El beso (1898) |
La censura en España
En 1912, España fue el tercer país europeo, tras Inglaterra y Suecia, que estableció normas censoras para evitar que los espectadores viesen películas, sobre todo extranjeras, de moral relajada. La censura se lleva a la práctica por primera vez por orden del gobernador de Barcelona, Rafael Andrade, el 19 de octubre de 1913 al considerar que debían perseguirse y prohibirse “las cintas pornográficas, las que representen crímenes, suicidios, adulterios, amoríos vehementes, robos, aquellas en que se dé malos tratos a los niños, etc…”. La censura se ejercía en Madrid por la Dirección General de Seguridad que nombraba un agente con distintas instrucciones para que viera previamente las películas y diera su informe. En las capitales de provincia, podía ejercerla el Gobernador Civil. Y, en los pueblos, los alcaldes.
Bando de Millán de Priego (1921) |
“Qui male agit, odit lucem”
La creación de comisiones censoras no se limitó a las películas y a sus contenidos. En 1921, se ordenó a los empresarios de los cines de Madrid que las salas de proyección, consideradas como lugares propicios para el pecado, estuvieran divididas en tres espacios separados: uno para las señoras solas, otro para los caballeros solitarios y un tercer espacio para las parejas iluminado con una luz roja; y se colocaron cortinas en lugar de puertas para que quedara visible el interior de los palcos. La jerarquía eclesiástica estaba detrás de estas medidas porque consideraba que la oscuridad de las salas era propicia para la inmoralidad haciéndose eco de la cita evangélica: “Qui male agit, odit lucem” (Juan 3,20).
Millán Millán de Priego: bando para separar por sexos
El mayor moralizador del cinematógrafo de esos años fue el político Millán Millán de Priego, Director General de Seguridad en 1921, proclamó diversos bandos que se hicieron muy famosos (regular el tráfico en Madrid de vehículos y viandantes y la obligación de que a los caballos de los picadores se les pusiera un peto de arpillera). El más polémico fue el que decretaba la separación por sexos en las salas de cine que entraría en vigor suavizada respecto a su contenido original. La prensa se tomó la propuesta con humor.
Como vemos, Franco no inventó la censura, pero para salvaguardar la moral pública la llevó a límites absurdos y ridículos. Los censores, llamados ángeles guardianes de la moral, armados con tijeras, provocaron la frustración del público y de los creadores del cine. En los lugares más remotos y conservadores, se ejercía la censura manual que consistía en poner la mano encima de la cámara durante la proyección. En muchos casos, los acomodadores de las salas se convirtieron en celosos cuidadores de las buenas formas y sorprendían con la luz potente de su linterna a las parejas de enamorados que prestaban en ese momento escasa atención al desarrollo de la película, mientras les conminaban con voz autoritaria a que se “comportaran como Dios manda”.
Para saber más
- Castellví, José M. (14 de mayo de 1921). «Moralizadores del cinematógrafo». El Cine (Barcelona) (474): 3.
- Cebollada, Pascual; Santa Eulalia, Mary G. (2000). Madrid y el cine. Madrid: Comunidad de Madrid. p. 190.
- Censura en el cine mudo, Una mano sobre la cámara o las tijeras del censor.
- https://educomunicacion.es/censura/historia_de_la_censura_cine.htm