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Paluzie editores (Facsímil, 2019) |
Los contenidos de los libros de lectura afectan positiva o negativamente a sus lectores por lo que siempre ha habido un gran interés en controlar su utilización en la educación infantil. A lo largo de la historia las diferentes ideologías dominantes los han utilizado como medio de adoctrinamiento. Un ejemplo de ello son los libros de buenas costumbres y urbanidad que se leían en la escuela para fomentar el interés por la lectura y aleccionar a los niños, inculcándoles las ideas propias del sistema en el que vivían, muchas veces acompañados de cuentos y narraciones breves. Recordemos que el modelo que debían seguir los niños y las niñas, segregados en la escuela, era diferente y claramente discriminatorio para las mujeres.
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Urbanidad para niños y para niñas. Ed. Calleja (1890) |
El paradigma fue Juanito de Parravicini (1837) traducida al español en 1848 que gozó de un enorme éxito y sirvió de referencia a muchas publicaciones posteriores. La literatura infantil italiana gozó de gran predicamento en la España del XIX y comienzos del XX, siendo sus máximos exponentes el conocido Corazón de Edmundo de Amicis (1886) donde se inculcaba a los jóvenes italianos el amor a la patria, el respeto a la autoridad y a los padres, el espíritu de sacrificio, el heroísmo, la caridad, la piedad, la obediencia y también el mejor modo de soportar las desgracias de la vida. También fue muy popular el libro de Silvio Pellico Los deberes de los hombres (1832). A principios del siglo XX, se tradujeron: Deberes del hombre de Mazzini, El Amigo de Pazzi y ¡Casa mía! ¡Patria mía! de Fabiani.
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Las cuatro eses del hombre: santo, sabio, sano y social |
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Calleja, 1890 |
Existe una secuela de Juanito llamada Tesoro de las escuelas que contiene una selección ampliada del texto original con otras muchas materias: historia sagrada, historia de España, conocimientos útiles e inventos modernos, realizada por S.C. Fernández y editada por Calleja en 1890. El famoso editor, pedagogo y escritor, difundió las tendencias pedagógicas europeas llenándolas de didácticas ilustraciones realizadas por afamados dibujantes. Su labor editorial estuvo orientada hacia dos frentes. El primero a la edición de cuentos infantiles y el segundo a la edición de libros escolares. Su filosofía consistía en abaratar el precio final del producto y publicar un mayor número de ejemplares.