En el paseo por los periódicos de toda índole que me doy
todas las mañanas, me he encontrado con este reportaje: Esta profesora no entra en una cárcel, sino en un instituto: un día con los valientes que enseñan en las Tres Mil Viviendas sobre el IES Domínguez
Ortiz de Sevilla. Un centro de los llamados
de educación compensatoria o de difícil desempeño, por la situación de
marginalidad que lo rodea, por tener alumnado en situación de desventaja social
o procedente de minorías étnicas (el 96% del alumnado es calé). Sin querer, me
he acordado del instituto de infausto nombre de Carabanchel en el que estuve
dos años. La única diferencia es que los profesores que están en el Domínguez
Ortiz lo hacen de forma voluntaria y participan en bolsas específicas para
acceder a este tipo de plazas. Hay que ser muy valiente para dar clases en esas
condiciones. Quien lo probó lo sabe.
"La bandera del pueblo gitano ondea junto a la española, la
andaluza, la europea y la sevillana sobre la entrada. Desde dentro se ve el
exterior a través de unas ventanas con barrotes gruesos. Todo tiene un aspecto
carcelario, a pesar de los murales multicolor hechos con cartulinas: puertas de
acero con pequeñas ventanas con cristales rotos, vigilancia intensiva en los
pasillos, cámaras de seguridad en las esquinas, patadas y puñetazos marcados en
las puertezuelas de los despachos. Suenan portazos metálicos. Y gritos, muchos
gritos".
Guetos en el instituto http://www.elmundo.es/sociedad/2017/09/06/59afe657268e3e3c018b4769.html
Guetos en el instituto http://www.elmundo.es/sociedad/2017/09/06/59afe657268e3e3c018b4769.html
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