martes, 31 de marzo de 2015

Cine y Literatura/Literatura y cine


Por si a alguien le sirve. Una selección de textos poéticos que tienen el cine como telón de fondo,  y una canción. Para terminar, bibliografía para establecer un marco teórico. 


 Las palabras, Jean Paul Sartre: 

“Éramos de la misma edad mental, yo tenía siete años y sabía leer, él tenía doce y no sabía hablar. Se decía que estaba en sus comienzos, que tenía que hacer muchos progresos; a mí me parecía que creceríamos juntos. No he olvidado nuestra infancia común; cuando me ofrecen un caramelo inglés, cuando una mujer, junto a mí, se pinta las uñas; cuando, en los retretes de cierto hotel de provincia, huelo determinado olor a desinfectante; cuando, en un tren nocturno, veo, suspendida del techo, la bombilla violeta, reencuentro en mis ojos, en mi nariz, en mi lengua las luces y los perfumes de aquellas salas hoy en día desaparecidas”.

                                                                                  
Cine y Poesía, Jorge Urrutia Gómez


1. En la Generación del 27

    Cinemática, Aleixandre

   F   -  Far West,  Salinas:

¡Qué viento a ocho mil kilómetros!
¿No ves cómo vuela todo?
¿No ves los cabellos sueltos
de Mabel, la caballista
que entorna los ojos limpios
ella, viento, contra el viento?
¿No ves
la cortina estremecida,
ese papel revolado
y la soledad frustrada
entre ella y tú por el viento?
Sí, lo veo.
Y nada más que lo veo.
Ese viento
está al otro lado, está
en una tarde distante
de tierras que no pisé.
Agitando está unos ramos
sin dónde,
esta besando unos labios
sin quién.
No es ya viento, es el retrato
de un viento que se murió
sin que yo le conociera,
y está enterrado en el ancho
cementerio de los aires
viejos, de los aires muertos.
Sí le veo, sin sentirle.
Está allí, en el mundo suyo,
viento de cine, ese viento.

 Cinematógrafo, P. Salinas

     - Carta abierta, Rafael  Alberti

Yo nací -¡respetadme!- con el cine.         
Bajo una red de cables y de aviones.       
Cuando abolidas fueron las carrozas        
de los reyes y al auto subió el Papa.


2.  En la posguerra

Palacio del cinematógrafo, P. Garcia Baena

Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre.
Tú sabes que estoy aquí. Te espero. 

-  ¿Yvonne de Carlo? ¿Ivonne de Carlo?.., Vázquez Montalbán

      - Museo de Cera, José Mª Álvarez:

- Historia de amor en un cinema
Faltando al pudor más elemental
Debo por necesidad de publicidad
Divulgar con quién y qué posición
Me entrego al estupro y la fornicación”.
George Brassens
En el viejo salón cinematógrafo
Las parejas se estremece
En la pantalla dos artistas
Bésanse bailan fuman
Y una cortina tenue los encierra
La maravillosa que está conmigo
Se abandona feliz
Sus labios buscan en la sombra
La boca sonrosada del actor 

- El cine de los sábados, Martínez Sarrión:

El cine de los sábados
maravillas del cine galerías
de luz parpadeante entre silbidos
niños con su mamá que iban abajo
entre panteras un indio se esfuerza
por alcanzar los frutos más dorados
ivonne de carlo baila en scherezade
no sé si danza musulmana o tango
amor de mis quince años marilyn
ríos de la memoria tan margos
luego la cena desabrida y fría
y los ojos ardiendo como faros

      -   Deseo de ser piel roja, L.M. Panero



- Vaya con dios, mi amor, Guillermo Carnero

Y cuando cada tarde te acercabas
a cualquier sinfonola, invariablemente
a escuchar nuestro amor nunca existió
ya lo ves nos falta fe, diríase
que has comprendido al fin, que pierde rienda
el corazón, y tregua el ejercicio
de soledad.
                 ¡Qué puta estás saliéndome,
cariño mío!
O cuánto miedo tienes,
no a la fragilidad de los destinos
y al precio amargo de la felicidad
(que nunca viste a Greta sollozando
I want to be alone”, ni a Vivien Leigh
en el Puente de Waterloo,
ni al negro que tenía el alma blanca
tocando en love-back, en la penumbra,
El tiempo pasará)
Sino tan sólo, simplemente, miedo.

- Degollada, Luis Alberto de Cuenca:

«¿Ha habido algún problema? ¿Te ha seguido
alguien?» «Todo ha salido bien.» (El tiempo
ya no era un instrumento de tortura.)
«Somos ricos.» (No había que olvidarlo.)
«Voy a ducharme.» «Espera, voy contigo.»
(La abracé. Recordé que la quería.)
Treinta y cinco millones en billetes
usados. Tu cadáver en el baño.
Déjame ser feliz, ahora que puedo.

La muerte en Beberly Hills, Pere Gimferrer 

Cine, Cine, L.E. Aute:

Recuerdo bien
aquellos «cuatrocientos golpes» de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor,
Antoine Doinel,
playa a través,
buscando un mar que parecía más un paredón.
Y el happy-end
que la censura travestida en voz en off
sobrepusiera al pesimismo del autor,
nos hizo ver
que un mundo cruel
se salva con una homilía fuera del guion.

Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.

Al fin llegó
el día tan temido más allá del mar,
previsto por los grises de Henri Decae;
cuánta razón
tuvo el censor,

Antoine Doinel murió en su «domicilio conyugal».


En el vasto universo de la creatividad humana, el cine ha destacado como una de las formas más poderosas de expresión artística. Desde su nacimiento en las imágenes en blanco y negro del cine mudo hasta las deslumbrantes proezas visuales de la era moderna, el cine ha sido un espejo de la sociedad, un narrador de historias y, en muchos sentidos, una fuente inagotable de inspiración poética.
Los poemas dedicados al cine son testigos de este amor profundo y duradero que los artistas sienten por la gran pantalla. En las páginas de esta antología, exploraremos este matrimonio de palabras e imágenes que nos transporta a mundos lejanos y nos sumerge en la riqueza de la experiencia humana.


 



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