Cuando era pequeña me impactó una escena de Ben-Hur, un
golpe de mala suerte hace que su hermana se apoye en el borde de la azotea de su casa y una teja se desprenda al paso de la comitiva que llevaba al
gobernador. El accidente provoca la desgracia de la familia. Este mes de
agosto, en el campo de Villena, cerca de la escuela de tenis de Juan Carlos Ferrero, cuando todos estábamos
hablando en la cocina, oímos un ruido tremendo como si hubiese temblado la tierra.
Rápidamente salimos al porche, donde las tejas de la marquesina, resentidas por una
obra reciente, se habían caído inesperadamente sobre el terrario y la casita de los dos niños de la casa. Apenas un minuto antes el pequeño de
dieciocho meses estaba jugando allí. Todos nos quedamos sin
palabras, temblando. Al abuelo se le cayeron las lágrimas. Enseguida
quitamos todas las tejas. No hemos vuelto a hablar del tema. Constatamos que apenas un minuto puede separar
la felicidad de la desgracia, apenas unos segundos suponen un intervalo entre
la vida y la muerte. La mala suerte está acechándonos inexorablemente, el
destino cruel permanece agazapado buscando
cualquier debilidad. Afortunadamente, esta vez ganó la batalla el ángel de la
guarda.
jueves, 15 de agosto de 2013
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1 comentario:
Se me han puesto los pelos de punta al leerlo
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