideraba la
lengua sagrada y era dominada por unos pocos, por ello los
textos religiosos se tradujeron al yiddish con fines totalmente prácticos.
También hubo una ola de traducciones de literatura universal al yiddish con el
fin de modernizar la vida en la sociedad judía (Kant, Marx, Balzac, Tolstói…). Estas comunidades compartían territorio con otras culturas
hegemónicas donde se hablaban otras lenguas nacionales. Convivir como minoría hizo que
estas comunidades fueran vulnerables, y de hecho muchas veces fueron
perseguidas y masacradas. Sin embargo, lo que más las define es su reverencia
hacia la vida, su sentido de la compasión y el humor. Una alegría de vivir,
cuyas influencias aún podemos apreciar en la filmografía de Woody Allen.
Los hermanos Marx
El humor judío: una historia seria, un ensayo riguroso y divertido deJeremy Daube que aborda con sentido del humor un asunto tan serio como la historia del pueblo judío y nos recuerda que, en ocasiones, la risa puede restaurar el equilibrio de la cordura. Asimismo, rastrea el apogeo y el declive de los principales arquetipos humorísticos judíos con la ayuda de maestros de la talla de Sholem Aleichem, Isaac Babel, Franz Kafka, los hermanos Marx, Woody Allen, Joan Rivers, Philip Roth, Mel Brooks, Sarah Silverman y Larry David entre muchos otros.
El judeoespañol
Los judíos expulsados de la península por los Reyes Católicos se fueron con las manos vacías no podían llevarse nada, sin embargo se llevaron su lengua, su cultura y sus costumbres. La leyenda nos cuenta que algunos con la esperanza de volver guardaron las llaves de su casa y aún las conservan.
Este mapa completa la entrada anterior del blog (2010) judeoespañol:
Tres series de Netflix
Si queremos darnos cuenta de la babel del estado de Israel
podemos ver las series en versión original que nos ofrece la plataforma
Netflix. La más conocida de todas, y la primera serie hablada principalmente en yiddish, es Unorthodox que nos cuenta la historia de una joven judíade la estricta comunidadSatmar de Nueva York que abandona un matrimonio concertado para comenzar una nueva vida en Berlín. Si
ves la serie en español, te darás cuenta de que sólo ha sido doblada cuando los
personajes hablan en inglés y en alemán
La interesante serie israelí Shtisel, protagonizada por una familia judía religiosa que vive en el barrio ultraortodoxo de Jerusalén. A partir de las diferentes historias de cada de sus miembros nos acercamos a un mundo poco conocido y accesible. Está rodada básicamente en hebreo y en yiddish
Fauda, un thriller político israelí, filmado en árabe y en hebreo. La palabra «fauda» significa
caos en árabe y es el término utilizado por las fuerzas encubiertas israelíes
para avisar a las unidades de rescate que han sido descubiertos.
https://ethic.es/2022/10/por-que-el-judaismo-crea-tantos-intelectuales/"Mientras el cristianismo y el islam cuentan con una
población global del 31,2% y 24,1% respectivamente, el judaísmo tan
solo representa un 0,2% de la población mundial (o lo que es lo mismo, alrededor de 15
millones de personas). Su huella, sin embargo, es especialmente profunda más
allá de la pura cuestión de la fe: alrededor de un 25% –y hasta un 29% en el
caso de Medicina– de los Premios Nobel han sido otorgados a intelectuales y
artistas judíos".
El historiador y escritor mexicano Enrique
Krauze, testigo de las últimas décadas del México del siglo XX, ha publicado su autobiografía intelectual “Spinoza en el Parque México”
(Tusquets, 2022), una colección de
anécdotas y testimonios que explican la evolución de su pensamiento y su
proceso de formación. La biografía es el resultado de la complicidad con un
interlocutor español, el doctor en derecho y filosofía José María Lassalle que
lo entrevistó durante siete años. "El libro reúne tres libros en uno: la
autobiografía propiamente dicha (con tres hitos principales: la historia de sus
abuelos socialistas, su participación en la revuelta estudiantil del 68 y su
tarea como secretario de redacción de Vuelta); una breve historia de la
heterodoxia judía, encabezada por Baruch Spinoza, la figura tutelar del libro,
cuyo espíritu libertario admiró desde joven, y un ensayo sobre los profetas
iluminados que presintieron el advenimiento del totalitarismo en la Alemania
Nazi y la Unión Soviética (Heine, Dostoyevski, Weber, Kafka) complementado con
semblanzas de los historiadores y filósofos que mejor han explicado la génesis
de ambas pesadillas: Arendt, Scholem, Berlin, Kolakowsky, Bell, Howe"*.
El título parte de un joven Enrique Krauze, hijo de judíos polacos que llegaron a México en los años 30, que recuerda a su abuelo Saúl Krauze predicar las enseñanzas del filósofo de la comunidad judía de Ámsterdam Baruch Spinoza, el pensadordel siglo XVII descendiente de judíos españoles, gran heterodoxo cuyas ideas sembraron la ilustración europea, el hereje que fue repudiado por su comunidad, el padre de los judíos no judíos. Ambos están sentados en los bancos del Parque México,
cerca de la calle Ámsterdam donde se sitúa la biblioteca de su abuelo repleta
de libros escritos en yiddish*.
El heterodoxo Krauze explica su relación con el judaísmo: "El vínculo con mi pueblo milenario está en
los libros. Es el humanismo judío lo que me interesa, su historia y su
literatura, no tanto sus ritos, su ortodoxia, menos aún sus pasiones mesiánicas
o nacionalistas. Guardo lealtad a mis antepasados, pero socialmente preferí
habitar las orillas del mundo judío. Estando en la periferia puedes encontrar
un margen mayor de libertad. Puedes mirar mejor el centro.Y sin embargo, a estas alturas de mi vida me he mudado aquí,
a mi escenario de origen, a la calle de Ámsterdam. Acá tengo mi biblioteca de
temas judíos". “La pertenencia no es
a un lugar, no es a una sola identidad, no es a una sola la historia”, señala. “Es, como la de Spinoza, al género humano. Respeto el concepto de identidad,
pero es muy peligroso”.
El tema de la persecución a los judíos, su diáspora, su literatura y el mantenimiento de sus costumbres y su lengua me interesa profundamente desde los veinte años cuando al terminar Románicas entré en contacto con el Instituto Arias Montano y realicé mi tesina Cantos de parida sefardíes. El libro de casi ochocientas páginas también nos aporta muchísima información sobre los escritores que conoció en México, algunos de ellos españoles exiliados. En el siguiente enlace se puede leer el índice y una parte del capítulo primero, Raíces.
El autor
mejicano nos explica muy bien las diferencias entre
los sefardíes y los polacos que se establecieron en México: "Ya no los expulsó solo la intolerancia
religiosa, como en España en 1492, sino la persecución integral: histórica,
racial, nacional y religiosa. Los expulsó el antisemitismo. Después de la
Primera Guerra Mundial se recrudeció en Polonia ese antiguo prejuicio de origen
medieval y (mis abuelos) decidieron emigrar".
Borges suscribe la opinión de B. Russell según la cual Spinoza es el más querible de todos los filósofos, y nos dice que "Spinoza tiene que ser sentido como un santo". El procedimiento por el que Borges convierte al maldito en santo es el mismo en virtud del cual hace del spinozismo una religión. Por último incluyo uno de los poemas que Borges dedicó a Spinoza.
Hace cuarenta y siete años, dos amigas, estudiantes de Románicas, fueron invitadas a asistir al ingreso en la RAE de su profesor Manuel Alvar (7 de diciembre de 1975). Una de ellas presentó hoy (6 de noviembre de 2022) su discurso Ciencia en judeoespañolen el que pronuncia en judeoespañol fragmentos de las obras científicas seleccionadas.
Símbolo que señala la entrada al barrio judío (Tarazona, Aragón)
El artículo de Matilde Gini Barnatán, "El trezoro de la
lingua djudeo-espanyola": qué es el ladino y por qué se parece tanto al
español, publicado en El País, nos sirve para conocer mejor la herencia
sefardí, una cultura que legó muchos
saberes a la España de la época. Quien quiera aprender más sobre cultura
judeo-española dispone de bastantes recursos. Por ejemplo, hay grupos que se
comunican en esta lengua por internet, como “Ladinokomunitá”, con más de 800
miembros de distintos países, además de otras páginas web como Sfarad.es y
sefardiweb. Además, contamos con la Red de Juderías de España Caminos de
Sefarad, a la que pertenecen las ciudades que tenían población judía. Y también
vos azemos musafires [invitados] para sentirmos en la Radio Exterior de España,
en muestro programa “Emisión Sefarad” (domingos 23:30 hs.) y los sábados en
Radio 5, Luz de Sefarad a las 16:35 hs. Los dos kon kultura sefardí en munchos
temas.
A veces se nos olvida un dialecto del castellano: el judeoespañol o ladino, la lengua castellana de la época de los Reyes Católicos que los judíos se llevaron a su exilio. La lengua de los sefarditas o sefardíes (derivada de la palabra en hebreo que significa España, “Sefarad”) ha evolucionado muy poco, ha incorporado muchas palabras del hebreo y algunas palabras del árabe, turco o griego, y nos sirve para hacernos una idea de cómo era la fonética del castellano en el siglo XV. La audición de estos textos nos puede servir en clase como un ejemplo de la lengua y la literatura de esa época.
Los judíos fueron expulsados de España el 31 de julio de 1492, por un decreto que establecía la obligación de abandonar el territorio español, excepto a los que se convirtiesen al cristianismo. La mayoría de los sefardíes optaron por el exilio, y casi todos ellos fueron recibidos por el sultán Bayaceto II en el Imperio otomano. Otra parte se estableció en Marruecos, Holanda y algunos países de Europa Central.
Los sefardíes establecidos en el Imperio otomano pertenecían a un nivel social y económico en cierta medida superior al de las poblaciones autóctonas, lo cual permitió que éstos conservaran la lengua y la mayoría de sus tradiciones hispánicas por casi 400 años. Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la II Guerra Mundial, una serie de cambios históricos, políticos, sociales y culturales alteraron profundamente el entorno en que vivían los sefardíes y, en consecuencia, sus modos de vida.
En la actualidad, los sefardíes se encuentran dispersos por todo el mundo y, aunque
conservan la conciencia de sus orígenes y algunos de sus elementos identitarios (como
la práctica de una liturgia sinagogal específica), han perdido la mayor parte de sus
rasgos culturales específicos, incluido el uso de la que fue su lengua durante siglos (el judeoespañol), hoy relegada a entornos y usos muy minoritarios. El número de hablantes de judeoespañol ronda los 150.000.
La literatura, muy influida por los romances y canciones castellanos, se ha transmitido fundamentalmente por vía oral. Cuando los textos se escribían, lo hacían con caracteres hebraicos al igual que los mudéjares usaban el alifato o alfabeto árabe. A este tipo de escritura con alfabeto no latino se llama aljamiada.
Canto de parida o de nacimiento:
Dos canciones de amor:
Tu madre cuando te pario
Y te quito al mundo
Coracon ella no te dio
Para amar segundo,
Adio,
Adio Querida,
No quero la vida,
Me l'amagrates tu,
Va, busacate otro amor,
Aharva otras puertas,
Aspera otro ardor,
Que para mi sos muerta.....
Elías Canetti, que nació en Rutschuk (Bulgaria), en el bajo Danubio, cuenta en La lengua absuelta, el primer tomo de su autobiografia, que las primeras canciones de su infancia fueron viejos romances españoles." Manzanicas coloradas las que vienen de Stambol", así termínaba una de esas canciones. Butica, era la tienda donde el abuelo y sus hijos pasaban el día; y cuando venía a verles un tío suyo, hermano mayor de su padre, se dirígía a él y, estirando su mano sobre su cabeza, le decía: "Yo ti bendigo, Eliachu, amén". También recuerda que durante el parto de su hermano oyó gritar a su madre desde la puerta: " ¡Madre mía querida! ¡Madre mía querida!" El ladíno o castellano antiguo fue una de las lenguas de Canetti. Tenía que ver con el pasado remoto de su familia. Eran sefardíes, y el español que hablaban desde la expulsión había evolucionado muy poco a través de los siglos. Los sefardíes, judíos creyentes para quienes la vida de la comunidad religiosa tenía un significado esencial, se consideraban judíos especiales, orgullosos y arrogantes, lo que según Canetti estaba estrechamente relacionado con su tradición española. Ese orgullo les había hecho conservar las palabras que guardaban la memoria de aquel lugar remoto que se habían visto forzados a abandonar y, tal vez, con esa memoria la ilusión del regreso.