Me ha gustado mucho, sobre todo por su claridad, este artículo de mi compañero Manuel Casal, profesor de Filosofía en IES Luis Buñuel de Alcorcón, que también tiene un blog, Casa L (la L simboliza el rincón de la casa en el que se puede hablar de manera amable, racional y crítica de lo que hay), y que ha publicado recientemente En pocas palabras. Aforismos (Playa de Ákaba).
Estamos en plenas fiestas del Orgullo LGTBI. Son, en principio, días de reivindicación para las personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales. No sé si estará del todo claro lo que significan todas estas posibilidades. Lo diremos brevemente.
El sexo es el conjunto de características biológicas que posee el cuerpo de cada persona. Según el sexo, estas se distinguen en hombres y mujeres. El género, en cambio, muestra las actividades sociales que en una cultura y en un momento determinados se les atribuye a los hombres o a las mujeres. Es, por tanto una construcción de la sociedad y puede cambiar con el tiempo. Los géneros son el masculino y el femenino.
De la misma manera que una persona con un cuerpo biológicamente de hombre se puede sentir identificada con el género masculino, o si tiene un cuerpo biológicamente de mujer, se puede identificar con el género femenino, hay personas que, teniendo un cuerpo, por ejemplo, de hombre, se sienten identificadas con el género femenino; y también al contrario, teniendo un cuerpo de mujer, sienten que su identidad de género es masculina. A estas personas se las denomina 'transexuales'. La expresión 'identidad de género' se refiere a la percepción psicológica que una persona tiene de su propio género, que puede coincidir o no con las características sexuales que posee.
La 'orientación sexual' hace referencia a la atracción que una persona siente hacia las otras personas. Si un ser humano siente atracción por quienes tienen su mismo sexo, se habla de una orientación 'homosexual'. En el caso de que ambos sean hombres se les suele denominar 'gays', mientras que si son mujeres se les llama 'lesbianas'. Estos son nombres aceptados comúnmente por la sociedad y por la comunidad científica y no poseen ninguna connotación negativa, por lo que deben usarse en lugar de otros que resultan irrespetuosos para estas personas. Si la orientación sexual es hacia personas del sexo distinto al propio, se habla de 'heterosexualidad'. Cuando alguien siente atracción tanto hacia hombres como hacia mujeres, aunque no sean ambas de la misma intensidad, hablamos de 'bisexualidad'.
La 'intersexualidad', término más actual que el de hermafrodita, que hoy se usa sólo para referirse a animales y plantas, consiste en la disconformidad que puede presentarse en una persona entre su sexo y sus características genitales. Por ejemplo, puede tener ovarios y testículos a la vez, aunque en diferentes grados de desarrollo. Estas personas no son hombres y mujeres al mismo tiempo, cosa que es biológicamente imposible. Son hombres o son mujeres y se sienten hombres o mujeres, pero tienen una alteración meramente biológica más o menos severa.
Si tiene sentido que celebremos las fiestas del Orgullo LGTBI es porque históricamente los hombres han generado un predominio interesado del género masculino y de la orientación heterosexual sobre las mujeres y sobre el resto de posibles orientaciones. El papel secundario que tradicionalmente se ha atribuido a las mujeres y al género femenino y la persecución que han sufrido las personas homosexuales, las bisexuales, las transexuales y las intersexuales son una muestra de este 'patriarcado heterosexual' que no tiene ninguna justificación ni humana ni científica.
Las fiestas del Orgullo LGBTI son las fiestas de la libertad de que cada persona pueda ser lo que realmente es, no lo que quiera nadie que sea. Son las fiestas en las que se reivindica la igualdad de todos los seres humanos para poder desarrollar su vida de la manera que desee, sin que tenga que subordinarse a intereses de una parte de la sociedad que, de espaldas a la ciencia y a un sentido noble de lo humano, quiere imponer a los demás su peculiar forma de entender la realidad. En la medida en que se reivindica en ellas la igualdad de todas las personas en sus derechos, son también unas fiestas feministas. Y para quien aspire a crear un mundo más libre, más igualitario y más humano, son fiestas de todos los ciudadanos.
Recomiendo leer la entrevista de Luz Sánchez Mellado a Beatriz Preciado en El País:
" No es hombre, ni mujer, ni heterosexual, ni homosexual, ni transexual, dice. Brillante filósofa y ensayista, relata su viaje de niña bien de Burgos a icono del movimiento transgénero".
"La sexualidad es como las lenguas. Todos podemos aprender varias".