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sábado, 26 de junio de 2010

Ejercicios interactivos de refuerzo



http://www.xtec.net/~jgenover/lexico.htm Sobre léxico
Refuerzo ESO:
http://recursosenred.wikispaces.com/REFUERZO+LENGUA+1%C2%BA+ESO

Acentuación:

Nivel inicial
http://www.edu.xunta.es/contidos/premios/p2003/b/archaron9/COMUNICACION/ORTOGRAFIA/acento.htm
Contiene 4 ejercicios sencillos de acentuación que no implican ningún problema informático.
Palabras, silabas y acentuación
http://clic.xtec.cat/projects/acentuar/jclic/acentuar.jclic.zip
Paquete de actividades dirigido a aprender a acentuar las palabras, conociendo los diptongos e hiatos y siguiendo las normas de la R.A.E. de la Lengua. A lo largo del paquete también se van recordando y aprendiendo estas normas.
Silabas y acentuación
http://clic.xtec.cat/projects/silacen/jclic/silacen.jclic.zip
Actividades para trabajar la separación de sílabas, diptongos, triptongos, hiatos, identificación de la sílaba tónica y repaso a las normas de acentuación del español
Acentuación
http://clic.xtec.cat/projects/accents/jclic/accents.jclic.zip
Actividades para trabajar la separación de sílabas, diptongos, triptongos, hiatos, identificación de la sílaba tónica y repaso a las normas de acentuación del español
Nivel medio:
Ejercicios sobre el acento diacrítico y la acentuación de las palabras compuestas
http://www.desocupadolector.net/gramatica/indicejercicios.htm
Muy interesante porque incluye un texto oral
http://www.materialesdelengua.org/WEB/hotpotatoes/ortografia/JClo_diacriticos.htm
Más ejercicios interactivos aplicaciones didácticas como herramienta de apoyo profesor:
http://www.aplicaciones.info/presen.htm

Y como siempre la mejor página de ejercicios interactivos clasificados:
http://www.materialesdelengua.org/WEB/index_web.htm

jueves, 24 de junio de 2010

El arte del insulto


Diccionario del insulto
Conde y González (Mario y Felipe) son dos aventureros de la vida, dos achangueros, bailones, birlos, buscas, choris, choricenates, choros, gerifaltes, gindas, guindaleros, merchantes, pispos, quitones, quinadores, sopistas, volatas, quitameriendas... Esta retahíla de improperios pertenece a un artículo de Francisco Umbral publicado en EL MUNDO y que aparece en la presentación del Diccionario del insulto, un libro publicado por Ediciones Península que han escrito tres profesores de Lingüística General de la Universidad de Granada.¿Sabías que este diccionario recoge nada menos que 5.000 entradas y que, aun así, eso sólo es una parte de los muchos insultos que circulan por ahí? Leerlo nos servirá para saber cuándo somos insultados y cómo insultar.
POR EJEMPLO
ABRAZAFAROLAS. Borracho que se recoge a menudo en un estado lamentable.
AGONIOSO. Ansioso y egoísta, que apremia constantemente a los demás, contagiando su estado nervioso, produciendo estrés en su entorno.
ENTREVERADO. Loco que sufre ataques repentinos e intermitentes de enajenación mental, ciclotímico.
FACINEROSO. Malvado, delincuente “que ha cometido grandes delitos y tiene intención de continuar”.
MALABABA. Ser antipático y malvado.
REPARON. Quisquilloso, chinchorrero, que pone reparos continuamente, que lo critica todo.
SATRAPA. Déspota; taimado, ladino; dirigente corrupto.
SOBAESQUINAS. Vago, desgraciado.
SUAVON. Hipócrita que se finge bondadoso e inofensivo.
MALABABA. Ser antipático y malvado.
SINSORGO. Soseras y medio bobo.
TRACANTOS. Tonto e inutil.
VIVALES. Fresco, tunante, caradura que vive muy bien, a base de no preocuparse demasiado si hay que perjudicar a otros para lograrlo.
ZANGOLOTINO. Adolescente frivolón que viste y se comporta como un niño.

Si alguien te ha hecho enojar, no te pegues con él, insulta educadamente. Algunos piensan que es un acto de justicia o un acto de caridad. Lo que no cabe duda es que el insulto es una forma de violencia hacia afuera que deberíamos evitar; pero, si no es posible, conviértelo en un arte.



Para saber más:
Sobre la historia de las palabrotas:
www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n23/23_mespinosa.html
http://www.psicofxp.com/forums/discusiones-generales.13/437926-los-insultos.html
Marcos Perea, Breve antología del insulto http://www.jotdown.es/2018/02/breve-antologia-del-insulto/
Qué bien sienta soltar un taco 

Cojones

RIQUEZA DEL LENGUAJE CASTELLANO Un ejemplo de la riqueza del lenguaje castellano es el número de acepciones de una simple palabra como puede ser la muy conocida y frecuentemente utilizada que hace referencia a los atributos masculinos, "cojones" Si va acompañado de un numeral, tiene significados distintos, según el número utilizado. Así, "uno" significa caro o costoso (valía un cojón), "dos" significa valentía (tiene dos cojones), "tres" significa desprecio (me importa tres cojones), un número muy grande y par significa dificultad (lograrlo me costó mil pares de cojones). El verbo cambia el significado. "Tener" indica valentía (aquella persona tiene cojones), aunque en admiración puede significar sorpresa (¡tiene cojones!), "poner" expresa un reto, especialmente si se pone en algunos lugares (puso los cojones encima de la mesa), "tocar" indica paciencia (¡no me toques los cojones¡). Se los utiliza para apostar (me corto los cojones), o para amenazar (te corto los cojones). El tiempo utilizado cambia el significado de la frase. Así el tiempo presente indica molestia o hastío (me toca los cojones), el reflexivo significa vagancia (se toca los cojones), pero el imperativo significa sorpresa (¡tócate los cojones!). Los prefijos o sufijos modulan su significado: "a-" expresa miedo (acojonado),"des-" significa cansancio (descojonado), "-udo" indica perfección (cojonudo), pero "-azo" se refiere a la indolencia o abulia (cojonazos). Las preposiciones matizan la expresión. "De" significa éxito (me salió de cojones) o cantidad (hacía un frío de cojones), "por" expresa voluntariedad (lo haré por cojones), "hasta" expresa el limite de aguante (estoy hasta los cojones), Pero "con" indica el valor (era un hombre con cojones) y "sin" la cobardía (era un hombre sin cojones). Es distinto el color, la forma, la simple textura o el tamaño. El color violeta expresa el frío (se me quedaron los cojones morados), la forma el cansancio (tenia los cojones cuadrados), pero el desgaste implica experiencia (tenía los cojones pelados de repetirlo). Es importante el tamaño y la posición (tiene dos cojones grandes y bien plantados); sin embargo hay un tamaño máximo (tiene los cojones como el caballo de Espartero) que no puede superarse, porque indica torpeza o vagancia (le cuelgan, se los pisa, se sienta sobre ellos e incluso necesita una carretilla para llevarlos). La interjección ¡cojones! Significa sorpresa, y cuando uno se halla perplejo los solicita (¡ manda cojones!). En ese lugar reside la voluntad y de allí surgen las órdenes (me sale de los cojones). En resumen, será difícil encontrar una palabra en castellano o en otros idiomas con mayor número de acepciones. (1) La situación anatómica también expresa estado de ánimo (se me pusieron los cojones de corbata).Un compromiso ante circunstancias difíciles y la voluntad de superar adversidades queda muy bien expresada con "hay que echarle cojones". Los aires dictatoriales y autoritarios se ponen de manifiesto con "aquí no hay más cojones que los míos". (1) Con mi admiración y respeto al autor de esta prueba de humor de tan buen castellano como buena ley, me he permitido añadir una modesta colaboración que contribuya a la sonrisa de aquel que lo leyere.


domingo, 20 de junio de 2010

La conjuración de las palabras, Pérez Galdós


Érase un gran edificio llamado Diccionario de la Lengua castellana, de tamaño tan colosal y fuera de medida, que, al decir de los cronistas, ocupaba casi la cuarta parte de una mesa, de estas que, destinadas a varios usos, vemos en las casas de los hombres. Si hemos de creer a un viejo documento hallado en viejísimo pupitre, cuando ponían al tal edificio en el estante de su dueño, la tabla que lo sostenía amenazaba desplomarse, con detrimento de todo lo que había en ella. Formábanlo dos anchos murallones de cartón, forrados en piel de becerro jaspeado, y en la fachada, que era también de cuero, se veía un ancho cartel con doradas letras, que decían al mundo y a la posteridad el nombre y significación de aquel gran monumento.
Por dentro era un laberinto tan maravilloso, que ni el mismo de Creta se le igualara. Dividíanlo hasta seiscientas paredes de papel con sus números llamados páginas. Cada espacio estaba subdividido en tres corredores o crujías muy grandes, y en estas crujías se hallaban innumerables celdas, ocupadas por los ochocientos o novecientos mil seres que en aquel vastísimo recinto tenían su habitación. Estos seres se llamaban palabras.
* * *
Una mañana sintióse gran ruido de voces, patadas, choque de armas, roce de vestidos, llamamientos y relinchos, como si un numeroso ejército se levantara y vistiese a toda prisa, apercibiéndose para una tremenda batalla. Y a la verdad, cosa de guerra debía de ser, porque a poco rato salieron todas o casi todas las palabras del Diccionario, con fuertes y relucientes armas, formando un escuadrón tan grande que no cupiera en la misma Biblioteca Nacional. Magnífico y sorprendente era el espectáculo que este ejército presentaba, según me dijo el testigo ocular que lo presenció todo desde un escondrijo inmediato, el cual testigo ocular era un viejísimo Flos sanctorum, forrado en pergamino, que en el propio estante se hallaba a la sazón.
Avanzó la comitiva hasta que estuvieron todas las palabras fuera del edificio. Trataré de describir el orden y aparato de aquel ejército, siguiendo fielmente la veraz, escrupulosa y auténtica narración de mi amigo el Flos sanctorum.
Delante marchaban unos heraldos llamados Artículos, vestidos con magníficas dalmáticas y cotas de finísimo acero; no llevaban armas, y sí los escudos de sus señores los Sustantivos, que venían un poco más atrás. Estos, en número casi infinito, eran tan vistosos y gallardos, que daba gozo verlos. Unos llevaban resplandecientes armas del más puro metal, y cascos en cuya cimera ondeaban plumas y festones; otros vestían lorigas de cuero finísimo, recamadas de oro y plata; otros cubrían sus cuerpos con luengos trajes talares, a modo de senadores venecianos. Aquéllos montaban poderosos potros ricamente enjaezados, y otros iban a pie. Algunos parecían menos ricos y lujosos que los demás; y aún puede asegurarse que había bastantes pobremente vestidos, si bien éstos eran poco vistos, porque el brillo y elegancia de los otros como que les ocultaba y obscurecía. Junto a los Sustantivos marchaban los Pronombres, que iban a pie y delante, llevando la brida de los caballos, o detrás, sosteniendo la cola del vestido de sus amos, ya guiándoles a guisa de lazarillos, ya dándoles el brazo para sostén de sus flacos cuerpos, porque, sea dicho de paso, también había Sustantivos muy valetudinarios y decrépitos, y algunos parecían próximos a morir. También se veían no pocos Pronombres representando a sus amos, que se quedaron en cama por enfermos o perezosos, y estos Pronombres formaban en la línea de los Sustantivos como si de tales hubieran categoría. No es necesario decir que los había de ambos sexos; y las damas cabalgaban con igual donaire que los hombres, y aun esgrimían las armas con tanto desenfado como ellos.
Detrás venían los Adjetivos, todos a pie; y eran como servidores o satélites de los Sustantivos, porque formaban al lado de ellos, atendiendo a sus órdenes para obedecerlas. Era cosa sabida que ningún caballero Sustantivo podía hacer cosa derecha sin el auxilio de un buen escudero de la honrada familia de los Adjetivos; pero éstos, a pesar de la fuerza y significación que prestaban a sus amos, no valían solos ni un ardite, y se aniquilaban completamente en cuanto quedaban solos. Eran brillantes y caprichosos sus adornos y trajes, de colores vivos y formas muy determinadas; y era de notar que cuando se acercaban al amo, éste tomaba el color y la forma de aquéllos, quedando transformado al exterior, aunque en esencia el mismo.
Como a diez varas de distancia venían los Verbos, que eran unos señores de lo más extraño y maravilloso que puede concebir la fantasía.
No es posible decir su sexo, ni medir su estatura, ni pintar sus facciones, ni contar su edad, ni describirlos con precisión y exactitud. Basta saber que se movían mucho y a todos lados, y tan pronto iban hacia atrás como hacía adelante, y se juntaban dos para andar emparejados. Lo cierto del caso, según me aseguró el Flos sanctorum, es que sin los tales personajes no se hacía cosa a derechas en aquella República, y si bien los Sustantivos eran muy útiles, no podían hacer nada por sí, y eran como instrumentos ciegos cuando algún señor Verbo nos los dirigía. Tras éstos venían los Adverbios, que tenían cataduras de pinches de cocina; como que su oficio era prepararles la comida a los verbos y servirles en todo. Es fama que eran parientes de los Adjetivos, como lo acreditaban viejísimos pergaminos genealógicos, y aun había Adjetivos que desempeñaban en comisión la plaza de Adverbios, para lo cual bastaba ponerles una cola o falda que decía: mente.
Las Preposiciones eran enanas, y más que personas parecían cosas, moviéndose automáticamente: iban junto a los Sustantivos para llevar recado a algún Verbo, o viceversa. Las Conjunciones andaban por todos lados metiendo bulla; y una de ellas especialmente, llamada que, era el mismo enemigo y a todos los tenía revueltos y alborotados, porque indisponía a un señor Sustantivo con un señor Verbo, y a veces trastornaba lo que éste decía, variando completamente el sentido. Detrás de todos marchaban las Interjecciones, que no tenían cuerpo, sino tan sólo cabeza, con gran boca siempre abierta. No se metían con nadie, y se manejaban solas; que aunque pocas en número, es fama que sabían hacerse valer.
De estas palabras, algunas eran nobilísimas, y llevaban en sus escudos delicadas empresas, por donde se venía en conocimiento de su abolengo latino o árabe; otras, sin alcurnia antigua de que vanagloriarse, eran nuevecillas, plebeyas o de poco más o menos. Los nobles las trataban con desprecio. Algunas había también en calidad de emigradas de Francia, esperando el tiempo de adquirir nacionalidad. Otras, en cambio, indígenas hasta la pared de enfrente, se caían de puro viejas, y yacían arrinconadas, aunque las demás guardaran consideración a sus arrugas; y las había tan petulantes y presumidas, que despreciaban a las demás mirándolas enfáticamente.
Llegaron a la plaza del Estante y la ocuparon de punta a punta. El verbo Ser hizo una especie de cadalso o tribuna con dos admiraciones y algunas comas que por allí rodaban, y subió a él con intención de despotricarse; pero le quitó la palabra un Sustantivo muy travieso y hablador, llamado Hombre, el cual, subiendo a los hombros de sus edecanes, los simpáticos Adjetivos Racional y Libre, saludó a la multitud, quitándose la H, que a guisa de sombrero le cubría, y empezó a hablar en estos o parecidos términos:
–Señores: la osadía de los escritores españoles ha irritado nuestros ánimos, y es preciso darles justo y pronto castigo. Ya no les basta introducir en sus libros contrabando francés, con gran detrimento de la riqueza nacional, sino que cuando por casualidad se nos emplea, trastornan nuestro sentido y nos hacen decir lo contrario de nuestra intención. (Bien, bien.) De nada sirve nuestro noble origen latino, para que esos tales respeten nuestro significado. Se nos desfigura de un modo que da grima y dolor. Así, permitidme que me conmueva, porque las lágrimas brotan de mis ojos y no puedo reprimir la emoción. (Nutridos aplausos.)
El orador se enjugó las lágrimas con la punta de la e, que de faldón le servía, y ya se preparaba a continuar, cuando le distrajo el rumor de una disputa que no lejos se había entablado.
Era que el Sustantivo Sentido estaba dando de mojicones al Adjetivo Común, y le decía:
–Perro, follón y sucio vocablo, por ti me traen asendereado y me ponen como salvaguardia de toda clase de desatinos. Desde que cualquier escritor no entiende palotada de una ciencia, se escuda con el Sentido Común, y ya le parece que es el más sabio de la Tierra. Vete, negro y pestífero Adjetivo, lejos de mí, o te juro que no saldrás con vida de mis manos.
Y al decir esto el Sentido enarboló la t, y dándole un garrotazo con ella a su escudero le dejó tan mal parado, que tuvieron que ponerle un vendaje en la o, y bizmarle las costillas de la m, porque se iba desangrando por allí a toda prisa.
–Haya paz, señores –dijo un Sustantivo Femenino llamado Filosofía, que con dueñescas tocas blancas apareció entre el tumulto. Mas en cuanto le vio otra palabra llamada Música, se echó sobre ella y empezó a mesarle los cabellos y a darle coces, cantando así:
–Miren la bellaca, la sandia, la loca; ¿pues no quiere llevarme encadenada con una Preposición, diciendo que yo tengo Filosofía? Yo no tengo sino Música, hermana. Déjeme en paz y púdrase de vieja en compañía de la Alemana, que es otra vieja loca.
–Quita allá, bullanguera –dijo la Filosofía, arrancándole a la Música el penacho o acento que muy erguido sobre la ú llevaba–; quita allá, que para nada vales ni sirves más que de pasatiempo pueril.
–Poco a poco, señoras mías –gritó un Sustantivo alto, delgado, flaco y medio tísico, llamado el Sentimiento–. A ver, señora Filosofía, si no me dice usted esas cosas a mi hermana, o tendremos que vernos las caras. Estése usted quieta y deje a Perico en su casa, porque todos tenemos trapitos que lavar, y si yo saco los suyos, ni con colada habrán de quedar limpios.
–Miren el mocoso –dijo la Razón, que andaba por allí en paños menores y un poquillo desmelenada–, ¿qué sería de esos badulaques sin mí? No reñir, y cada uno a su puesto, que si me incomodo...
–No ha de ser –dijo el Sustantivo Mal, que en todo había de meterse.
–¿Quién le ha dado a usted vela en este entierro, tío Mal? Váyase al Infierno, que ya está de más en el mundo.
–No, señoras; perdonen usías, que no estoy sino muy retebién. Un poco decaidillo andaba; pero después que tomé este lacayo, que ahora me sirve, me voy remediando.
Y mostró un lacayo, que era el Adjetivo Necesario.
–Quítenmela, que la mato –chillaba la Religión, que había venido a las manos con la Política–; quítenmela, que me ha usurpado el nombre para disimular en el mundo sus socaliñas y gatuperios.
–Basta de indirectas. ¡Orden! –dijo el Sustantivo Gobierno, que se presentó para poner paz en el asunto.
–Déjelas que se arañen, hermano –observó la Justicia–; déjelas que se arañen, que ya sabe vuecencia que rabian de verse juntas. Procuremos nosotros no andar también a la greña, y adelante con los faroles.
Mientras esto ocurría, se presentó un gallardo Sustantivo, vestido con relucientes armas y trayendo un escudo con peregrinas figuras y lema de plata y oro. Llamábase el Honor, y venía a quejarse de los innumerables desatinos que hacían los humanos en su nombre, dándole las más raras aplicaciones y haciéndole significar lo que más les venía a cuento. Pero el Sustantivo Moral, que estaba en un rincón atándose un hilo en la l, que se le había roto en la anterior refriega, se presentó, atrayendo la atención general. Quejóse de que se le subían a las barbas ciertos Adjetivos advenedizos, y concluyó diciendo que no le gustaban ciertas compañías, y que más le valiera andar solo; de lo cual se rieron otros muchos Sustantivos fachendosos que no llevaban nunca menos de seis Adjetivos de servidumbre.
Entretanto, la Inquisición, una viejecilla que no se podía tener, estaba pegando fuego a una hoguera que había hecho con interrogantes gastados, palos de T y paréntesis rotos, en la cual hoguera dicen que quería quemar a la Libertad, que andaba dando zancajos por allí con muchísima gracia y desenvoltura. Por otro lado estaba el Verbo Matar, dando grandes voces, y cerrando el puño con rabia, decía de vez en cuando:
–¡Si me conjugo...!
Oyendo lo cual, el Sustantivo Paz acudió corriendo tan aprisa, que tropezó en la z con que venia calzada y cayó cuan larga era, dando un gran batacazo.
–Allá voy –gritó el Sustantivo Arte, que ya se había metido a zapatero–. Allá voy a componer este zapato, que es cosa de mi incumbencia.
Y con unas comas le clavó la z a la Paz, que tomó vuelo y se fue a hacer cabriolas ante el Sustantivo Cañón, de quien dicen estaba perdidamente enamorada.
No pudiendo ni el Verbo Ser, ni el Sustantivo Hombre, ni el Adjetivo Racional poner en orden a aquella gente, y comprendiendo que de aquella manera iban a ser vencidos en la desigual batalla que con los escritores españoles tendrían que emprender, resolvieron volverse a su casa. Dieron orden de que cada cual entrara en su celda, y así se cumplió, costando gran trabajo encerrar a algunas camorristas, que se empeñaban en alborotar y hacer el coco.
Resultaron de este tumulto bastantes heridos, que aún están en el hospital de sangre, o sea Fe de erratas del Diccionario. Han determinado congregarse de nuevo para examinar los medios de imponerse a la gente de letras. Se están redactando las pragmáticas, que establecerán el orden en las discusiones. No tuvo resultado el pronunciamiento, por gastar el tiempo los conjurados en estériles debates y luchas de amor propio, en vez de congregarse para combatir al enemigo común; así es que concluyó aquello como el Rosario de la Aurora.
El Flos sanctorum me asegura que la Gramática había mandado al Diccionario una embajada de géneros, números y casos para ver si por las buenas, y sin derramamiento de sangre, se arreglaban los trastornados asuntos de la Lengua Castellana.

jueves, 10 de junio de 2010

A cada cosa, su nombre



Web interesante del poeta Fernando Beltrán al que contratan para bautizar empresas y locales: Amena, Faunia, Opencor... Es el primer nombrador español.
http://www.elnombredelascosas.com/

martes, 8 de junio de 2010

Etimología

Se denomina etimología (del latín etymologĭa, y éste del griego ἐτυμολογία), al estudio del origen de las palabras, cuándo son incorporadas a un idioma, de qué fuente y cómo su forma y significado han cambiado.


Origen de la palabras gilipollas y anfitrión
En el DRAE: GILIPOLLAS: 1. adj. vulg. gilí, tonto, lelo. Ú. t. c. s. En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesía entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, para más señas. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, Gil Imón. Se organizaban célebres bailes, a los que acudía la crema social, para poner en el escaparate familiar a lindas damitas de la buena sociedad, como oferta casadera, las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré.
A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) llevan, como sexta acepción, figurada y familiarmente, el significado de jovencitas, algo que hoy se ignora, por mor del lenguaje, que en la actualidad se ha vuelto recio y tosco y las mentes malévolas sustituyen el significado antiguo por otro de morbosas connotaciones.
El tal don Gil era un personaje de relieve (la prueba está en que tiene dedicada una calle) y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre, después de atender a los acuciantes problemas que su cargo de alcalde comportaba, se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares, como buen padre. Tenía dos hijas en edad de merecer, feíllas ellas, es decir no muy sobradas de gracejo, y hasta un tantico tontuelas. Y se hacía acompañar por ellas a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir. Él, en su fuero interno, acudía no como primera autoridad municipal, sino como primera autoridad familiar. Tras la imponencia de unos bigotes municipales, se ocultaba un corazón de padre.
-¿Ha llegado ya D. Gil?
-Sí, ya ha llegado D. Gil y, como siempre, viene acompañado de sus pollas.
D. Gil departía animadamente con los próceres de la actualidad, y, mientras tanto, sus pollitas iban a ocupar algún asiento que descubrieran desocupado, a esperar a que algún pollo (en masculino, solía aderezarse con pera:("pollo-pera") se les acercase, cosa siempre poco probable.
La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la asociación mental de tontuelidad con D. Gil y sus pollas. Y cundió la especie por "el todo Madrid", que compuso una palabra especial, castiza, nacida en Madrid y, puesta en circulación con el marchamo del Oso y el Madroño, siendo después exportada al resto de España, y ganándose a pulso el derecho de entrar en la Real Academia Española (RAE).
Decía padre Ramón que el que es tonto y lo sabe no es tonto del tó. Los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil: para expresar la idea de tontuelo, tontaina, tontucio, tontuelidad integral, inconsciente ‹lo de con malicia o sin malicia es otra cuestión; con el tiempo, habrá de todo‹. ¡Ya está! Gil (D. Gil)-y-pollas (las dos jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas.
A lo largo de la historia, el vocablo ha sufrido avatares de toda índole, hasta que, por fin, la RAE , haciendo gala de su lema "limpia, fija y da esplendor", ha limpiado la palabra, la ha fijado, le ha dado esplendor y le ha dispensado digna acogida en su diccionario.

EL ORIGEN DE LA PALABRA ANFITRIÓN
En la mitología griega, Anfitrión era el marido de Alcmena, madre de Hércules.
Mientras Anfitrión estaba en la guerra de Tebas, Zeus tomo su forma para dormir con Alcmena, y Hermes tomó la forma de su esclavo y doble para montar guardia en el portón.
Con el embarazo de Alcmena, un alboroto fue creado, porque evidentemente Anfitrión dudó de la fidelidad de su esposa. Al final todo fue aclarado por Zeus y Anfitrión se puso contento por ser el marido de una mujer elegida por Dios.
De aquella noche de amor nació el semidiós Hércules.
A partir de allí, el término anfitrión pasó a tener el sentido de:
"aquél que recibe en su casa".
Por lo tanto, Anfitrión es sinónimo de CORNUDO, TRANQUILO Y FELIZ.

Para saber más:
http://etimologia.wordpress.com/
http://www.juegosdepalabras.com/etimologia/etimologia.htm

domingo, 6 de junio de 2010

Anglicismos




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Sinónimos de "decir, contestar, preguntar"



Lista de sinónimos: consulta esta lista de sinónimos cuando caigas en la tentación de repetir alguno de estos verbos.

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Palabras con cinco vocales


La escritora Lucía Etxebarría dijo en un programa de televisión que «murciélago» es la única palabra en castellano que tiene las cinco vocales una vez cada una y sin repetir. Un error perdonable que no fue perdonado. Una carta de lectores en el diario ABC de Madrid le respondía así:

"Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que «murciélago» es la única palabra de nuestro idioma que tiene las cinco vocales. ¡Confiturera, frene la euforia! Un arquitecto escuálido llamado Aurelio (o Eulalio, no estoy seguro) dice que lo más auténtico es tener un abuelito que lleve un traje reticulado y siga el arquetipo de aquel viejo reumático, desahuciado y repudiado, que consiguiera en su tiempo ser esquilado por un comunicante que cometió adulterio con una encubridora cerca del estanquillo (sin usar estimulador).
Señora escritora: si el peliagudo enunciado de la ecuación la deja irresoluta, olvide su menstruación y piense de modo jerárquico. No se atragante con esta perturbación, que no va con su milonguera y meticulosa educación, y repita conmigo, como diría Cantinflas: ¡Lo que es la falta de ignorancia!"

Para saber más:
www.juegosdepalabras.com/vocales5.htm

domingo, 18 de abril de 2010

La magia de las palabras

LAS PALABRAS, Pablo Neruda
Son tan hermosas que las quiero poner en mi poema. Las agarro al vuelo cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces, las revuelvo, las agito, me las bebo, las trituro, las libero, las emperejilo...
Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola.
Todo está en la palabra. Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se colocó dentro de una frase que no la esperaba...

Ángel Guinda
La palabra nace, crece, se reproduce, puede llegar a morir, a matar y a resucitar.

Arquitextura, 1980-2015, Defensa de la dignidad poética, Manifiesto de 2014