La primera novela de Rosa Montero Crónicas del desamor
(1979) nos marcó a toda una generación porque nos hablaba del reverso del amor
entre las parejas que nada tenía que ver con las películas ni con la sociedad
que nos rodeaba. El desamor es un estado emocional confuso en el que caemos
cuando se termina la relación de pareja, un desastre que pone patas arriba
nuestra existencia, que nos hace dudar de nosotros mismos. Lo más fácil es echarle la culpa al otro o caer
en un nido de odio y rabia que nos mueve a la venganza.
Lo peor de ahora son las rupturas mediáticas que no dejan de contribuir a facturar dinero a los protagonistas. Me dije que no escribiría sobre el culebrón televisado de Vargas-Preysler, ni sobre la canción de Shakira; pero aquí y en la siguiente entrada estoy comentándolas. La primera fue civilizada, pero ha destapado algunas miserias. La segunda, la chabacana canción de Shakira es una vergonzosa venganza en toda regla, se ha hecho para herir y destruir al otro y a su nueva pareja. Comparto la opinión de B. O. que expuso en su muro de facebook:
Me atreveré a decirlo: la comentadísima
canción de Shakira me parece una ofensa. Una ofensa al buen gusto, a los oídos
medianamente educados, a los grandes libretistas de ópera y a los letristas de
la música popular, a los estudiantes de canto, a las buenas voces relegadas a
túneles y vagones de metro, a la música latina, a las mujeres y a los hombres
despechados del bolero y de la copla, a los cantautores capaces de emocionar
con sus vivencias y a Johann Sebastian Bach.
Me sorprende, como a ella, que las feministas hayan jaleado este circo. ¿Hubieran hecho lo mismo si el hombre fuera el protagonista? No, lo hubieran puesto a caldo. Así que estamos ante un caso de hembrismo. Se aplaude a una mujer que se comporta como una loba (homo homini lupus) siendo cruel con sus semejantes. Sororidad no puede ser aceptar que todo lo que hacen las mujeres esté bien. Esta canción que necesita ser subtitulada no puede ser de ningún modo un himno de empoderamiento y liberación femenina cuando ella misma se compara con objetos de lujo. Ni es original ni era necesario decirlo de esta manera. Tiene la misma gracia, es decir, ninguna, que los chistes de suegras o los antifeministas.
Sea por despecho o desamor, lo mejor es no ofender al otro, aunque sea una rata de alcantarilla. Lo mejor es admitir el sentimiento y pasar cuanto antes el duelo: se nos acabó el amor de tanto usarlo o de no usarlo nada.¡Que te vaya bien! Fue muy bonito mientras duró, aunque tú me dejaste de querer cuando yo más te quería. Y punto y final. A recuperarse de la herida. Sea como fuere, si alguna mujer se siente mejor cantando y bailando la canción, me alegro, Shakira también (seguirá facturando).
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