Una historia lleva a otra porque los paralelismos existen y la inoperancia del ser humano la llevamos en el ADN. La entrada anterior del blog nos recordaba la desaparición de una escultura El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella en tiempos donde todo era posible y su posterior recuperación. La de hoy se refiere a una desaparición en democracia. Las dos son historias inverosímiles sobre dos obras maestras que sin embargo existieron y que tienen muchos puntos en común (desaparición, relación con el Guernica y con el Reina Sofía).
He disfrutado mucho leyendo Obra maestra, novela de Juan Tallón, nuestro Georges Pérec gallego*, que investiga sobre la siguientes incógnitas: ¿Cómo pudo desaparecer de un almacén del Museo Reina Sofía una enorme escultura de Richard Serra de treinta y ocho toneladas? ¿Cómo se convierte en original una copia? ¿Qué es arte en el arte contemporáneo? ¿Cuál fue el verdadero destino de la famosa, enorme y pesada escultura de acero convertida en aire? ¿Es posible que un día aparezca? Para responder a estas y otras preguntas, las páginas de la novela acogen una sucesión de voces muy dispares: las de la fundadora del Reina Sofía, algunos de sus directores, los policías de la Brigada de Patrimonio que investigaron la desaparición, la jueza que instruyó el caso, personal del museo, ministros, el empresario que custodió la obra, galeristas americanos, el propio Richard Serra, su amigo −y antiguo ayudante− Philip Glass, marchantes de arte, críticos, artistas, concejales, coleccionistas, un coreógrafo que danzó alrededor de la escultura, ingenieros, periodistas, historiadores, vigilantes, políticos, una terrorista, un jubilado, un camionero, un chatarrero, un taxista, una agente de la Interpol, el propio autor del libro, en tratos con una editora para escribirlo, o César Aira, que propone una teoría tan loca como deliciosa sobre el verdadero destino de la escultura.
No se lo digan a nadie, pero esta novela contiene 38 toneladas de gran literatura
3 comentarios:
Hoy me toca vigilar ahí...
Te tienes que leer el libro, Angeloxo. Un abrazo.
Ya lo leí...
Como la vida misma, doy fe .
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