Hace tiempo que no me paseo por Facebook, un negocio que recopila datos personales para generar ingresos, solo recibo anuncios y solicitudes de amistad de personas que no conozco. Al principio, antes de ser M, me sirvió para recuperar relaciones familiares, viejas amistades e incluso para propiciar nuevos encuentros con gente interesante. Soy una chafardera como diría mi amigo Eduardo Allende, qué le vamos a hacer. Algunas veces lo utilicé para conseguir más visitas en mi blog, pero luego desistí, porque creo que no se debe mezclar el negocio con el ocio. Lo seguí utilizando para enlazar con artículos interesantes, fundamentalmente de El País y de Público. Pues bien, en los de Público primero desaparecieron las fotografías y después el contenido, ignoro cuál es la razón. Lo que sí sé es que en noviembre de 2023 sufrió un ataque informático, así que he recuperado los más interesante por orden cronológico con nuevos enlaces que no sé lo que durarán.
El monumento Al Maestro, que se encuentra en el parque del Oeste, fue una iniciativa de 1943 de un grupo de profesores de Geografía, que hasta 1965 no se materializó (el diario ABC le dedicó una página a su inauguración). Representa a un maestro con una mano posada sobre un niño mientras que alza la otra «explicando la lección». Lo que yo no conocía era que Francisco Franco Martínez Bordiú*, nieto del general Franco, había posado como modelo para la figura infantil.
No deja de sorprenderme que uno de los colectivos más represaliados tras el golpe de estado de 1936 fuera homenajeado de esa manera tras la guerra civil. Durante los primeros días el ensañamiento de los sublevados con los maestros republicanos fue de tal magnitud que, en muchos casos, la primera acción de los falangistas y requetés al llegar a los pueblos era fusilarlos. Cientos de ellos fueron asesinados y a más de seis mil se les impidió continuar ejerciendo su profesión. Lapurga de los maestros de escuela primaria, como la de otros grupos profesionales, fue un instrumento de la represión política organizada y planificada para establecer, conservar y legitimar el «nuevo orden» sociopolítico que se implanta después la victoria militar de Franco.
La escultura sigue la forma tradicional de representar al maestro de forma patriarcal, pero en internet he encontrado otra que me parece más adecuada a los tiempos modernos y que guarda las debidas distancias. La obra se localiza en pleno casco histórico de Palencia, en la plaza de la Inmaculada, justamente enfrente de una de las portadas de la Catedral. Fue realizada por Rafael Cordero en el 2003.
Monumento al Maestro en Palencia
El escultor, docente de profesión, hablaba así de su obra en la inauguración de la misma:
" Desde el principio pensé en el maestro como agente transmisor de la cultura en aquellas viejas escuelas, las de toda la vida. He querido representar al que yo conocí, una figura entrañable de alguien que luchó mucho por llegar a ese puesto, no muy bien retribuido.
Quería reflejar el mecanismo que une al que sabe con el que no sabe, pero en el momento más distendido de esa relación, cuando el maestro al finalizar las clases nos leía un libro. Por eso he hecho dos figuras: la del viejo maestro y la de la alumna que le escucha.
La verdad es que ser profesor de enseñanzas medias y trabajar con maestros me empujó un poco a participar en el concurso porque es un mundo que yo conozco”.
*Un primo mío dio clases de Farmacología al nietísimo en la Facultad de Medicina de la Autónoma. No aprobaba y comentaba que el escolta que le acompañaba parecía estar más interesado que él en aprender.
Ánjel (o Ángel) María Fernández es un profesor que escribe y un escritor que enseña en institutos de secundaria. En Había del verbo a ver cuenta, con pesar, humor y tremenda honestidad, el día a día en las aulas, su particular trato con los alumnos y con el oficio docente. Jornada a jornada, desmenuza las distintas complicaciones a las que se enfrenta y los desvelos íntimos y contradicciones que la profesión y el contacto con los adolescentes le provocan no solo dentro, sino también fuera del centro escolar.
Hay en este relato cotidiano violentas discusiones con alumnos, conflictos a veces irresolubles, desencuentros, expulsiones, pero también conversaciones entrañables y disparatadas, diálogos intensos y muy divertidos, bromas, expresiones de cariño, amor y odio por un oficio y por todas las personas que lo conforman.
En una entrevista que le hacen en El Mundo leo que, quemado, ha abandonado la docencia después de una década dando clase.
Siento comunicar el fallecimiento de nuestro compañero
Antonio Ramos, quien fue profesor de Lengua y Literatura de la Uni y jubilado
hace un par de años. Muchos de vosotros ya lo sabréis, porque hace unos días
que sucedió.
Fue un hombre de carácter fuerte, de personalidad
complicada, pero un grandísimo profesional, un profesor de garra, entregado con
pasión al ejercicio de la docencia. Erudito, sabio y poseedor de una prosa
afilada y mordaz muchas veces, tierna y nostálgica otras...
Cuando iniciamos la publicación de nuestro "Eco de La
Uni" escribió una serie de artículos haciéndose pasar por un alumno,
Benito García, "el Beni", a ver si cundía el ejemplo y los chicos y
chicas se animaban a colaborar. Esa idea le gustó y, tirando de ella, escribió
un librito delicioso, "La columna del Beni", que debería ser lectura
obligatoria para todos los alumnos de la Uni.
Lo recordaré siempre con afecto, como un colaborador
incondicional durante mis años de coordinador de las actividades extraescolares,
corrigiendo los textos de la revista y aportando siempre sus ideas y sus
artículos.
Os dejo como recuerdo y homenaje esta fotografía: sus
exalumnos seguro que recuerdan las pizarras llenas de esas frases suyas, tan
elegantemente deconstruídas.
La manifestación en coche contra la ley Celaá llena las calles de MADRID: Defienden la libertad de elección. (22/11/2020) Miles de manifestantes han salido a las calles desde las 11:00, con Madrid como punto neurálgico de las protestas, al inundar el paseo de la Castellana con más de 5.000 coches.
¿Sabrías diferenciar a simple vista las dos fotos? Una manifestación defiende sus privilegios y la otra la equidad educativa y la justicia social.
David Trueba, La buena educación en El País: En lugar de dedicarnos a glosar los errores que cometemos por ser como somos, quizá sería bueno analizar qué nos ha llevado a ser así.
Que no te engañen. El ordenador no representa a la escuela.
Como el cuadro de René Magritte (1928), precursor del arte conceptual, que niega lo evidente. Es la representación de una pipa, pero no es una pipa porque no puede rellenarse ni fumar en ella, solo la simula.
Cuestiona la realidad, la representación y el lenguaje.
Un recuerdo a todos los profesores que comienzan el nuevo curso, sois mis héroes. Ayer recibí un correo de una profesora mayor de 55 años contándome su jornada semanal: 20 horas de clase, 3 grupos de 1º, 3 grupos de 2º, 2 grupos de 3º, 1 grupo de 4º y un primero de Bachillerato, más poner en marcha la biblioteca. ¿Alguien da más? La foto de esta niña inglesa, antes y después de clase, refleja muy bien las jornadas agotadoras para profesores y alumnos. Mucho ánimo.
Muy buena idea la de relacionar cuadros famosos con la vida diaria de los profesores. He escogido unos pocos como muestra, pinchad aquí para ver más.
La noche de antes de la evaluación corrigiendo la última redacción.
-Hay unos padres que quieren verte.
" Maestro programando por competencias"
De verdad, que sólo nos queda un trimestre y acabamos el curso.
Cuando estás de guardia en la sala de profesores y te avisan de que hay que subir a "ese segundo"
Los pasillos de mi insti en cada cambio de clas
-¡Profe, pero si yo no estaba hablando!
Después de la quinta sesión de evaluación
“Vamos a mover las mesas despacio y sin hacer ruido”
P.D. Casualidad, El 21 de marzo en el diario EL Público viene desarrollada la noticia:
"El día a día de los profesores explicado de forma magistral con cuadros clásicos".
Del olvido he rescatado la clarificadora entrevista que hicimos en 2006 sobre la situación de la enseñanza en Madrid para El País de los Estudiantes a Javier Esperanza Casado, profesor de Biología y experto en temas de educación. Tiene un blog sobre la naturaleza y su conservación: El rincón de Javierre. Fue compañero en el Hogar del Empleado y nuestra amistad dura ya más de treinta años.
Multitudinaria despedida en su jubilación la de este sindicalista y profesor del que he recogido en este blog algunos de sus escritos, caracterizados siempre por su equilibrio y por no caer nunca en el desánimo. Yo tuve la suerte de compartir instituto con su mujer, Pilar. A los dos los encontré por casualidad en un restaurante de Agadir (Marruecos) en febrero del 2015.
En el paseo por los periódicos de toda índole que me doy
todas las mañanas, me he encontrado con este reportaje: Esta profesora no entra en una cárcel, sino en un instituto: un día con los valientes que enseñan en las Tres Mil Viviendas sobre el IES Domínguez
Ortiz de Sevilla. Un centro de los llamados
de educación compensatoria o de difícil desempeño, por la situación de
marginalidad que lo rodea, por tener alumnado en situación de desventaja social
o procedente de minorías étnicas (el 96% del alumnado es calé). Sin querer, me
he acordado del instituto de infausto nombre de Carabanchel en el que estuve
dos años. La única diferencia es que los profesores que están en el Domínguez
Ortiz lo hacen de forma voluntaria y participan en bolsas específicas para
acceder a este tipo de plazas. Hay que ser muy valiente para dar clases en esas
condiciones. Quien lo probó lo sabe.
"La bandera del pueblo gitano ondea junto a la española, la
andaluza, la europea y la sevillana sobre la entrada. Desde dentro se ve el
exterior a través de unas ventanas con barrotes gruesos. Todo tiene un aspecto
carcelario, a pesar de los murales multicolor hechos con cartulinas: puertas de
acero con pequeñas ventanas con cristales rotos, vigilancia intensiva en los
pasillos, cámaras de seguridad en las esquinas, patadas y puñetazos marcados en
las puertezuelas de los despachos. Suenan portazos metálicos. Y gritos, muchos
gritos".
Guetos en el instituto http://www.elmundo.es/sociedad/2017/09/06/59afe657268e3e3c018b4769.html
Totalmente de acuerdo con la carta de la profesora de secundaria Raquel Romero al consejero de Sanidad de la CAM por sus estrambóticas recomendaciones:
"Mis alumnos de Secundaria se enfrentan a jornadas escolares
similares al horario laboral de muchos adultos (siete horas en el instituto
donde trabajo) y lo hacen en grupos de 33 y encerrados en aulas demasiado
pequeñas sin toldos, ventiladores ni aire acondicionado, en edificios en muchos
casos pésimamente orientados y peor aislados donde pega el sol toda la mañana.
Su escasa media hora de recreo la pasan en patios y canchas donde las zonas de
sombra son una anécdota, si es que tienen la suerte de haya alguna.
Querría pensar que cuando un consejero de Sanidad no
asesora al Consejero de Educación ni le insta a tomar medidas efectivas contra
los efectos del calor en colegios e institutos lo hace desde el
desconocimiento, pero cuando se atreve usted a desaconsejar por motivos de
salud la instalación en las aulas de equipos de aire acondicionado de los que
sí están dotadas las áreas de pediatría de los centros de salud y de los
hospitales públicos de los que usted es el máximo responsable no me queda más
remedio que pensar que en uno de los dos casos está actuando con negligencia.
También quiero pensar que cuando un consejero de Sanidad
recomienda que los alumnos se dediquen a elaborar abanicos de papel para
combatir las altas temperaturas en las aulas lo hace desde el desconocimiento,
porque lo contrario supondría directamente cuestionar la profesionalidad de los
docentes y menospreciar el trabajo que realizamos, que no consiste en organizar
"terapias ocupacionales muy importantes para los niños" sino educar y
enseñar de acuerdo a los más altos estándares de aprendizaje recogidos en una
ley educativa que seguro que le suena porque la ha redactado su propio partido”.
Juan Antonio González ha ejercido como profesor en el colegio Sutefie de Zufre, Huelva, durante 32 años, hasta el pasado 9 de enero, último día de trabajo en el centro. Ese día se jubilaba y sus compañeros y alumnos idearon un plan para rendirle un
homenaje que consistió en un largo pasillo lleno de alumnos, profesores y
padres que no paraban de aplaudirle. En palabras de José Antonio “fue el mejor
homenaje posible que me habrían podido dar”.
Ayer me llegaron vía
wasap estos dos testimonios que a continuación copio. Pido perdón porque no he
pedido permiso.
Se van los viejos profesores
Se van. Recogen sus cosas de la clase en una cartera, apagan
la luz y se van. Llegaron en los setenta. Con sus gafas de pasta, su barba, sus
pantalones de pana, su faldas demasiado largas o demasiado cortas. Llegaron a
centenares, llenando colegios hechos a toda prisa a los que pusieron nombre de
poetas o de viejos pedagogos proscritos. Llegaron con una inmensa sed de
aprender a enseñar. Pintaron los muros grises de las escuelas con dibujos
infantiles. Querían cambiar el mundo con papel continuo, unos pinceles y unos
botes de tempera. Aprendieron en las
escuelas de verano a bailar, a tocar el pandero, a hacer pasta de papel o a
conocer el nombre de los árboles y de los pájaros. Se confiaban unos a otros su
ignorancia y la urgencia de cambiar una España aún demasiado sucia, demasiado
triste. Se quitaron el don para tutearse con la gente. Ahora los maestros eran
solo Jesús, Joaquín, Paloma, Javier, Nieves, Isidoro o Fernando. Llenaron las
bibliotecas de libros y de algún lector. La literatura infantil y juvenil se
puso de moda y empezó a ser algo más que Julio Verne o Salgari. Aquellos profes
volvieron a sacar a los chicos al campo, a ver las montañas, los ríos, más allá
de los atlas. También a las calles de los barrios rescatando los carnavales y
con ropas viejas cabezudos de cartón. Con sus propios errores y con los ajenos fueron
perdiendo por el camino sus utopías. No todas. Quizá la mayoría. Soportaron el
capricho y la estupidez de los políticos y legisladores. Protestaron, a veces no lo suficiente. No les escucharon
nunca. De progres e ilustrados pasaron a ser analfabetos digitales. Pero todo
se aprende si se quiere. Mal, pero se aprende. Y como dice la canción: el
tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos. Menos para los alumnos. Ellos nos
siguen viendo como siempre, aunque tenga la misma edad que sus abuelos. Cada
año en el colegio se jubila uno o dos y deja la escuela en esos días azules,
con ese sol de la infancia. Sus primeros alumnos tienen ya cuarenta años o
casi. Son los famosos millennials. Algunos son parados o médicos, enfermeros,
abogadas, taxistas, incluso algún profesor. Son el resultado de años de trabajo
sin ver nunca el fin ni el principio.
No todo fue inútil. Los hay generosos con talento y un punto
de rebeldía. Viven en España y algunos –demasiados- también en el extranjero.
Puede que paseen más por internet que por la calle. Tal vez alguno dejo colgado
los estudios y el futuro y se miren las manos vacías. Eso, amigo, no se aprende
en la escuela, por desgracia. Pero sobrevivieron a la EGB, al viaje de fin de
curso a Mallorca, a los amores y desamores, a la desilusión y ahora a la crisis
económica. La mayoría rechaza la idea de que nada cambiará. Lo aprendieron
coloreando con Plastidecor y rotuladores Carioca, oyendo las viejas canciones
que hablaban de que los piratas pueden ser horados y los príncipes, malos. Que
a los lobitos buenos los maltratan los corderos, y por eso, ellos no quieren
ser no corderos ni borregos. Se van los profes de la EGB con el pelo gris o
sin pelo. Pero se van contentos. Hicieron lo que pudieron. Más o menos. Así que
se sienten pagados cuando les reconoce por la calle la sonrisa tímida de una
exalumna o reciben el abrazo de un muchachote con entradas que quizá se llame
Sergio ¿o era Iván?- Entonces nuestro corazón se alegra. Luego recogemos
nuestras cosas y decimos, diremos adiós.
Un profesor de EGB
Un buen retrato de lo que hicimos, pretendíamos hacer y de
la ilusión que pusimos por conseguir una escuela mejor, un país más justo, más
abierto y más democrático, y un mundo en paz y armonía con la naturaleza y el
planeta. Nuestro tiempo en la escuela paso, pero ahí quedan, no solo el
recuerdo, sino nuestro esfuerzo y nuestro ánimo materializado en las nuevas
generaciones. Hicimos lo que sabíamos, podíamos y, a veces, lo que nos dejaron;
pero yo me quedo con el cariño que he recibido y aún recibo de mis antiguos
alumnos y con la idea de que intentamos hacer un mundo mejor.
Paseando por Madrid me encontré por casualidad, en la calle
Martinez Campos, con el atractivo edificio rehabilitado de la antigua sede de
la Institución Libre de Enseñanza que contiene la exposición: Giner, el maestro de la España moderna. La exposición, que podrá
verse hasta el 22 de mayo de 2016, ofrece una panorámica inédita de Giner y del
proyecto institucionista, que concebía la educación como motor del cambio
social e incluía la modernización científica y cultural y la reforma social.
Sorprende el edificio y, sobre todo, el nuevo jardín, diseño de la paisajista
Teresa Galí-Izard, que conserva su idea original como lugar de encuentro con
una clara función pedagógica.
Las 400 piezas de la exposición (pinturas, esculturas,
documentos, fotografías, filmaciones de época, cartas, muebles, juguetes,
trajes, libros, revistas, manuscritos y otros objetos), algunas inéditas o muy
raras, proceden de instituciones como el Museo del Prado, la Biblioteca
Nacional, el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), el Museo Nacional de
Artes Decorativas, el Museo Sorolla o la Residencia de Estudiantes, entre
otros. Aureliano de Beruete, Joaquín Sorolla, Emilia Pardo Bazán, Federico
García Lorca, Maruja Mallo, Benjamín Palencia, Alberto García-Alix, Eduardo
Arroyo o Darío Villalba son algunos de los creadores presentes en la
exposición, todos ellos relacionados con la Institución
Libre de Enseñanza.
La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por un
grupo de catedráticos (entre los que se encontraban Francisco Giner de los
Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón), separados de la Universidad
por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a los
dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral. La guerra civil de
1936 y la posterior proscripción de la Institución, con confiscación de sus
bienes, supusieron un largo paréntesis para sus actividades en España, aunque
el proyecto continuó alentando en la labor desarrollada en diversos países por
institucionistas exiliados.
Me quedo con la frase escrita por Manuel Pérez Sola en un foro: "Yo quiero ganar más y jugar al candy crush". Y con el compañero de fatigas y luchas Agustin Moreno Educar con la tribu o a destajo,