miércoles, 27 de noviembre de 2019

Un robo con final feliz después de casi cuatro horas en comisaría


Me robaron la cartera de la mochila después de un largo paseo, cuando llegaba a casa, no sé si en un semáforo o en una frutería. Volvía cargada con una bolsa llena de compras, confiada y feliz porque después de unos días de perro por fin lucía el sol. Fue un robo de manual, de los que ponen mil veces en televisión, iba descuidada y el amigo de lo ajeno, siempre al acecho aunque no fuera un lugar turístico, aceptó mi invitación al robo. Cuando fui a pagar en la frutería, la mochila estaba abierta y ni rastro del monedero. Me sorprendió la actitud del dependiente, sonrió, mi sexto sentido me dijo que lo había visto pero callaba. Rápidamente se me encendieron todas las alarmas, llamé para anular las tarjetas y me dirigí a la comisaría de mi barrio, la de Leganitos, a denunciar el robo del DNI. Ya en la puerta me disuadieron: estamos saturados, hay entre una hora y media o dos de retraso, te conviene más ir a otra, hay poco personal y no damos abasto.  Con lo nerviosa que estaba, preferí pagar mi descuido lo antes posible y quedarme allí en la sala de espera tercermundista, un cubículo atestado de gente, oscuro, sucio y con el ruido renqueante de una máquina expendedora de comida y bebida. La mayoría eran extranjeros a los que habían robado el móvil o la cartera. De todas formas, si el trámite lo hubiese hecho por internet también tendría que firmarlo allí después de esperar turno. Así que para una gestión de apenas diez minutos estuve esperando desde las 3 de la tarde a las 6,30. Para robarme apenas veinte euros me habían fastidiado bien el día. Supongo que el colapso de la comisaría más céntrica de Madrid hace que la mayoría se vaya sin denunciar y esos robos no figuren en las estadísticas para dar una imagen más segura de la ciudad. Impresentable me pareció también que los policías, entrenados para otras tareas, se encargaran de la burocracia más fácil, un administrativo lo hubiese hecho de una forma más rápida y eficaz. Se requiere una reorganización del servicio. Las mujeres policías con las que traté, muy competentes.
Al día siguiente, a las 11 de la mañana, subió el portero a mi casa y me devolvió la cartera con la documentación dentro, un barrendero la había encontrado en la calle Santa Cruz de Marcenado. Casi me lo como a besos. Sentí no poder agradecérselo en persona al barrendero que se tuvo que desviar de su ruta, porque no sabe la de trámites y tiempo que me ha ahorrado. Siempre hay buenas personas que te hacen recobrar la esperanza en la humanidad. Ahora ando documentada pero sin un euro. 
A partir de ahora, en el bolso el dinero irá por un lado y la documentación y las tarjetas por otro, como hacía antes de estar jubilada y me pasaba el día en transporte público.
Recordando, creo que me han robado por lo menos unas diez veces en toda mi vida, con y sin violencia, conocidos y desconocidos (los robos del corazón no cuentan en esta estadística). La última, en la sala de profesores de un Instituto, a última hora de la mañana. Tenía un principal sospechoso y para avisar a mis compañeros de posibles hurtos puse un papel junto a la fuente de agua: 

ESTIMADO LADRÓN:
VIVIMOS TIEMPOS DUROS POR LA CRISIS. ME HUBIESE GUSTADO QUE, EN VEZ DE ROBARME, ME HUBIERAS PEDIDO AYUDA. POR FAVOR, DEVUÉLVEME EL MONEDERO, QUE LE TENGO CARIÑO. Y LAS FOTOS DE MIS SOBRINOS QUE SON IRREEMPLAZABLES.
GRACIAS.

No hice denuncia, pero un año después me llamó la policía porque había encontrado mi cartera en un registro de una vivienda relacionada con drogas. Las sospechas se hicieron ciertas: era el conserje.

P.D. La frutería sospechosamente está cerrada y mi mochila en el armario. Mis amigos alicantinos, directos descendientes de los fenicios, me recordaron que hay algunos seguros que contemplan en sus pólizas el robo de pertenencias fuera de la vivienda. Así que al final me sirvió la denuncia para reclamar al seguro que en breve me dirá a cuánto asciende.  


miércoles, 20 de noviembre de 2019

La crisis, los laboristas y Ken loach



 En el debate del Brexit, ePartido Laborista inglés ha lanzado en sus redes sociales un anuncio que retrata de forma satírica todos los estereotipos racistas, xenófobos y clasistas que se entremezclan en los discursos de muchos dirigentes. 
Los partidarios del Brexit (como Trump, como Vox) atribuyen todos los problemas políticos a los extranjeros que han venido para quitarnos el trabajo y aprovecharse de nuestros servicios sociales. Pero la crisis es un problema del conjunto de la sociedad, dominada por grandes corporaciones cuyo único interés apunta a reducir costes: de fabricación, de mano de obra, de envío… Un capitalismo salvaje que conduce al individuo a la autodestrucción.






La última película de Ken Loach ‘Sorry We Missed You’ nos refleja con un naturalismo tremendo la caída a los infiernos de un matrimonio británico con dos hijos que vio cómo se desvanecían sus sueños de comprarse una vivienda cuando un banco se quedó con sus ahorros. La única salida que ve el padre, después de muchos trabajos temporales precarios en la construcción, es dedicarse al servicio domiciliario de paquetería para lo que tiene que comprarse su propia furgoneta, convirtiéndose en un falso autónomo que llegará a trabajar catorce horas seguidas, seis días a la semana, sin posibilidad de poder faltar al trabajo y sin vacaciones. Mientras, la mujer se desvive cuidando ancianos en jornadas interminables como resultado de los recortes sociales. Salí del cine tocada al asistir al terror cotidiano de la lucha por la supervivencia de dos buenas personas que lo tienen todo en contra, no había respiro en la sucesión de episodios de mala suerte y de violencia con leves rasgos de humor.
Siempre nos quedará el cineasta Ken Loach que, como ya hizo Zola en el siglo XIX, sigue su inagotable lucha en favor de los derechos de la clase trabajadora haciendo películas que nos muestran una verdad incómoda, lo que no queremos ver y lo que ocultan los periódicos. La película se debería poner en los colegios (la charla del policía al hijo absentista es antológica) para que los jóvenes salgan de su propia comodidad egoísta y vean más allá de sus narices.


martes, 5 de noviembre de 2019

Cafés de Malasaña, Peter Hassell

Esta vez Peter pintó en su cuaderno de dibujo, no quedó más remedio que hacer fotos, de ahí que aparezcan claroscuros que no estaban en el original. Los dibujos resultan de esta manera más bellos y misteriosos. En apenas media hora, lo que tardamos en tomarnos una cerveza, realizó cada una de estas obras de arte sin darle la menor importancia.

Café Pepe Botella 
Café Ruiz 

Punto de partida: Metro de Cuzco

Días más tarde, con más tiempo, exterior café Pepe Botella 

domingo, 27 de octubre de 2019

Más que un café con leche

Sí algo he odiado siempre, cuando en los desayunos tienes que pedir café, son las pijaditas: yo corto de café, yo café americano, yo descafeinado de sobre, yo descafeinado de máquina, el mío con leche desnatada, el mío con leche de soja... Por eso cuando, después de mucho tiempo, me reuní con algunos compañeros del comité de Empresa, pisé territorio conocido, volví a Ítaca. Los tres pedimos un café con leche (bueno yo también una tostada porque era mi primer desayuno), sin complicaciones, sin edulcorantes. Los tres pensamos lo mismo sobre la situación política, los tres supimos dejar hablar y escuchar sin tener que demostrar nuestra poca o mucha erudición. Nadie consultó el móvil. No fuimos políticamente correctos, a ninguno nos gusta el verbo empoderar. Volvimos a reír recordando lo vivido.
Con ellos podría tomar todos los días un café con leche.



lunes, 21 de octubre de 2019

Fumar, ni saludable ni feminista (Bernays 4)


La serie Mad men me ha llevado otra vez a la figura de Edward Bernays, el sobrino de Freud que inició la publicidad del siglo XX basada en la manipulación para inculcar el deseo de comprar cosas que no necesitamos aplicando las técnicas del psicoanálisis. Él ideó una campaña barata que dio grandes beneficios a las multinacionales del tabaco cuando estas habían tocado techo en su venta a los hombres, primero de la clases alta y luego a la clase media y baja, incluso a los soldados se les proporcionaba una cajetilla de tabaco en sus raciones. Bernays partió de que el cigarrillo era un símbolo fálico que evocaba el poder dominante de los hombres sobre las mujeres, de tal manera que, si las mujeres fumaban, verían el cigarrillo como símbolo de libertad, ya que tendrían su propio pene. El 31 de marzo de 1928 se celebró en Nueva York la tradicional Eastern Parade o desfile de Pascua, donde un grupo de diez modelos de la revista Vogue encendieron sus pitillos para reivindicar su derecho a fumar. El grupo se había autodenominado "Las antorchas de la libertad". Todos los periódicos se hicieron eco y un año después ya estaba bien visto por parte de la sociedad americana que las mujeres fumasen. Las feministas deseosas de liberarse de los convencionalismos de la sociedad patriarcal se sumaron a ellas.

Antes, en el Madrid de los años 20, un grupo de mujeres de la Generación del 27, entre ellas, Margarita Manso y Maruja Mallo, pasearon por la Puerta del Sol quitándose el sombrero. Esta actitud transgresora pretendía romper la norma y, metafóricamente, en ausencia de la pieza que tapa la cabeza, liberar las ideas y transformar el panorama cultural y artístico. A este grupo de mujeres rebeldes se las llamó "Las Sinsombrero". Inmediatamente fueron apedreadas y silenciadas. Detrás de ellas no había orquestada ninguna campaña de publicidad, ni intereses económicos.

En Europa y en EE UU, en los años cuarenta, comienza la explosión del tabaquismo femenino cuando las mujeres comienzan a trabajar. El cine también contribuyó: en épocas de censura no había nada más sensual que ver a los actores del momento encenderse un cigarro*. En los años cincuenta se demuestra que el tabaco mata, pero se silencia esta información. En España, las mujeres empiezan a fumar a finales de los sesenta y principios de los setenta con la introducción del tabaco rubio que la industria dice que es menos perjudicial, incluso se aplicó mentol para hacerlo del gusto femenino. Las primeras mujeres que fuman son las universitarias y las trabajadoras, no las amas de casa.
Las multinacionales de la nicotina idearon una trampa para vender libertad, sensualidad e igualdad, cuando en realidad vendían nicotina potenciada por numerosos aditivos. Convirtieron a sus consumidores en esclavos y mataron a millones de personas tras hacer estragos en los recursos de los sistemas sanitarios. En el siglo XXI, después de duras batallas políticas y jurídicas, la población finalmente se concienció y, afortunadamente, fumar ya no está bien visto, ni para hombres ni para mujeres.


El humo cegó mis ojos

El humo también cegó mis ojos. Cuando era niña, observaba a mi abuelo fumar puros en las fiestas familiares con un deleite manifiesto. Mi padre fumaba en pipa tras realizar un ritual hipnotizante con el resultado de un olor agradable. Mi madre,  elegante, femenina y comedida, comenzó a fumar a finales de los sesenta Chesterfield: solo un cigarrillo y solo en reuniones sociales. Asimilé que el tabaco era un placer agradable y un signo de distinción que servía para socializar. Estaba deseando ser mayor para sumarme a ellos. Es más, soñaba en convertirme en una mujer libre y fumadora que condujera su propio coche, a ser posible un descapotable, como veía en las películas. Pero me hice mayor y no me gustaron ni el sabor ni el olor que desprendían los cigarros que consumían mis compañeros de facultad (Ducados y Bisonte) y que luego me llevaba a casa impregnados en mi piel y en mi ropa. Entonces se fumaba en todas partes, en los hospitales, en el cine, en los bares, en las clases, hasta que se destapó el pastel y descubrimos que éramos unos borregos que estábamos gastando una fortuna en alimentar los beneficios de las tabacaleras auspiciadas por los gobiernos y que, además, era peligroso para la salud.
El tabaco, esa cosa inequívocamente americana, era una falsa libertad, una licencia para matar, una cortina de humo para el verdadero feminismo. En los noventa, qué mala Fortuna, tres buenos amigos míos murieron prematuramente de cáncer de pulmón, dos eran fumadores empedernidos y el tercero, el padre de mis sobrinos, después de haber fumado de joven, solo era un fumador pasivo. Cuando fui al hospital a ver a Paqui, mi compañera de viajes por el mundo ya herida de muerte, me di cuenta de que el mayor tormento para ella no era la enfermedad, sino no poder fumar en el hospital; nos pedía que le llevásemos tabaco a escondidas, se había convertido en una yonqui de la nicotina. Este año nos ha abandonado otro compañero de uno de los últimos institutos en los que he estado. Todos pagaron un alto precio por ese "placer sensual, genial", que cantaba la tonadillera. Y pensar que la planta del tabaco, trasplantada desde América, en un principio se consideró medicinal...  

* La literatura también se hizo eco de la costumbre de fumar, El Halcón Maltés de Dashiell Hammett contiene una de las descripciones más precisas de cómo liar un cigarrillo y que yo, inconsciente, utilicé en algunas clases en los ochenta: 
"Spade procedió a liar esmeradamente un cigarrillo con sus gruesos dedos: después de echar la cantidad justa de hebra color canela sobre un papel curvado y extenderla de modo que hubiese el mismo volumen en cada extremo y una ligera depresión en el centro, hizo rodar hacia dentro el borde interior del papel con los pulgares y luego hacia arriba, bajo el borde exterior, sin dejar de presionar con ambos índices, deslizando los dedos hacia el exterior del cilindro de papel para sostenerlo recto al tiempo que pasaba la lengua por el borde encolado, y finalmente índice y pulgar izquierdos pellizcaron un extremo mientras, índice y pulgar derechos alisaban la costura humedecida, volvían en su recorrido hacia arriba y llevaban el extremo contrario hasta la boca".

martes, 15 de octubre de 2019

Alipio Hernández Guerra, pregonero de las fiestas de Figueras (Asturias)


2019. Fiestas del Carmen de Figueras. Lunes 5 a las 21:00h pregón a cargo de Alipio Hernández Guerra en la Casa de Cultura de Figueras, a continuación actuación del grupo coral "Puerto de Figueras"

Alipio Hernández ya es profeta en su tierra, ha sido el pregonero de las fiestas del Carmen en Figueras (Asturias) y lo ha hecho en sus dos lenguas: el castellano y el figuerolo, conocido también como el eonaviego, gallego-asturiano, gallego de Asturias, gallego eonaviego o fala del occidente de Asturias. En el entrañable e impecable pregón nos habla de sus recuerdos del pasado para acercarnos al presente, porque la infancia es el recuerdo que nos habita, el comienzo de nuestra educación sentimental, la patria de las mujeres y los hombres. A los ocho años le trasladaron a Oviedo y allí vivió por primera vez el sentimiento de "señaldá", hermosa palabra que significa algo así como nostalgia devastadora (saudade en gallego). El pregón, como no podía ser menos, termina con un imperativo: aprovechemos el momento de la fiesta (carpe diem).

Después de mucho insistir para vencer su modestia, he conseguido que me pase el texto para que todos, sus amigos y sus vecinos, podamos disfrutar de sus palabras, aunque solo sea por escrito y se pierda el encanto de la oralidad. Para mí, la ría del Eo, lugar que no he pisado pero que conozco al dedillo, es un lugar mítico, parecido a Macondo y a Castroforte del Baralla, lleno de personajes e historias increíbles. 
Por cierto, su hija se llama Carmen. 

viernes, 11 de octubre de 2019

Una serie inteligente: Mad men


En 2007, se estrenaba Mad men (Mad diminutivo de la calle Madison), serie pausada e inteligente sobre la vida de los ejecutivos de publicidad en el Nueva York de los 60, escrita por un antiguo guionista de Los Soprano. Me he enganchado a ella por sus miradas, por los gestos, por el silencio, por su tristeza, por las puertas que se abren y se cierran, por sus pinceladas de humor negro, por la ambientación y el vestuario. Hay mucho sexo, mucho alcohol y poca felicidad entre sus protagonistas. Vidas de lujo que esconden entornos sórdidos. Nos presenta la caída de los hombres y el ascenso de las mujeres entre el humo de los cigarros que fuman constantemente. Algunos de sus personajes me han recordado a hombres machistas y a mujeres florero condenados a no entenderse que conocí en mi infancia. La recomiendo, merece la pena aunque sean siete temporadas. Un viaje en el tiempo nos reconcilia con el presente.