El día de los enamorados es otro invento para vender más que
hace las delicias de jóvenes entusiasmados por la experiencia revolucionaria
del amor que nos vuelve tontos de felicidad y que desgraciadamente sigue unas
extrañas leyes de supervivencia que caducan con el tiempo. Tal vez debería
inventarse un día para los desenamorados que son legión, no me vale el día del
soltero (11 de noviembre) que vive feliz e independiente en un minipiso
asombroso. Me refiero a las personas que buscan el amor o el reflejo del amor
del que tanto habla la literatura, y solo encuentran desasosiego y falta de
afecto, o las que tratan de recuperarse de una experiencia negativa después de
haber celebrado varios sanvalentines acompañados. Por eso propongo que se celebre el 15 de febrero el día del desamor, porque
la realidad nos demuestra que el amor no es eterno, produce heridas que cada
uno trata de lamérselas como puede: ruptura, depresión, desorientación vital... Tenemos que estar preparados
para un proceso de desvinculación con la otra persona para afrontar un nuevo
futuro sin hacer el ridículo.
La primera novela de Rosa Montero Crónicas del desamor
(1979) nos marcó a toda una generación porque nos hablaba del reverso del amor
entre las parejas que nada tenía que ver con las películas ni con la sociedad
que nos rodeaba. El desamor es un estado emocional confuso en el que caemos
cuando se termina la relación de pareja, un desastre que pone patas arriba
nuestra existencia, que nos hace dudar de nosotros mismos. Lo más fácil es echarle la culpa al otro o caer
en un nido de odio y rabia que nos mueve a la venganza.
Lo peor de ahora son las rupturas mediáticas que no dejan de contribuir a facturar dinero a los protagonistas. Me
dije que no escribiría sobre el culebrón televisado de Vargas-Preysler, ni sobre la canción
de Shakira; pero aquí y en la siguiente entrada estoy comentándolas.
La primera fue civilizada, pero ha
destapado algunas miserias. La segunda, la chabacana canción de Shakira es una vergonzosa venganza en toda
regla, se ha hecho para herir y destruir al otro y a su nueva pareja. Comparto la opinión de B. O. que expuso en su muro de
facebook:
Me atreveré a decirlo: la comentadísima
canción de Shakira me parece una ofensa. Una ofensa al buen gusto, a los oídos
medianamente educados, a los grandes libretistas de ópera y a los letristas de
la música popular, a los estudiantes de canto, a las buenas voces relegadas a
túneles y vagones de metro, a la música latina, a las mujeres y a los hombres
despechados del bolero y de la copla, a los cantautores capaces de emocionar
con sus vivencias y a Johann Sebastian Bach.
Me sorprende, como a ella, que las feministas hayan jaleado
este circo. ¿Hubieran hecho lo mismo si el hombre fuera el protagonista? No, lo
hubieran puesto a caldo. Así que estamos ante un caso de hembrismo. Se aplaude
a una mujer que se comporta como una loba (homo
homini lupus) siendo cruel con sus semejantes. Sororidad no puede ser
aceptar que todo lo que hacen las mujeres esté bien. Esta canción que necesita
ser subtitulada no puede
ser de ningún modo un himno de empoderamiento y liberación femenina cuando ella misma se compara con objetos de lujo. Ni es original ni era necesario decirlo de esta
manera. Tiene la misma gracia, es decir, ninguna, que los chistes de suegras o
los antifeministas.
Sea por despecho o desamor, lo mejor es no ofender al otro, aunque sea una rata de alcantarilla. Lo mejor es admitir el sentimiento y pasar cuanto antes el duelo: se nos acabó el amor de tanto usarlo o de no usarlo nada.¡Que te vaya bien! Fue muy bonito mientras duró, aunque tú me dejaste de querer cuando yo más te quería.Y punto y final. A recuperarse de la herida. Sea como fuere, si alguna mujer se siente mejor cantando y bailando la canción, me alegro, Shakira también (seguirá facturando).
Hace sesenta años la poeta estadounidense se suicidó un 11 de febrero de 1963, envenenándose con gas. Tenía tan solo treinta años.
A través del artículo del diario Información Sylvia Plath: cicatriz y genealogía, me he enterado de que pasó parte de su luna de miel en Benidorm.
Sobre su vida y su obra se han escrito numerosos testimonios que la han convertido en un mito. Dejo esos aspectos a eruditos ilustres y sólo me intereso por su visión del pueblo costero alicantino que contribuyó a su felicidad. Allí tomó notas, escribió artículos, realizó bocetos y se inspiró para futuros poemas.
No está claro si la fotografía que acompaña estas líneas fue hecha en Benidorm cuando Silvia Plath y Ted Hughes llegaron a mediados de los 50 o se realizó en Estados Unidos. Pero lo que sí sabemos es que era el único lugar en España en el que estaba permitido el bikini, y aquellas mujeres que lo hacían estaban protegidas contra insultos y amenazas de los vecinos por un decreto emitido expresamente por el propio alcalde.
“Después
de una hora de viajar en autobús a través de montes desiertos de arena roja,
huertos de olivos y matorrales, todo tan típico, vi aquel mar azul
centelleante, la limpia curva de sus playas, sus inmaculadas casas y calles
–todo, con una pequeña y relumbrante ciudad de ensueño–, sentí instintivamente,
igual que Ted, que ése era nuestro lugar”, escribía Sylvia Plath en una carta
dirigida a su madre sobre las impresiones que le causó ese enclave, al que
definió como “una extraña mezcolanza de pobreza, limpia y llena de colorido, y
hoteles color pastel, todo aparentemente como si lo acabasen de construir…
Novísimo, con los más modernos estilos amalgamados a la sencilla arquitectura
del lugar. Muy extraño porque Benidorm, recién descubierta por los turistas,
excepto sus hoteles no tiene nada de comercial".
El tiempo que la pareja iba a pasar en Benidorm dependía de lo que dieran de sí sus ahorros, para lo cual era necesario encontrar un alojamiento agradable, pero asequible. “Durante el viaje en autobús nos fuimos volviendo más y más escépticos sobre la posibilidad de alquilar una casa amueblada, con todos los enseres necesarios –recordaba Plath–. Habíamos empezado a pensar, con pesar, que quizá lo más conveniente sería una habitación de hotel, con baño, buena ventilación y luz, etcétera, cuando una mujer pequeña y vivaracha de ojos negros, que iba en el asiento delantero del nuestro, se volvió a preguntarnos si hablábamos francés. Al contestarle que sí, nos informó que tenía una casa muy bonita a orillas del mar, con jardín y amplia cocina, y que alquilaba habitaciones para el verano. Sonaba casi demasiado hermoso para ser cierto, pues combinaba las ventajas de una casa para nosotros solos, que no podíamos pagar, con las comodidades de un hotel".
“La alegría de haber cambiado la avenida frente al mar, bulliciosa, infestada de luces de neón verde, de turistas, de hoteles caros, que ofrecía el espectáculo deprimente de las multitudes ociosas y aburridas (…) la alegría de haber cambiado todo eso por un barrio común y corriente, lleno de gente de aquí, aumenta cada día”
La pareja también dedicó tiempo a la holganza. “Entonces preparo el almuerzo y nos vamos dos horas a la playa a dormir la siesta y a nadar, cuando toda la gente se ha ido ya a sus casas, y tenemos la playa para nosotros solos”.“Benidorm, domingo por la mañana, 22 de julio: (…) nos levantamos a las siete, matamos moscas que nos asedian, escuchamos las campanillas de los carros tirados por burros y los gritos de la simpática panaderita con su cesto de bollos dulces (…) Mi mesa con la máquina de escribir junto a la ventana mira al cobertizo de la puerta principal y, a lo lejos, a través de las hojas de la parra que da sombra a la pérgola, veo la sierra llena de casitas blancas”.
En esa casa permanecieron cinco semanas, a lo largo de las cuales Plath y Hughes se dedicaron a leer, descansar, escribir e incluso dibujar las calles, las casas y aquellos objetos cotidianos que llamaban su atención. "Deambulé con Ted haciendo bocetos detallados con pluma y tinta, mientras él leía, escribía o meditaba sin más, sentado a mi lado. Espera a ver estos pocos de Benidorm; los mejores que he hecho en toda mi vida, líneas y sombreados muy marcados y refinados; asuntos muy difíciles también", comentaba Plath a su madre sobre esos dibujos.
Además de dibujos, las escenas y situaciones que encontró Plath en la costa española le inspiraron algunos poemas que escribió en los años posteriores. Entre ellos se encuentran Las remendadoras de redes (“Entre el pequeño puerto de los pesqueros de sardinas / y las arboledas donde las almendras, aún delgadas y amargas, engordan sus cáscaras picadas de verde, las tres rederas / vestidas de negro –pues aquí todo el mundo está de luto por alguien– / colocan sus robustas sillas y, de espaldas a la calle y de cara a los oscuros / dominios de sus umbrales, se sientan”) , Los mendigos o Los melones de fiesta (“En Benidorm hay melones, / Carros tirados por burros, cargados / De incontables melones, / Óvalos y pelotas / Verde brillante, arrojadizos, / Decorados con rayas / Color verde tortuga oscuro”) .
Isabel Coixet, fiel lectora suya, en su película
"Nieva en Benidorm" evoca el paso de la autora norteamericana como
una especie de fantasma inspirador de la crisis existencial de sus personajes.
«Después de leer su diario, quería atrapar ese momento en la película, que ella
describió como de plena felicidad, ese contento que te hace creer que todo es
posible, que todo estaba por hacer en su vida», explicó la directora, que la ha
querido rescatar así de todo el proceso autodestructivo a la que la llevarían
sus demonios y un matrimonio que imaginó perfecto pero acabó en tragedia.
La luna de miel se convirtiría poco tiempo después en luna de hiel.
Hoy he desayunado con la noticia del periódico Información
de Alicante que recoge lo que ya sabíamos desde hace unos días los
incondicionales de La Algueña. Dos jóvenes de forma casual han descubierto una
sima que desciende a una cueva a 30 metros de profundidad con cientos de
estalactitas y estalagmitas. Los descubridores han decidido llamarla Cueva del
Lentisco. El equipo de la Federación de Espeleología de la Comunidad, que ha
comprobado la extensión y el estado de la gruta, advierte sobre su peligrosidad
porque la cueva está seca y se pueden producir desprendimientos. Por eso no se ha revelado su ubicación. No está
destinada para el gran público, solo para expertos espeleólogos.
Me ha hecho gracia el tono épico de la redacción al recrear la aventura. Me recuerda al empleado en el NODO cuando, en de diciembre de 1963, se hacía eco de que unos chicos de Arenas de San Pedro habían descubierto también por casualidad las cuevas del Cerro del Águila. En ambos casos los protagonistas se convierten en
héroes llenos de curiosidad y valentía, pero al mismo tiempo inconscientes de la peligrosidad
que conllevaba el hallazgo:
"Lo cierto es
que no podían imaginarse lo que se iban a encontrar a medida que se adentraban
en las entrañas de la Tierra. Tras serpentear por un angosto orificio,
alcanzaron una cavidad de gran tamaño en la misma entrada, cortada por una
pared lisa de unos doce metros de profundidad. Fue el punto de partida desde el
que comenzaron a recorrer un oscuro entramado de galerías y recovecos de
diferentes tamaños, por los que es muy fácil desorientarse, y espectaculares
formaciones geológicas con cientos de estalactitas y estalagmitas de
caprichosas formas y grosores".
Seguro que tendremos más información en el futuro sobre este
paisaje kárstico.
El artículo de El Comidista ¿Qué fue del regaliz de palo? Historia de una golosina natural me ha hecho recordar que hace
mucho tiempo que no veía palo de regaliz en los puestos callejeros, porque ahora el dulce
tradicional está relegado a herbolarios y tiendas de especias. A la planta del
regaliz se la conoce por multitud de nombres: agarradera, alcancuz, alcarzuz,
alcazul, alfendol, bena, chocolate del moro, erregaliz, fendoces, findoz,
fustdolz, melosa, orojué, ororuz, orozú, orozuz, paliduz, palulú, palo dulce,
palo-luz, palodul, palodulce, regalicia, regalistia, regaliz, regaliza y
rogalicia. Yo la he llamado siempre palulú.
Esta raíz medicinal se obtiene del arbusto Glycyrrhiza
glabra L., una planta herbácea vivaz, originaria del sur de Europa y de Asia menor que puede llegar a alcanzar el
medio metro de altura, cuyas raíces son cilíndricas, largas y leñosas. Su nombre
científico significa raíz dulce en griego. En la antigua Grecia utilizaban el
regaliz por sus cualidades terapéuticas para tratar
cuestiones de salud tan diversas como: úlcera de estómago, virus, gastritis,
tos, catarros o dolencias del sistema respiratorio. Su recolección sigue siendo artesanal.
Precisamente el regaliz es el componente básico de las pastillas Juanola junto con el mentol y el eucalipto que se utilizan para calmar la tos. Fueron creadas en 1906, en el laboratorio de una pequeña farmacia del barrio de Gracia en Barcelona por el boticario Manuel Juanola Reixach. Las diminutas píldoras para chupar tuvieron un éxito increíble y se comercializaron en las farmacias españolas.
Para mí, el palulú y las pastillas Juanola van unidos en el recuerdo. En los años sesenta no teníamos tantas chucherías como ahora, apenas caramelos, chicles y alguna chocolatina en determinadas fiestas. En las ferias, el lujo era comer trozos de coco. Los chavales nos entreteníamos comiendo pipas, chupando regaliz y ablandando castañas pilongas. En el pueblo el repertorio aumentaba con "torraos" (garbanzos tostados), chufas y altramuces. Mi padre era nuestro proveedor porque de pequeño invertía parte de su paga semanal en esos sanos manjares a su alcance y nos comprendía mejor que nadie. Se ponía contentísimo cuando conseguía raíces de regaliz y en sus bolsillos siempre llevaba una pequeña caja de juanolas de distintos colores con tapa de plástico trasparente que contenía pequeñas pastillas de un negro brillante y forma romboidal. Por arte de magia aparecía en el momento oportuno para aclarar la garganta y, de paso, hacer amigos, costumbre que había heredado de su padre. Incluso tenía una estrambótica teoría elaborada con datos reales: era más barato comprar una caja de Juanolas que comprar un periódico.
Tenía razón, hoy un periódico cuesta 2 euros y una caja pequeña de pastillas 2,20. Ahora mismo me acerco al quiosco y a la farmacia.
El DRAE afirma que la palabra cigarro proviene
del maya "siyar", pero otros autores afirman que deriva de la voz
cigarra (a su vez derivada del latín "cicada"), nombre del ruidoso
insecto al que recordaban por su aspecto las hojas de tabaco enrolladas
formando un cilindro que se introducía en la boca por una de sus puntas y se
encendía por la opuesta. Hacia finales del siglo XIX, existían en España
distintas fábricas de tabaco en Sevilla, Cádiz, Alicante o Madrid, que se
encargaban de elaborar el tabaco venido de América. El oficio en un principio
fue también de hombres, pero pronto las mujeres los relegaron porque su
habilidad con las manos, más finas y pequeñas, permitían liar más rápido el
tabaco y, sobre todo, porque se las consideraba poco conflictivas y cobraban
menos.
La cigarrera
española ha dado vida a uno de los seres más insólitos de la cultura popular y casi universal,
el mito de Carmen: una mujer independiente, rebelde y apasionada. Por la ópera Carmen de Bizet (1875),
basada en la novela de Prosper Mérimée (1847) nos ha llegado una versión romantizada del oficio. Concebida por una
imaginación francesa, recibió los legados míticos de la mujer fatal y los
atributos pintorescos de la época. Su historia no puede tener más tópicos, una
cigarrera gitana que traerá la desgracia de los hombres con los que se cruza,
desde un torero granadino a un cabo navarro. La narración está ambientada en la
fábrica de tabacos de Sevilla.
Pero la
realidad de las cigarreras fue menos sofisticada y bastante más interesante. Fueron
las primeras mujeres que lucharon en grupo por sus derechos y en afiliarse a los sindicatos. Constituyeron una
Hermandad de Socorro para ocuparse de toda aquella compañera que se encontrase
en apuros y consiguieron salas de lactancia y escuelas. Finalmente, no pudieron competir
con la llegada de la maquinaria de producción.
Para conocer mejor
a estas mujeres es imprescindible acercarnos al artículo «La cigarrera», publicado en la colección
costumbrista Las mujeres españolas, americanas
y lusitanas pintadas por sí mismas a principios de la década de 1880, y a la
novela La Tribuna (1883), ambas de la
escritora realista Emilia Pardo Bazán.En
el prólogo, la autora califica la novela como un «estudio de costumbres locales»,
aunque dada la presencia en la trama argumental de sucesos políticos tan recientes
como los derivados de la revolución de septiembre del 68, decidió situarla en
un microcosmos de ficción, Marineda, trasunto de la Coruña. Como era preceptivo
en la novela realista, se documentó durante dos meses, oyendo conversaciones, delineando
tipos, cazando al vuelo frases y modos de sentir: "Me procuré periódicos
locales de la época federal (que ya escaseaban); evoqué recuerdos, describí la
Coruña según era en mi niñez (…) y reconstruí los días del famoso Pacto,
episodio importante de la historia política de esta región..." La novela
nos presenta la evolución de una niña, Amparo, de condición humilde y
aficionada a callejear sin rumbo, hasta convertirse en una atractiva obrera
revolucionaria, que recibirá el apodo de «Tribuna del pueblo». La protagonista
está Inspirada en la figura histórica de Águeda Montes, La Republicana, una
revolucionaria santanderina que provenía también de una tabacalera. También se ha relacionado la novela con la obra de Faustina Sáez de
Melgar, Rosa la cigarrera de Madrid (Barcelona, 1872).
El relato "La cigarrera" (descargar aquí) de rápida y amena lectura nos dará una idea
más acertada del duro trabajo de estas mujeres con pinceladas naturalistas. El
artículo vaticina la desaparición del oficio de cigarrera por los higienistas y
moralistas que proscriben el tabaco que junto al café y el alcohol son los
verdaderos venenos intelectuales de los hombres. De su pluma asistimos a la
descripción de la fabricación del tabaco a destajo en los talleres insalubres que
sostiene el Estado ("colmena inmensa donde las abejas son mujeres, y la
miel y la cera puros y pitillos"), donde son ayudadas por sus hijas. Las
cigarreras son listas en el trabajo, tienen opiniones políticas, son más
atrevidas y libres que las otras mujeres del pueblo y están unidas por
misteriosos lazos sociales ("por esa especie de solidaridad masculina de
los clubs, de los círculos"). Finalmente, la autora considera: "Mientras
haya sol y hombres, habrá cigarros".
Recientemente se ha estrenado una adaptación teatral de la novela de Emilia Pardo Bazán "La Tribuna", en la que su director, Cándido Pazó, subraya el mensaje feminista de la obra y el papel de la mujeres en la historia de la lucha obrera. Siete mujeres son las protagonistas de "Cigarreras", dos de ellas vivirán un amor imposible, una con un burgués y la otra con un militar, de tal manera que puede interpretarse como un testimonio de la crisis de la "Gloriosa".
Es de un verso de Virgilio (Eneida
II 354). El hexámetro completo dice:
Una salus victis nullam
sperare salutem. (‘la única salvación para los vencidos es no
esperar ninguna salvación’)
Lo dice Eneas en el momento crucial de la Iliupersis o destrucción de Troya. El héroe ha reunido un puñado de
jóvenes para intentar una defensa desesperada frente a los griegos y les lanza
una arenga que acaba con las palabras citadas. La frase anterior dice: Moriamur et in media arma ruamus
(‘muramos y lancémonos en medio de las armas’, con su razonable hýsteron-próteron incluido); es, por
tanto, un exhorto a ‘morir matando’ o ‘vender caras sus vidas’, como dicen los
tópicos bélicos, que cumplirán efectivamente muriendo todos ellos, menos Eneas,
claro, que es el chico de la peli.
Durante mucho tiempo tomé el verso Vna
salus… como un lema, olvidando la parte anterior por su militarismo
suicida. Lo sentía como una última rebelión negativa frente a la derrota vital
que nos suele acontecer al llegar a la mediana edad. La tranquilidad de la
desesperación permite sentarse al borde del sendero y ver pasar cadáveres de
amigos y enemigos, sin saber tampoco si eres uno de ellos, pero ya no importa.
Al cabo, sin embargo, como también suele ocurrir, se empieza a ver todo
con la distancia que va procurando la edad, y por tanto con mayor ironía,
incluido uno mismo.
Un anónimo tardío (y por ello, como es habitual, muy inferior al verso
virgiliano que remeda) evoca un sentimiento semejante al que ahora refiero:
Una salus victis risum reputare salutem.
(‘la única salvación para los
vencidos es considerar la risa como una salvación’)
Pero ya no es tiempo de lemas vitales ni divisas blasónicas, y en este
resbaloso mundo nuestro las ideas y las palabras son también escurridizas y multiversas.
En otra ocasión podremos ver alguna más.
En la vida social tenemos que aguantar a muchos indeseables,
metepatas e irresponsables. Pero entre todos ellos destacan los que carecen de empatía,
que por hacer una gracia, casi siempre clasista, homófoba o machista, llegan incluso a
atacar a su propia familia. Se sienten
los más listos y más guapos porque nadie osa hacerles frente. Los demás, bien
por aburrimiento o por no aguar más la fiesta, nos callamos. Pero lo peor es que si hablásemos daría igual, porque ellos ni atenderían ni entenderían, solo levantarían el tono de voz, porque creen
tener razón. Pasan por la vida sin reflexionar, sin leer, ciegos y sordos.
Este verano fui calificada de "gordita" sin venir a cuento por la
dueña de la casa a la que había sido invitada a su piscina. Me callé, pero me sentó como un tiro, sobre todo
por el condescendiente diminutivo que no tenía nada de cariñoso. Además yo no tenía ninguna confianza con ella ni con su familia. Horas después, su marido se metió con su nieto preadolescente con una broma terrible delante de
un grupo de personas: "Nene, como sigas así, te voy a tener que comprar un
sujetador". El niño se quedó aturdido ante tamaña bofetada, luchó porno llorar y se marchó cabizbajo. Inmediatamente
fuia su encuentro y lo abracé diciéndole que era el niño más guapo y listo del
mundo, que ya crecería y la pesadilla
desaparecería, que el crecimiento hace que unas partes se desarrollen más que otras
sin concierto ninguno. Me miró y me reconfortó diciendo: pues a mí no me parece
que estés gorda. Acabamos riéndonos.
Al rechazo a los cuerpos grandes y gordos se le llama
gordofobia. Sin ir más lejos a mí me pasa con mi propio cuerpo, me odio por haberme convertido en una persona gorda y por eso me solidarizo con todas las "gorditas". Pero me rebelo cuando el blanco de las bromas es un menor que está en proceso de crecimiento, no entiende lo que le está pasando y carece de armas para defenderse. No hay derecho a meterse con el físico de nadie, ni a humillarle delante de los demás por ser diferente. Las madres y los padres tienen una misión titánica para que niños y niñas no padezcan los complejos instigados por la sociedad. La
gente que no sigue los cánones tradicionales tiene dieciocho veces más riesgo de padecer
trastornos de la conducta alimentaria. Hay que insistir y transmitir que el
valor de las personas no reside en el aspecto físico. Puede que en el cole o en
la calle las conductas gordofóbicas golpeen
a los niños o adolescentes, pero la familia tiene que ser un lugar seguro. Hay que reforzar que lo importante es lo que son,
no como los ven los demás. El aumento del volumen de las mamas en un niño debido al
desarrollo se denomina ginecomastia. En la mayoría de
ocasiones no se trata de la manifestación de una enfermedad, sino de situaciones
normales y transitorias, como en el caso de los bebés y preadolescentes.