lunes, 27 de febrero de 2023

Juan Tallón, ‘Obra maestra’ sobre la escultura desaparecida de Richard Serra


Una historia lleva a otra porque los paralelismos existen y la inoperancia del ser humano la llevamos en el ADN. La entrada anterior del blog nos recordaba la desaparición de una escultura 
El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella en tiempos donde todo era posible y su posterior recuperación. La de hoy se refiere a una desaparición en democracia. Las dos son historias inverosímiles sobre dos obras maestras que sin embargo existieron y que tienen muchos puntos en común (desaparición, relación con el Guernica y con el Reina Sofía).

Es increíble, pero es verdad: un museo de primer nivel internacional −el Reina Sofía− encarga para su inauguración en 1986 una obra a una estrella de la escultura, el norteamericano Richard Serra. El escultor entrega una pieza creada ad hoc para la sala en la que iba a exhibirse. La escultura en cuestión −Equal-Parallel/Guernica-Bengasi− consta de cuatro bloques de acero independientes de grandes dimensiones. Inmediatamente se eleva la pieza a obra maestra del minimalismo. Finalizada la muestra, el museo decide guardarla, y en 1990, por falta de espacio, la confía a una empresa de almacenaje de arte, que la traslada a su nave en Arganda del Rey. Cuando quince años después el Reina Sofía quiere recuperarla, resulta que la escultura −¡de treinta y ocho toneladas!− se ha volatilizado. Nadie sabe cómo ha desaparecido, ni en qué momento, ni a manos de quién. Para entonces la empresa que la custodiaba ya ni siquiera existe. Cero pistas sobre su paradero.

He disfrutado mucho leyendo Obra maestra, novela de Juan Tallón, nuestro Georges Pérec gallego*, que investiga sobre la siguientes incógnitas: ¿Cómo pudo desaparecer de un almacén del Museo Reina Sofía una enorme escultura de Richard Serra de treinta y ocho toneladas? ¿Cómo se convierte en original una copia? ¿Qué es arte en el arte contemporáneo? ¿Cuál fue el verdadero destino de la famosa, enorme y pesada escultura de acero convertida en aire? ¿Es posible que un día aparezca? Para responder a estas y otras preguntas, las páginas de la novela acogen una sucesión de voces muy dispares: las de la fundadora del Reina Sofía, algunos de sus directores, los policías de la Brigada de Patrimonio que investigaron la desaparición, la jueza que instruyó el caso, personal del museo, ministros, el empresario que custodió la obra, galeristas americanos, el propio Richard Serra, su amigo −y antiguo ayudante− Philip Glass, marchantes de arte, críticos, artistas, concejales, coleccionistas, un coreógrafo que danzó alrededor de la escultura, ingenieros, periodistas, historiadores, vigilantes, políticos, una terrorista, un jubilado, un camionero, un chatarrero, un taxista, una agente de la Interpol, el propio autor del libro, en tratos con una editora para escribirlo, o César Aira, que propone una teoría tan loca como deliciosa sobre el verdadero destino de la escultura.

 * Animo a leer su mágnifico preámbulo (arte del puzzle) a La vida instrucciones de uso dedicada a la memoria de otro genio: Raymond Queneau

No se lo digan a nadie, pero esta novela contiene 38 toneladas de gran literatura

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy me toca vigilar ahí...

Mª Ángeles Cuéllar dijo...

Te tienes que leer el libro, Angeloxo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Ya lo leí...
Como la vida misma, doy fe .

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