miércoles, 2 de octubre de 2024

El insólito éxito de la zarzuela en la pantalla muda (7)

 La zarzuela española, cuyo último momento de apogeo y esplendor tiene lugar a finales del siglo XIX, con Ruperto ChapíTomás BretónEmilio ArrietaFrancisco Asenjo Barbieri o Federico Chueca, presenta notables puntos de contacto con otras formas de teatro musical europeo. Pero era el llamado género chico, un subgénero de la zarzuela  en un acto, el que abriría las puertas a un público popular al producir sesiones de menor duración que hacían el espectáculo más barato y accesible. Ese mismo público llenó las salas del cine mudo. 

Sabemos que el cine no era silencioso, que se acompañaba de música externa, que se adaptó a teatros, pero lo verdaderamente extraño y paradójico es que en la década de los veinte se pusieran de moda en España las adaptaciones para la pantalla muda de conocidas zarzuelas y de revistas musicales sobre todo en la producción madrileña. Los pioneros del negocio del cine vieron que su carácter popular atraería a un mayor público. Este no acudía al cine a contemplar algo desconocido, sino a disfrutar en una experiencia colectiva que solicitaba la participación directa de este público en los pasajes famosos, coreados ante la aparición en pantalla de las letras de las canciones más populares bajo el soporte del acompañamiento musical de la orquesta del salón. Todas estas zarzuelas o dramas líricos llevados a la pantalla contaron con una partitura musical, por lo general adaptada del original teatral. Era un espectáculo total, en el que la música, el drama, los sainetes, el baile folclórico, los ambientes costumbristas y los temas de actualidad se entremezclaban en piezas con personalidad propia. Llegó a ser tan popular que se hicieron numerosas adaptaciones cinematográficas.  De forma paralela, se desarrolla la incipiente industria cinematográfica, junto a un debate en torno a lo que era o debía ser el cine nacional. Ante el empuje del cine americano, alemán y francés, la producción española respondió con las herramientas del folclorismo y la tradición 

Segundo de Chomón pasa por ser el primer cultivador de este subgénero. Ya en 1910 había adaptado tres conocidas zarzuelas al cinematógrafo para la producción catalana: Los guapos, El puñao de rosas y Las tentaciones de San Antonio, a la que seguirían Carceleras (1911) y La Chavala (A. Marro, 1914).

La producción madrileña comenzó a exhibir, tras el afortunado éxito de La Verbena de la  Paloma (1921La España trágica (1922), una desenfrenada profusión de zarzuelas, cuyos libretos se adscriben al sainete, melodramas rurales y films sobre el universo taurino. La primera adaptación cinematográfica de La Verbena de la Palomadirigida por José Buchsfue estrenada en el Circo Price de Madrid. La película contó con el apoyo del mismo Tomás Bretón, quien adaptó la música para que una orquesta en vivo acompañara la proyección, de ella solo se conserva una copia incompleta de la cinta de aproximadamente 55 minutos. En relación con el éxito de la cinta, la revista El Cine opinaba: "El cine y la música se han aliado en esta ocasión para proporcionar un éxito largo y duradero al arte español".

En los años veinte se realizaron películas basadas en las obras teatrales de Chapí, la mayoría se realizaron tras su fallecimiento, en 1909: La bruja (1923), Rosario la cortijera (1923), La chavala (1925) y El rey que rabió (1929); aunque sí se pueden establecer algunos puntos de conexión entre el autor y el cinematógrafo. El gran éxito se consiguió con La Revoltosa, dirigida por Florián Rey, que había abandonado su carrera como actor y al que llamaban “Lubitsch con cachirulo” y protagonizada por Juan de Orduña (1924) quien ya como director realizaría una nueva versión en 1969. Con libreto de José López Silva y Carlos Fernández Shaw y música compuesta por el maestro Ruperto Chapí, la zarzuela fue representada por primera vez el 25 de noviembre de 1897 en el teatro Apolo de Madrid.


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