David Jiménez, corresponsal y reportero de guerra durante dos décadas, fue nombrado por sorpresa director de El Mundo. El ilusionante reto profesional terminó en una cruenta batalla por el control del diario y provocó su despido tras un año en el cargo. Jiménez destapa en este libro la podrida red de presiones, influencias y favores que se establece entre el poder económico, el poder político y la prensa que supuestamente debe vigilar a los dos primeros. Ministros, banqueros, consejeros delegados, comisarios corruptos y periodistas de dudosa moralidad protagonizan esta historia sobre las intrigas del mundo del periodismo y los hilos secretos que gobiernan España. Jiménez ofrece un relato único sobre cómo respira la vida en una redacción —sus personajes, rivalidades, traumas y éxitos—, cómo funciona el juego de favores entre los medios y el poder y qué precio pagan quienes se niegan a participar en él.
Apasionada lectura que recomiendo a todos los alumnos que piensan estudiar periodismo y a los lectores que se creen que al abrir un periódico o conectarse a la televisión van a encontrar una información veraz y lo más objetiva posible. Pero no es verdad, la mezcla de opinión e información lleva muchos años presionando a los periodistas con una proyectada ley del silencio. Todo un ataque a la libertad de prensa. Malos tiempos para el periodismo independiente que ha dejado de ser el cuarto poder para convertirse en un súbdito del capital que es el que mueve los hilos. Jiménez es un ingenuo pulpo en un garaje, presionado por todos los lados: la política, los poderes económicos, la crisis de financiación de la prensa. La lectura de este libro también da buenas pistas de por qué los diarios han ido perdiendo credibilidad a chorros y por qué los lectores dejaron de sentir que merecía la pena pagar por ellos en papel o en suscripciones web. En el libro no falta el ajuste de cuentas: los motes o apodos. El autor nombra por su nombre real solo a las personas a las que aprecia, y llama con pseudónimos faltones a quienes desprecia (La Digna, El Secretario, El Señorito). Lo peor es que solo unos pocos luchan contra esto, los demás callan para no perder beneficios o su propio trabajo. En lugar de información prevalece la mentira y nos hemos acostumbrado. Pablo Iglesias tenía razón cuando nos avisó de la relación entre los medios y las cloacas, y de cómo conspiraban contra la democracia.
Entrevista David Jimėnez: