Si no se te queda en prosa, se te quedará en verso. Esa es la intención con la que la obra Cincuenta sonetos lingüísticos (Pie de Página, 2020) que ha escrito Ramón Alemán, con prólogo del escritor y periodista Juan Cruz e ilustraciones de Ventura Alemán, ve la luz: que corrijamos esos fallos a la hora de escribir (y de hablar) que cometemos los hablantes.
Alemán es también corrector de textos*, este canario no se cansa de animarnos a usar correctamente nuestra lengua de una manera amena y sin abroncamientos, que ya estamos todos muy cansados del tono abrupto de muchos sabios que en el mundo han sido y son. «Yo tengo un blog, Lavadora de textos, en el que llevo diez años publicando artículos sobre el buen uso del español»
Soneto lingüístico al traductor (nº 60)
Gracias a Dios, y nunca mejor dicho,
existen traductores en el mundo,
pues fue ese Dios, celoso y tremebundo,
quien dio a Babel mil lenguas por capricho.
El traductor, juicioso masoquista,
convierte en comprensible un raro texto
vertiendo habilidad, duda y contexto
en su ancestral marmita de alquimista.
Por él cabalga don Quijote en Francia,
a Dickens en polaco ya han leído
y El principito tuve yo en mi
infancia.
La traducción es puente que ha tendido
el hombre sobre ríos de ignorancia,
y allá el altivo Dios si se ha ofendido.
*Esta entrada del blog completa la anterior sobre el autor.
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