miércoles, 2 de octubre de 2019

Jacob Bernays y su influencia en Freud (2)


En una entrada del 23 de septiembre sobre Edward Bernays, sobrino político de Freud y gran creador de la propaganda moderna, se sugería la aplicación de las teorías psicoanalíticas de su tío a los medios de persuasión de masas. No está de más recordar que a su vez el gran psiquiatra austríaco debía al menos parte de su pensamiento a otro Bernays, Jacob, hijo de Isaac y tío paterno de su esposa, Martha Bernays. Jacob Bernays (1824-1881) fue un filólogo clásico alemán que, entre otros muchos trabajos, publicó dos obras importantes sobre la tragedia griega, las interpretaciones aristotélicas y la catarsis; se da por seguro que influyeron decisivamente en el desarrollo del psicoanálisis freudiano (recuérdense aspectos como el complejo de Edipo, las pulsiones inconscientes, Eros y Tánatos, etc.). Pero Bernays había editado de joven al gran poeta romano Lucrecio, heredero y transmisor del materialismo epicúreo, que propugnaba el principio del placer como motor de la vida humana: y es justamente ese principio una de las grandes directrices de las teorías de Freud, frente al principio de realidad. La edición lucreciana de Jacob Bernays apareció en Leipzig en 1852 siguiendo la estela de Lachmann, creador de las ediciones críticas modernas, y se publicó en la colección Teubner, que sigue siendo una de las más importantes editoriales de textos clásicos griegos y latinos. El Lucrecio de Bernays se reeditó al menos ocho veces durante el siglo XIX, y es más que probable que el joven Freud lo manejara en sus años de formación humanística, que sabemos era muy amplia y sólida.

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