domingo, 26 de mayo de 2024

Los monos en la literatura (el cine y el arte)


Tal como el más bello de los monos es feo al compararlo con otra especie, el más inteligente de los hombres ante un dios parecerá un mono en inteligencia, en belleza y en todo lo demás.
                    (Heráclito, fragmento 119 de la edición de A. Gª Calvo)

Monos y hombres  

    »Yo por seguro tengo
(Dijole á Blas Manuel)
Que el mono es hoy lo mismo
Que ántes el hombre fué.
    Piedras cual hombre tira,
Y es muy frecuente en él
Reñir á garrotazos
Mejor que un montañes.«
    Blas dijo: »Reconozco
Al mono su saber;
Opino, sin embargo,
No como piensa usted.
    Hay en humano traje
Irracional cruel,
Que agarra piedra y palo
Sin qué ni para qué.
    Bicho de tal ralea
Debe sin duda ser
orangutan exento 
De andar a cuatro piés. 
                      
                                                                                      (Hartzenbusch, fábula XLVI)

    ...o me gustan mucho los monos y, sin embargo, cometo un error, porque los considero una imitación perfecta de la naturaleza humana. Cuando veo a uno […], tengo la impresión de verme en un espejo de aumento: los mismos sentimientos, los mismos apetitos brutales, un poco menos de orgullo y nada más.»     (Gustave Flaubert)

Los monos se han utilizado en la mayoría de las culturas como mascotas por su exotismo, inteligencia, sus aptitudes para la imitación y su facilidad para ser domesticados. Los nobles los utilizaban como un adorno y un símbolo de riqueza, y los titiriteros y gentes del circo los incluían en sus espectáculos para asombrar con sus piruetas al pueblo llano (El Quijote: Maese Pedro y el mono adivino). Los filósofos y los científicos han especulado sobre su naturaleza comparándola con el hombre. Por lo general, su representación en numerosas expresiones artísticas y literarias ha servido más como motivo de burla, al identificar la figura del mono con los instintos más bajos y primarios del hombre. Pero, desde que a mediados del siglo XIX las teorías de Darwin fundamentaron científicamente nuestro parentesco, adquirieron una dimensión inesperada, dramática, objeto de todo tipo de fabulaciones, ironías y pesadillas. 

Los monos en el arte

Desde el siglo XVII se puso de moda entre los pintores hacer cuadros con escenas de la vida cotidiana (jugar a las cartas, acudir al dentista, ir a la escuela, leer un libro…) protagonizados por monos en vez de humanos. Este subgénero pictórico perduró los siglos siguientes y hasta tiene su propio nombre singerie: la palabra francesa que significa «monería».

 Los monos en la literatura 

El mono gracioso y burlón es el modelo que aprovechan los fabulistas para descubrir moralejas en la imitación simplificada de las prácticas humanas. Así lo plantean Esopo (La zorra y el mono discuten por su nobleza), Tomás de Iriarte (El mono y el titiritero), La Fontaine (El lobo pone pleito al zorro ante el mono) y Samaniego (El lobo, la zorra y el mono juez).

Zaccaria Seriman, Viages de Enrique Wanton a las tierras incógnitas australes, y al país de las monas Viages de Enrique Wanton a las tierras incógnitas australes, y al país de las monas (1749). Sátira contra la sociedad y sus costumbres a través del viaje y naufragio de sus protagonistas en una isla habitada por simios. 

Pero otras veces, presas de turbias pasiones, los primates atacan al hombre y se dejan llevar por el salvajismo y la perversidad. En la antología De monos y hombresMarta Salís ha reunido diecisiete cuentos que ilustran perfectamente esta evolución de mascota graciosa y presentable a símbolo muchas veces oscuro de nuestra animalidad. De E. T. A. Hoffmann a Roberto Arlt, pasando por Flaubert, Poe, Lugones, Kafka, Lovecraft, Vallejo o Dinesen, vemos cómo la literatura se ha servido de los primates para ridiculizarnos, extrañarnos, forzar incómodamente nuestra comprensión. A veces imagen de la degradación, a veces recordatorio de la fatuidad, también ha sido un excelente pretexto para hablar de la cautividad y de los desmanes de la experimentación científica.

La siguiente lista de narraciones ordenadas cronológicamente nos acerca a la relación entre monos y hombres en literatura. El asterisco indica que el título citado es un cuento, los enlaces nos llevan al texto en pdf.

Hoffmann,  Noticia de un joven culto (1814). En este capítulo de la segunda parte de Kreisleriana, el narrador transcribe la carta de Milo, un joven que pasa de ser un salvaje a volverse todo un erudito…

Edgar Allan Poe, Los crímenes de la calle Morgue(1841). Cuento policíaco protagonizado por un gran orangután salvaje de las islas de la India Oriental, capaz de realizar los peores asesinatos

FlaubertQuidquid volueris* (1837). Escrito en la adolescencia presenta a un ser hijo de una mujer y un mono al que la desesperación conduce al crimen.

Kafka, Informe para una Academia* (1917)La obra parte de un aparente absurdo, de una situación insólita: una simio que hace cinco años ha dejado de serlo, redacta un Informe sobre lo simiesco y nos deja una reflexión sobre la definición de libertad.
Edgar Rice Burroughs Tarzán de los monos (1914)Huérfano y atrapado en el corazón de la selva africana, el heredero de Lord Greystoke es criado entre monos para convertirse en Tarzán, el hombre mono. Esta historia fue publicada por primera vez en la revista pulp All Story Magazine en octubre de 1912.
 Horacio Quiroga, El mono que asesinó* (1919). Cuento fantástico sobre una metamorfosis cruzada entre un humano y un simio. En 1904 ya había publicado Historia de Estilicón*, un bebé gorila que cambiará la vida de dos hombres (1904).
César VallejoLos caynas o el paso regresivo*, incluido en Escalas melografiadas (1923). Luis Urquizo tiene fama de loco entre sus vecinos pues todo lo observa a la inversa del sentido común, hasta que un día el problema se agrava cuando proclama ser un mono junto al resto de su familia.
Leopoldo lugonesYzur* (1924). La obsesión de un hombre por alcanzar una meta irrealizable: enseñarle a hablar a un mono. 
Delos W. LovelaceKing Kong (1932).Trata sobre el hallazgo de un gorila gigante, en una isla prehistórica perdida y sobre cómo fue capturado y llevado a la civilización contra su voluntad.
Isak Dinesen El mono* (1934). En sus breves páginas la autora se las arregla para contar historias muy diversas sutilmente emparentadas entre sí. Insinúa una perversa relación entre el mono y la Priora. Al final del relato, el mono termina encaramado sobre un busto de Immanuel Kant.
Roberto Arlt, Accidentado paseo a Moka* (1935). Escrito después de su viaje por España y Marruecos. 
Pierre Boulle, El planeta de los simios (1963). Como su título indica, trata sobre un planeta en el que los simios son la raza dominante. Su objetivo es comprobar cómo ellos repiten los mismos errores que nosotros.
Michael CrichtonCongo (1980). En esta novela de aventuras, Peter Elliott, un primatólogo de la Universidad de California, y su asistente enseñan la comunicación humana a los primates utilizando una gorila. 

Dian Fossey, Gorilas en la niebla (1983). La autora, asesinada en 1985 por un asaltante desconocido, combinó su aventura personal con un informe científico sin precedentes para completar un retrato inolvidable de nuestros parientes primates más cercanos.
 Daniel Quinn, Ishmael (1995). A través del cautivador diálogo entre un protagonista desilusionado y un sabio gorila se desvela un mensaje poderoso y urgente: nuestra civilización actual está atrapada en una trayectoria destructiva, impulsada por una ideología insostenible.
Stephen KingEl mono* (1980). La historia sobre dos hermanos gemelos que de pequeños encuentran un mono de juguete en el ático. El muñeco tiene unos platillos, los cuales toca de vez en cuando. ¿El problema? Que cada vez que lo hace, alguien cercano a los hermanos muere.

Monos en el cine 



Muchos de los libros citados han sido llevados al cine con gran éxito: Tarzán, King Kong y El planeta de los simios forman parte de nuestra infancia. Solo me permito recordar que la mona Chita era un chimpancé macho que fue creado por los guionistas de la MGM y que no figuraba en el libro. 

Para saber más

 cuyo título es una famosa frase de El planeta de los simios cruzada con el relato breve de terror La pata de mono escrito por el humorista W. W. Jacobs (1902).

No hay comentarios:

Publicar un comentario