Antonio Machado, Juan de Mairena
Era Mairena - no obstante su apariencia seráfica- hombre, en el fondo, de malísimas pulgas.
A veces recibió la visita airada de algún padre de familia que se quejaba, no del suspenso
adjudicado a su hijo, sino de la poca seriedad del examen. La escena violenta, aunque
también rápida, era inevitable.
- ¿Le basta a usted ver a un niño para suspenderlo? - decía el visitante , abriendo los
brazos en ademán irónico de asombro admirativo.
Mairena contestaba, rojo de cólera y golpeando el suelo con el bastón:
- Me basta ver a su padre...".
1 comentario:
Muy bueno, y además es a veces totalmente real
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