Rara avis es una expresión latina que significa ‘ave desconocida y rara’ y se aplica a una persona o cosa que se consideran poco comunes o por tener alguna característica que las diferencia de las demás de su misma especie. También decimos que algo o alguien es más raro que un perro verde para indicar que nos parece poco común.
Los viajes
Antes me gustaban mucho los viajes; pero ahora, cada vez que vuelvo de uno, me digo inútilmente que nunca más lo volveré a hacer. Odio hacer la maleta, la espera en Barajas, la incertidumbre de la compañía, compartir habitación, pelear con el insomnio en territorio desconocido, luchar con mi desconocimiento del inglés, bregar contra mi espíritu hipercrítico que me hace ver problemas donde los demás no los ven, mi sentido del ridículo en las cenas folclóricas a las que son tan aficionados. Me siento ajena a las alegrías de los turistas y próxima a sus debilidades. Lucho contra el deseo de fusionarme con la mayoría y las pocas de ganas de relacionarme, experimento al mismo tiempo el deseo de evasión y el deseo de fusión. Además, nunca me gusta volver a los sitios donde fui feliz porque me acuerdo de mis compañeros de viaje ya desaparecidos. Lo único bueno, la vuelta. ¡Qué bien se está en casa leyendo lejos del mundanal ruido! Los mejores viajes son siempre los de la imaginación.
Asignaturas pendientes
Soy muy cabezota y me empeño en luchar en batallas perdidas de antemano y en aventuras imposibles. Tengo muchas asignaturas pendientes, las más importantes: el inglés, el carné de conducir y la máquina de coser.
Me he apuntado a mil cursos de inglés y ha sido imposible. Voy a las películas de versión original en un intento vano de conseguir aprender. Me resulta tan difícil como imitar un acento o cantar. Entiendo algo porque he aprendido vocabulario, pero me paralizo a la hora de hablar.
Nunca me saqué el carné de conducir porque me da miedo la velocidad hasta yendo en bici y me pongo nerviosa ante el ruido de los cláxones. Como no veo bien, tengo astigmatismo, soy incapaz de calcular las distancias o de leer los carteles. Me despisto con un color, un árbol o una tienda nueva.
Harta de pedir favores para las cosas más nimias de costura, el año
pasado fui por fin a aprender a coser a máquina. No logré hacerme con el
pedal ni seguir una línea recta.
Fotos no
No me gustan las fotos desde nunca. Me hicieron pocas de
pequeña porque a mis padres tampoco les gustaban y eso que les regalaron por su
boda una máquina alemana estupenda que todavía está en uso. De adolescente me
las apañaba para no salir en ellas y de mayor huyo como de la peste. No creo
que la cámara absorba mi alma, pero su presencia desencadena en mí una fobia insufrible. Supongo que la razón es
muy simple, no me gusto, salgo con una expresión extraña y no me
reconozco en la imagen. La verdad es que también huyo de los espejos. Por eso he sustituido mi foto en el blog por
un monigote infantil de Poco-Yo. Tampoco entiendo la manía de los “selfies” ni la
obsesión de algunas personas por hacerse fotos continuamente adoptando poses
estudiadas, que impiden disfrutar de los momentos únicos e irrepetibles. Sé que esto está en
contradicción con el gusto por las fotos antiguas en blanco y negro que me enternecen. Pero la vida es así, llena de
contradicciones. Y a mí, estas rarezas me parecen de lo más normales. Mi abuelo Emilio, que siempre estaba de buen humor y no se peleaba con nadie, siempre decía que, si todo el mundo fuese igual, esta vida sería una balsa de aceite*, muy aburrida.Fotos no
Me temo que tengo más fobias: a los dentistas, a los chistes, a los regalos, a las navidades, a la gimnasia, a las compras, a llamar por teléfono, a los lugares comunes, a los gritos, a las amistades tóxicas, a los albañiles, a los leguleyos, a hablar en público, a decir a las personas que las quiero, a ir de copiloto, a interpretar un mapa...
*Balsa de aceite, expresión que se usa para describir una situación caracterizada por su tranquilidad y carencia de problemas, metáfora que hace relación a la manera en que se comporta una balsa de aceite cuando se agita su superficie, la alta densidad del líquido hace que permanezca en calma.