Hay dos tipos de turistas que son tan
respetables como irreconciliables: los que se compraron un I-phone y los que utilizan
un teléfono Android; los que les gusta viajar en manada y los solitarios que
demandan silencio y tiempo libre; los amantes de los selfies y los que odian
las fotografías, sobre todo las de grupo; los que viajan con una maleta grande
y los que lo hacen con una pequeña; los que disfrutan en los museos y los que prefieren
sentarse en un café a ver la vida pasar; los compradores compulsivos y los inmunes
a la tentación de las compras que casi siempre son baratijas; los que se cuelan
en el buffet y los que respetan la fila; los que corren para llegar antes a las
paradas técnicas que incluyen cuarto de baño y los que mantienen su paso; los
que sienten "horror vacui" si tienen un minuto libre y los que darían
su vida por un descanso después de comer; los que se las agencian siempre para
coger los mejores puestos en el autobús utilizando las manidas triquiñuelas de
poner un bolso con antelación y los que creen que todos tienen que rotar de una manera justa;
los que siempre están dispuestos a dar abrazos en las despedidas y los que se
esfumarían antes que abrazar indiscriminadamente; los que aprovechan para
contar su vida y los que piensan que todas las vidas no son interesantes. Ni
que decir tiene que yo pertenezco al segundo grupo. En la carrera
por la supervivencia siempre llego la última porque todo el mundo me
adelanta.
domingo, 5 de mayo de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
No te hagas tanto la víctima, que también tu has sobrevivido a todas las peripecias esas que cuentas.
Y tienes razón en que el verdadero viajero no puede ir con prisas. Lo que más me gusta también es ver pasar la vida desde la terraza de un café.
Publicar un comentario