viernes, 12 de junio de 2020

José Ángel Gómez Iglesias (Defreds)

Devanando la madeja de las redes sociales (buscaba una imagen para la entrada de "la zamorana" y los abrazos frustrados), me encontré por casualidad con Defreds, el nombre utilizado por el joven escritor José Ángel Gómez Iglesias. En Twitters @defreds cuenta con más de 320.000 seguidores, además mantiene perfiles en Facebook e Instagram, así como el blog de LoscalcetinesdeDefreds, donde ha publicado gran parte de su material. El pseudónimo por el que es conocido surgió casi por azar: por sugerencia de su hermano, empezó a buscar un nick y, y jugando con las letras del ordenador, surgió su apodo. Sus libros han vendido hasta la fecha más de 200.000 ejemplares. Escribe con sencillez temas eternos que van desde el amor al desamor, historias de su propia vida, el acoso, sus abuelos o la paternidad. Este autor sin complejos consigue acercar la literatura a gente joven, tarea nada fácil, porque "no todo el mundo lee lo mismo" y porque existan sus libros "no se va a dejar de leer a Miguel Hernández". En él he encontrado la voz del adolescente abrumado que algunos seguimos llevando dentro. 

Se describe así en su biografía:

Nací en Vigo una madrugada de octubre. Siempre fui un niño normal. Algo tímido e inseguro. Y enamoradizo. Me acuerdo de que escribía cartas de amor. Había una chica en el colegio que me encantaba y le escribía, aunque no me hacía ni caso. En el cole, regular. Me gustaban más las asignaturas de letras. Leía mucho en casa. Mi madre siempre me traía los libros del Círculo de Lectores. Me encantaban los de miedo. Me podía pasar horas repasándolos en la cama.
Y el tiempo fue pasando, poco a poco. Me enamoré alguna vez. Siempre arriesgando, aunque saliera mal. Dejé de ser tan jovencito para ser simplemente joven, dentro de mi cara aniñada. Escribiendo.

Una noche bastante llena de soledad y con mucha lluvia fue la primera vez que escribí una frase sobre algo que me estaba pasando en esa época. En Twitter.  Supongo que ahí empezó todo. La gente me leía, y cada vez más. Gente que se sentía identificada conmigo. No me podía creer que alguien leyera con ganas mis pensamientos.

Llegaron mis libros. Casi sin querer. Cuando abras el paracaídas. 1775 calles. Historias de un náufrago hipocondríaco. Con un cassette y un boli bic. Llegaron después muchas firmas en muchas ciudades. Ejemplares en miles de casas.

Y ahí sigo sonriendo, ilusionado como el primer día. Como el primer ejemplar.

La verdad que no tengo mucha biografía, pero sí muchos sueños.












1 comentario:

ola dijo...

aiaiai gitana gitanaa tu pelo tu pelo tu cara tu caraaa

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