"Tarditas et procrastinatio odiosa est" (Cicerón)
Me gusta aprender palabras y más si estas designan
comportamientos. La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus,
referente al futuro) es la acción o hábito de retrasar actividades o
situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más
irrelevantes o agradables. El término
pertenece a la psicología, a mí me gusta más llamarlo síndrome de Escarlata
O’Hara, la protagonista de la película Lo que el viento se llevó, cuya incapacidad de enfrentarse con la realidad se
plasma en la frase: “Ya lo pensaré mañana”, que con diversas variantes,
aparece en cerca de 40 ocasiones a lo largo de la novela y que se convierte en
un rasgo inherente a la joven. La procrastinación como síndrome que evade el
responsabilizarse posponiendo tareas puede llevar al individuo a refugiarse en actividades ajenas a su cometido.
La costumbre de posponer genera dependencia de diversos elementos externos como navegar en
Internet, leer libros, salir de compras, comer compulsivamente o dejarse
absorber en exceso por la rutina laboral, entre otras, como pretexto para
evadir alguna responsabilidad, acción o decisión. Un famoso refrán que combate
la procrastinación es el que dice: «No dejes para mañana lo que puedas hacer
hoy». Ese era mi lema antes de jubilarme, ahora pretendo
que las cosas sigan un ritmo más pausado y me gusta entretenerme en actividades que antes no podía realizar.
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