En 2007, se estrenaba Mad
men (Mad diminutivo de la calle Madison), serie pausada e inteligente sobre la vida de los ejecutivos
de publicidad en el Nueva York de los 60, escrita por un antiguo guionista de Los
Soprano. Me he enganchado a ella por sus miradas, por los gestos, por el
silencio, por su tristeza, por las puertas que se abren y se cierran, por sus pinceladas de humor negro, por la ambientación y el
vestuario. Hay mucho sexo, mucho alcohol y poca felicidad entre sus protagonistas. Vidas de lujo que esconden entornos sórdidos. Nos presenta la
caída de los hombres y el ascenso de las mujeres entre el humo de los cigarros que fuman constantemente.
Algunos de sus personajes me han recordado a hombres machistas y a mujeres florero condenados a no entenderse que conocí en mi infancia. La recomiendo, merece la
pena aunque sean siete temporadas. Un viaje en el tiempo nos reconcilia con el presente.
viernes, 11 de octubre de 2019
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