domingo, 8 de agosto de 2010

Destrucción de Libros


Historia universal de la destrucción de libros
Fernando Baez en la "Historia universal de la destrucción de libros" (Editorial Destino) nos propone un recorrido por la destrucción de los libros, pasto de la voracidad de los insectos, las inundaciones, las llamas, las guerras y sobre todo de la vocación destructora de los fanáticos políticos y religiosos, y de la vigilancia dogmática de los censores. Desde la destrucción de tablillas sumerias al reciente saqueo de las bibliotecas de Bagdad, pasando por la destrucción de la legendaria biblioteca de Alejandría, los grandes clásicos griegos desaparecidos, los desmanes de los inquisidores, el incendio de la biblioteca del El Escorial, la suerte dispar de los libros gnosticos y astrológicos, la quema de libros por los nazis, la destrucición de libros durante la Guerra Civil española, la censura de autores como D.H.Lawrence, Joyce o Rushdie por motivos sexuales o religiosos...
Y es que en todas las civilizaciones y en todas las épocas el libro, como fuente de saber, ha debido luchar contra la intransigencia y la barbarie. Y con razón. Las más grandes revoluciones que han tenido lugar en la historia de la humanidad no han sido las que ocasionan guerras, destrucción y muerte. En absoluto. Las más grandes revoluciones han venido dadas por libros. La Biblia, el Corán, las obras de Kant, de Hegel y de tantos otros han cambiado esencialmente nuestra manera de ver y entender la vida o, lo que es lo mismo, nos sirven para intentar entendernos a nosotros mismos, para intentar encontrar respuestas a las grandes preguntas.
El miedo al libro
Hay otra forma más sibilina de acabar con los libros: el fomento de la alergia o el horror al libro. Esta constante aparece continuamente en la historia de España: la creación del Índice de libros prohibidos, la censura y la persecución de las ideas expuestas en los libros, el exilio de escritores y la quema de libros en la plaza pública o en los sótanos ministeriales.
La Iglesia católica ha manifestado siempre gran desvelo para velar por su dogma, un odio ancestral a la inteligencia y a su manifestación en los libros. La inclinación natural del análisis y la crítica de los seres humanos, las ansias de saber, de aprender eran consideradas, cuanto menos, sospechosas. La mayoría de los de mi generación leíamos mucho, además de porque no teníamos televisión, porque nos lo prohibían.

Para saber más:
http://www.documentalistaenredado.net/149/sobre-la-destruccin-de-los-libros-en-la-historia/

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