jueves, 27 de junio de 2019

Pic-nic, obra de Arrabal y sala de teatro


Hace unos meses leí en El País que en la calle Minas de Madrid hay una sala de teatro llamada Pic-Nic y que ha ayudado a reinventar la comedia en España. Enseguida me acordé de la obra de teatro de Fernando Arrabal del mismo nombre, todo un descubrimiento para mí a finales de los 80 que me salvó de más de un apuro. La obra es corta, dura aproximadamente 45 minutos, mezcla el humor y la sátira en la línea del humorista Gila, y entre risas y bromas expone lo absurdo de las guerras, sobre todo si son civiles.
 Pic-nic presenta la anómala situación de un matrimonio que va de visita al frente de batalla con la intención de pasar un divertido día de campo junto a su hijo que se encuentra en una trinchera. Pronto aparece un soldado enemigo con quien comparten la comida en un clima amistoso y unos desalmados camilleros buscando muertos. Sorprendidos, descubren que ningún bando desea la guerra y deciden terminar con ella. La ingenuidad de los personajes se rompe cuando la realidad acaba con sus ilusiones al final de la obra.


Cuando estaba en el Colegio Covadonga* del Hogar del Empleado, una vez desmantelada la sala Cadarso que utilizábamos como salón de actos, representé la obra con un grupo de alumnos del nocturno, aprovechando el vestuario y los decorados de otro grupo de la mañana. Desde el principio todo salió mal, la bicicleta que nos prestó el secretario del centro se cayó sobre los espectadores; un camillero llegó con un botellín de cerveza en la mano, que previamente había ingerido para armarse de valor; la señora Tepán perdió una uña postiza y se puso a buscarla porque en aquel entonces eran muy caras. Al apuntador se le oía más que a los protagonistas y, a pesar de ello, los padres se encasquillaron en el diálogo con el enemigo. La música y los efectos especiales nunca llegaron a tiempo. Menos mal que en el surrealismo todo encaja. La tortilla era de verdad, la había hecho con amor la madre de una alumna y nos la comimos al final. No sé si por la propia obra o por la mala actuación, conseguimos la hilaridad de los espectadores, que nunca se lo habían pasado tan bien en un teatro. Algunos de los actores estuvieron unos días sin volver al cole de avergonzados que estaban. Ni que decir tiene que yo lo pasé fatal entre aterrorizada y emocionada. Menos mal que entonces no había móviles y no se hicieron fotos porque resultaban carísimas. La primera y única representación solo vive en nuestro recuerdo.
Después, cuando fui interina, llevaba siempre el primer día fotocopias de la obra en la carpeta para leerlas en clase porque tenía que meterme en el aula sin saber ni el nivel ni las características de los alumnos. Me sacó de muchos aprietos. Pero ya se sabe que la mujer y el hombre son animales que tropiezan siempre con la misma piedra y volví a representarla en el IES Luis Buñuel de Alcorcón con un grupo de diversificación al que daba teatro. No nos salió perfecta, pero sé que esos alumnos vivieron su momento de gloria delante de sus compañeros de clase que eran los pocos que cabían en una pequeña aula que tenía hasta telón. Esta vez, realizamos los cascos y la tortilla de patatas con cartón y el mejunje de Art-Attack.
Así que se la recomiendo a todos los profesores de Lengua de Secundaria apurados como yo al comienzo o al final de curso. Será un éxito total, sobre todo si toda la clase realiza los efectos especiales de los aviones, las bombas y las metralletas. El texto sigue teniendo sentido porque ha habido más guerras. La única novedad es que ahora también participan las mujeres. Ojalá que la obra haya servido también para despertar el interés por el teatro de todos los alumnos que la leyeron, o que alguno al pasear por Minas la recuerde.

*No recuerdo la fecha exacta, pero nos encerramos toda la noche en el bar del centro protestando por la guerra de Irak- Irán que tantas similitudes tenía con la obra.  El 22 de septiembre de 1880, tropas iraquíes invadieron Irán, provocando una guerra de desgaste que ha sido comparado en sus tácticas con la Primera Guerra Mundial, por el uso de trinchera, cargas de bayoneta, alambres de púas, armas químicas y una gran cantidad de bajas en ambos lados. Termina el 20 de agosto de 1988, con un millón de muertos.

miércoles, 26 de junio de 2019

La ciudad secreta de los libros, sede de la BNE en Alcalá de Henares


La Biblioteca Nacional de España es nuestro tesoro secreto, pero nadie parece estar prestándole mucha atención. Es una pena.

El artículo de Rosa Montero La ciudad de los libros, sobre la segunda sede la Biblioteca Nacional de España en Alcalá de Henares, me ha hecho recordar los tres meses que pasé realizando el Servicio Social en la sede central. El Servicio Social femenino, instaurado por la Sección Femenina de la Falange Española en 1937 y abolido en 1978, era el equivalente al Servicio Militar obligatorio (la popular mili) establecido para los hombres. Se trataba de una prestación obligatoria para las mujeres solteras entre 17 y 35 años que quisieran acceder a un trabajo remunerado o a un título académico u oficial, pero también se exigía para unirse a una asociación, obtener el pasaporte o el carné de conducir. Me presenté voluntaria porque quería acceder a todo lo que me posibilitase ser libre y no depender de un hombre: estudiar, trabajar, viajar... Además soñaba con ser bibliotecaria, no se me ocurría mejor trabajo que estar rodeada de libros.
La prestación la realicé en el año 71, de 9 a 1, en la sección de Cartelería, un bajo oscuro que olía a polvo y suciedad donde se guardaban en estanterías todos los carteles publicados en Españaplegados y recogidos con cuerdas, además de folletos y programas de fiestas. Mi jefe llevaba manguitos y en los dedos se ponía dediles para separar bien las páginas. Toda la catalogación se hacía a mano en grandes cuadernos, exactamente igual que en siglos anteriores. En el tiempo que estuve nadie acudió en busca de un ejemplar. Además llevábamos la estadística de los libros que se pedían en la sala de lectura. Como no tenía mucho trabajo, podía recorrer otras secciones a mi gusto; recuerdo, sobre todo, la de África y Manuscritos porque tenía dos amigas allí. Ellas se encargaban de hacer las fotocopias, una novedad en aquella época (se realizaban solo para los investigadores). Éramos las becarias no remuneradas de entonces.  
Por eso me quedé atónita viendo el vídeo de Instagram sobre la nuevas instalaciones que no tienen nada que ver con los lúgubres sótanos habitados por diligentes bedeles de la sede de Recoletos y suscribo el comentario de Rosa Montero: "Ha sido un momento cumbre de mi vida". Para mí lo fue cuando accedí al edificio central y lo ha sido ahora cuando he visto la modernización de la sede de Alcalá para que el legado llegue más rápido a los lectores y en mejores condiciones a nuestros descendientes. Y es que los tiempos están cambiando en muchas cosas para mejor.



martes, 25 de junio de 2019

Luciano López Gutiérrez, Amor y sexo en el Siglo de Oro



Interesante reseña, casi un resumen, sobre el nuevo libro de mi colega del IES Iturralde Luciano López Gutiérrez, Amor y sexo en el Siglo de Oro, periodo sobre el que ya publicó Portentos y prodigios del Siglo de Oro. Los dos libros, oro fino, no tienen desperdicio, son amenos y rigurosos. La capacidad de trabajo de Luciano es extraordinaria, a pesar de unas jornadas interminables en el instituto, es capaz de dedicar el poco tiempo libre que le queda a investigar con excelentes resultados. ¡Enhorabuena!

sábado, 15 de junio de 2019

El abrazo de la desconocida neumática


Por fin volvíamos a casa, solo nos quedaban unas horas en el aeropuerto de Lima. Estaba destrozada, me dolían las piernas hinchadas, tenía falta de sueño y solo añoraba mi cama rica. La sala de espera para el embarque estaba casi vacía, mi grupo buscó unos asientos casi al final, a mi lado quedaban siete asientos libres. Pasado un tiempo, me fijé en una desconocida que caminaba con paso firme hacia nosotras para sentarse justo a mi lado. Me tuve que incorporar para  no invadir su espacio. ¡Qué lata! ¡Qué sinsentido! Me dije. Inmediatamente se puso a hablar por el móvil en voz alta con su suave acento, primero con su asistenta para que le arreglara la casa como a ella le gustaba, luego con lo que parecía que era su familia y finalmente con su secretaria a la que le dio toda una lección de cómo debe funcionar una empresa. Fue imposible no escucharla. Estuve a punto de levantarme pero, en esos momentos, todas las demás filas de asientos se estaban llenando y me dio pereza. Cuando colgó el teléfono, empezó a preguntarme por la puerta de embarque, de dónde era, qué me había parecido el viaje, qué edad tenía. Apenas escuchaba mis respuestas y aprovechó para contarme su vida. Trabajaba en una multinacional de minería y viajaba mucho al extranjero, se había casado a los dieciocho años con un japonés del que se había divorciado, tenía cuatro hijos y diez nietos. Iba a visitar a su hija y a su yerno que eran médicos en Guadalajara. Tuve que fingir interés mientras observaba su bello rostro cincelado por la cirugía. La piel tersa como recién planchada, sin bolsas en los ojos, las cejas pigmentadas, los pómulos elevados, los labios excesivamente carnosos, la dentadura prominente, el pelo negro azabache recién teñido. En un momento acercó su brazo al mío afirmando que ella estaba tan blanca como yo, pero sin una mancha, sin una peca. Me dijo que como era de la zona norte, de la selva, utilizaba productos de medicina natural para retrasar el envejecimiento y aclarar la piel. Me fijé en su pecho firme y bien colocado que no se correspondía con los cincuenta y nueve años que me me había confesado que tenía. No me quedó más remedio que alabar su belleza. ¿Tendría el mismo cirujano que Isabel Preysler o Ana Obregón, de las que parecía hermana? El cartel luminoso nos avisó de la inminente salida de nuestro vuelo, nos despedimos con un cariñoso abrazo de su parte, de la mía no tanto y, al darle dos besos en la mejillas, en lugar de hueso encontré dos almohadillas suaves, minúsculas comparadas con las de su pecho, contra las que previamente había rebotado. Era la primera vez que abrazaba a una mujer recauchutada. También observé que su altura era ficticia, unas plataformas de casi veinte centímetros la elevaban del suelo. Entonces me acordé de las chicas neumáticas de la novela de Huxley Un mundo feliz. Lenina, la chica alfa de la que se enamora Bernard Marx es voluptuosa y sexy, con un cuerpo acolchado, pero también insípida, sin sentimientos ni interés en nada, como el nuevo mundo.

jueves, 13 de junio de 2019

84º aniversario de Alcohólicos Anónimos en Madrid



Con motivo del 84º aniversario de Alcohólicos Anónimos, la fundación organizó una jornada informativa con el objetivo de “dar a conocer el programa de recuperación que Alcohólicos Anónimos ofrece para la enfermedad del alcoholismo”. En el acto participaron un médico, una psicóloga y una periodista, junto a miembros de Alcohólicos Anónimos y de Al-Anon. Precisamente quería contactar con el grupo Al-Anon, que se encarga de ayudar a los familiares de alcohólicos que sufren el daño colateral. La enfermedad está destrozando a una amiga muy querida y también a su familia. Asistí acompañada por una persona que lleva perteneciendo a la asociación más de veinte años.
Nada más llegar, me sorprendió el clima de alegría y amistad que se respiraba entre los asistentes, más hombres que mujeres, casi todos de mediana edad, que se saludaban con gran cariño. Parecía un club social. Lo único que me resultó extraño es que la jornada se celebrase por la mañana, cuando se supone que la gente está trabajando, tal vez lo hagan para que la prensa informe en los telediarios.
Lo más impactante fueron los testimonios de los alcohólicos al exponer tanto sus miserias como sus logros en un acto público de inmolación: los problemas que les ocasionaba la bebida, la ayuda del programa de AA, y cómo es su vida con el apoyo constante de los grupos para mantener día a día la decisión de no beber. También hablaron de las recaídas. Hubo intervenciones rápidas y emotivas, otras leídas y aburridas y algunas se asemejaban a un monólogo del Club de la Comedia por la utilización de los juegos de palabras con sentido del humor. Volví a casa con el corazón encogido, llena de folletos e información: con ayuda hay salida.

domingo, 9 de junio de 2019

Paseo por la Fuente del Berro

El domingo día 2, acompañados por Javier Esperanza, nos dimos un paseo primaveral por la Quinta de Fuente el Berro para conocer sus árboles. La temperatura era agradable, solo tuvimos que desafiar a la alergia y al desnivel del terreno que se inclina hacia la M30. El jardín sorprende por su diversidad de árboles frondosos y por sus lugares recónditos habitados por ancianos jugando al dominó y niños celebrando su cumpleaños. Se nota que debajo del terreno hay abundante agua (arroyo Abroñigal). Menudo privilegio vivir en la colonia de chalés cercana. Los que no acudieron a la cita fueron los pavos reales.
De orígenes reales, el jardín fue pasando por diversas manos (incluidas las de los monjes benedictinos de Montserrat que acabaron en la calle san Bernardo) hasta 1948, año en el que el Ayuntamiento se hace cargo de él. Una vez restauradose abre al público en 1954. Destacan cuatro Árboles Singulares: dos cedros (del Atlas y del Líbano), un ciprés de Portugal y un enebro de Siria. El hermoso gingko no resaltaba por tener sus hojas verdes. 
Entre los elementos artísticos, se encuentran el monumento a Bécquer, la estatua de Pushkin y un palacete. 

sábado, 8 de junio de 2019

Paseo por el museo ABC

La quema del colesterol me llevó a la calle Amaniel, al Museo ABC. Un placer pasear por sus salas solitarias para ver tres exposiciones. Y una extrañeza, la insistencia del amable personal en que contribuyera con un donativo a la entrada. Siempre me he preguntado si esa costumbre de pedir la voluntad es solo de los españoles y pueblos afines o de todos los pueblos en general.

1. La exposición Dibujantas. Pioneras de la ilustración  hace referencia al aclamado I Salón de Dibujantas* que tuvo lugar en el Lyceum Club Femenino en 1931, reúne en una exposición las obras de las principales ilustradoras que trabajaron para Blanco y Negro y ABC desde 1891 hasta finales de los años noventa del siglo XX. El resultado es un compendio de 136 obras de 40 ilustradoras —de las 105 que trabajaron para estas publicaciones—. Una ocasión única para descubrir una parte de los tesoros ocultos en la Colección ABC y reivindicar el papel de la mujer en la ilustración española.

*Fundado en 1926, el Lyceum Club de Madrid fue un centro que funcionó como plataforma pública de la emancipación femenina. Para los poderes patriarcales, aquel espacio era poco menos que un nido de depravadas que habían perdido el sentido de la dignidad. Un discurso que caló en ciertos intelectuales del momento, que se negaron a participar en las actividades promovidas desde la institución. Tal fue el caso de Jacinto Benavente, quien, como recordaba la poeta Concha Méndez, se negó a acudir con una frase célebre del lenguaje popular: «¿Cómo quieren que vaya a dar una conferencia a tontas y a locas?». Pese a las numerosas e intensas oposiciones, el Lyceum logró consolidarse como un refugio para mujeres cultas donde era posible crear vínculos personales y concienciarse sobre cómo mejorar la condición social de su género. 




2.  La exposición Yo-Tú. Javier Pagola en papel reúne la obra gráfica del artista Javier Pagola (San Sebastián, 1955). Un autor que ha hecho del dibujo su principal arma creativa para configurar un mundo poblado de extraños personajes. El sugerente cartel es todo un acierto. Y las huellas de Goya y Antonio Saura, palpables. Para mí, todo un descubrimiento.








3. La exposición Cuentos de la selva por Antonio Santos muestra los dioramas que realizó para ilustrar el libro homónimo de Horacio Quiroga editado por Nórdica, galardonado recientemente con el Premio al Libro Mejor Editado en 2018 del Ministerio de Cultura.