En la actualidad, el titulo es fundamental para un libro, sobre todo para
una novela, tiene que ser original,
atractivo, fácilmente memorizable, coherente, corto o largo, pero siempre sugestivo,
porque es el resumen del argumento, lo que el escritor ha querido
comunicar. Un buen título es la carta de
presentación de un libro, una presentación adecuada puede acercarlo a más
lectores. En alguna parte del texto tiene que ser explicado. Si el autor no es muy
conocido, el título tendrá la máxima importancia. Un
consejo: un título no debe dar muchas pistas sobre qué la historia o el
lector perderá el interés. Debe ocultar siempre la verdadera clave de la
narración, permitir que quien lo lea se sorprenda por sí mismo. Los
hay de todas clases, con el nombre del protagonista ("Marianela"); con una sola palabra ("La Busca", "La
colmena"); con toda una oración ('La
increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada' de
Gabriel García Márquez, "El guardían entre el centeno" de Salinger); con
títulos extraños y sorprendentes ( "El abuelo que saltó por la ventana y
se largó", de Jonas Jonasson, "Las ardillas de Central Park están
tristes los lunes" de Katherine Pancol,
"Cuando Hitler robó el conejo rosa" de Judith Kerr); con una metáfora
evocadora ("La sombra del viento" de Ruiz Zafón). El título llega
siempre a la mente del escritor al comienzo o al final de la creación de una
forma mágica.
Todo
esto lo explicaba el profesor a sus alumnos somnolientos y desinteresados. Sus títulos preferidos eran
los que constaban de sustantivo y adjetivo: lo objetivo y lo subjetivo, lo esencial y lo
accesorio. Siempre pensó en un banco de títulos gratuitos que ayudaría a los
escritores poco inspirados en la difícil tarea de ser originales. Y empezó a
coleccionarlos de lecturas de aquí y de allí: Aletargado aburrimiento, Amada mascota, Acciones borradas, Atención maniática, Ávida vida, Vinoso ponto, Bellos públicos, Brutos secos, Caótica belleza, Casa fuerte, Cicatrices ocultas, Complaciente
papanatas, Conjunción copulativa, Cubiertas desgastadas, Desengaño despiadado, Desorden preciso, Dulce mar, Entrañas extrañas, Entrañas
palpitantes, Equilibristas ciegos, Estado conectado, Espectador domesticado, Estrategias narrativas, Extraño Esclavo, Estados excitados, Feroz felicidad, Franco
fresco, Frugales fruslerías, Fuegos fatuos, Habas
vanas, Heridas abiertas, Heteronimia ominosa, Horda devoradora, Implacable rudeza, Impúdico imprudente, Indigencia insignificante, Indigencia intelectual, Olor húmedo, Larga pesadumbre, Larvado resentimiento, Lava candente, Manchas
limpias, Masa amorfa, Mate amargo, Mentiras contrastadas, Mezcla perfecta, Misericordiosa inconsciencia, Misógino contumaz, Niebla meona, Obcecado ludópata, Otoño dorado, Paisaje sonoro, Parálisis general, Placer culpable, Plazo aplazado, Puro humo, Realismo visceral, Recuerdos materiales, Repugnante vileza, Rigor artis, Salvajismo jovial, Secreta receta, Silencio espeso, Silencios elocuentes, Sucio socio, Sol mustio, Sospechoso inocente, Sueño invencible, Tradiciones brumosas, Tensa espera, Trivial deseo, Vacas salvajes, Vivos colores. Al final, confesó que su favorito era Agua frita y papel asado. Y de los ya publicados, Papel mojado de Juan José Millás.
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