lunes, 3 de enero de 2011

¿Por qué escribo?



Algunos llegaron a la literatura por vocación, por el placer de la lectura y para emular a los autores que admiraban. Ahora crean por necesidad vital o simplemente lo hacen por dinero. Cincuenta autores de renombre nos desvelan los secretos de su obra, los motivos por los que dedican sus vidas a la escritura en el Pais Semanal del 2 de Enero de 2011.

Elvira Lindo, Manolillo y los bomberos
Desde que el mundo es mundo, los niños que soñaban con ser escritores eran los rarillos. Una rareza que no se apreciaba, porque ya se encargaban esos niños fantasiosos de que nadie descubriera su diferencia. En este aspecto las cosas no han cambiado. Tú preguntas en una clase, "¿a alguien le gusta escribir?", y las criaturas bajarán la cabeza como si hubieras preguntado quién se masturba o algo parecido. Tal vez un alumno decida romper la tensión señalando a una compañera, "ésta escribe poesías", y lo más probable es que la pobre enmudezca, deseando que sus compañeros se olviden pronto de su tara. El niño que escribe es el rarillo. La niña, la rarilla. Porque en la niñez la destreza para la acción tienen mucho más prestigio que las dotes reflexivas. Algunos maestros me han dicho que hay niños que aspiran a ser zánganos de Gran Hermano. En fin, cada generación ha dado su camada de zánganos, ahora, además, tienen programa en la tele.

domingo, 2 de enero de 2011

Los poetas malditos: significación


El escritor, hasta el siglo XIX, era un ser respetable y normalmente sofisticado, de elevada posición social y alto nivel de cultura, que cultivaba el arte para mayor gloria de Dios y de los hombres (excepto honrosas excepciones como Francois Villon). Los mecenas, nobles, príncipes, aristócratas, financiaban a los artistas y sus obras. En el siglo XIX aparecen los primeros autores que escriben por un nuevo motivo, que es el de ganar dinero, que firman contratos a destajo, a tanto por palabra, que deben escribir día y noche para pagar sus deudas y que deben entregar sus cuartillas repletas en la fecha fijada. En el fondo, quieren ser aristócratas, príncipes absolutos, pisar mullidas alfombras y frecuentar la alta sociedad. La imagen maldita del artista es sin duda la expresión de su desamparo, forzado a llevar una vida de marginado, más cerca del lumpen que de la aristocracia.
En realidad, un poeta maldito es un snob que quiere llevar la vida de un dandi. Un esnob (anglicismo que proviene del latín sine nobilitate) es una persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos para aparentar ser igual que ellos. Un dandi (del inglés dandy) es un hombre que se considera elegante y refinado, y cuya actitud ante la vida se caracteriza por la falta de deseo, la desgana, el aburrimiento y el desprecio por los gustos del vulgo.
La expresión “poetas malditos” se acuñó en el año 1832 cuando Alfred de Vigny llamó en su drama Stello a los poetas “la raza que siempre será maldita por los poderosos de la Tierra y se consolidó en un libro de Paul Verlaine llamado “Les poetes maudits”, publicado en 1888 donde realiza un homenaje a su amigo poeta y amante Arthur Rimbaud y en él evoca y elogia a toda una serie de poetas contemporáneos como Tristan Corbiere o Stéphane Mallarmé.También se les conoce bajo el nombre de Decadentismo. Nacido como reacción al realismo imperante, el decadentismo explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente, arremetiendo contra la moral y las costumbres burguesas, defendiendo la evasión de la realidad cotidiana y la celebración de la individualidad heroica o desdichada.

Por tanto, cinco rasgos caracterizan fundamentalmente a estos escritores:
1) Marginalidad. Se glorifica lo raro, el artista se considera como ser marginal, no común y maldito. Pero son malditos a su pesar, "cortesanos de rentas escasas", como se autodefine Baudelaire. Derrotados por todas las batallas, abatidos por los reveses cotidianos
2) El abuso de las drogas o el alcohol, la locura, el crimen, la violencia y ,en general, cualquier conducta no aprobada por la sociedad.
3) Sus vidas terminan con frecuencia de manera trágica o con muertes prematuras,
4) No llegan a recibir un reconocimiento en vida sino que su figura se hace famosa póstumamente.
5) Cultivan un arte de alto nivel poético, de oscuros significados.
Es muy común asociar también el término “poeta maldito” a autores como Baudelaire –cuya poesía encarna el sufrimiento-, Edgar Allan Poe, Thomas Chatterton, el conde de Lautréamont, Émile Nelligan, John Keats, García Lorca y otros tantos.
La figura del poeta maldito, en los últimos años, apareció muy ligada al mundo del rock: Janis Joplin, Brian Jones –uno de los fundadores de los Rolling Stones-, Jim Morrison, Jimmy Hendrix y Kurt Cobain representan perfectamente la figura del artista cuya vida se consumió antes de tiempo y que pasa a ser leyenda.

http://www.poeticas.com.ar/Biblioteca/Flores_del_mal/Poemario/la_modernidad.html
Si quieres ver completo el poema que Cernuda dedica a la extraña pareja de Verlaine pincha aquí
"BIRDS IN THE NIGHT - Luis Cernuda
El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida
En esa casa de 8 Great College Street, Camden Town, Londres,
Adonde en una habitación Rimbaud y Verlaine, rara pareja,
Vivieron, bebieron, trabajaron, fornicaron,
Durante algunas breves semanas tormentosas.
Al acto inaugural asistieron sin duda embajador y alcalde,
Todos aquellos que fueran enemigos de Verlaine y Rimbaud cuando vivían.

Escritores alcohólicos y adictos


Resultado de imagen de escritores alcoholicos y adictos bloggelesInternet es una inmensa tela de araña o madeja de tejer donde empiezas por un cabo y tirando, tirando, te vas encontrando con otros nudos. Empecé con la lista de escritores suicidas y he terminado por la de los adictos a todo tipo de sustancias, sobre todo al alcohol. La conclusión del primer artículo El club de los escritores suicidas era que los escritores se suicidan tanto como el resto de los mortales, solo que su muerte no pasa desapercibida, porque ellos mismos o sus biógrafos nos lo cuentan. De la misma manera, hay una irresistible y, a veces, incurable atracción a las drogas entre los escritores. Paralelamente a la definición del hombre como bípedo implume, con sed de ser eterno, podríamos acuñar la del escritor de pluma insaciable, con sed de beber para vivir o para morir. No es mi intención hacer apología de la drogadicción, ni un resumen de sus nefastas consecuencias; sólo pretendo informar de las relaciones entre las drogas y la literatura mostrando una galería de ilustres alcohólicos a los que les vendría bien el siguiente epitafio: Murió de haber bebido y de haber vivido; murió de sed y de ser.

La sociedad siempre ha sido ambigua al tratar los temas del alcohol y las drogas. El consumo no está bien visto, pero se tolera. A ninguno nos extraña que la mayoría de nuestra juventud dedique los fines de semana a beber o a ponerse ciegos de cualquier sustancia. Pues bien, la indulgencia es todavía mayor cuando se trata de artistas, de tal manera que la droga, el don de la ebriedad, se convierte en un ritual para el poeta, en un camino hacia sus infiernos y hacia sus paraísos. Muchos escritores nos dieron su opinión sobre su consumo; otros, en cambio, ocultaron el efecto de las drogas en su imaginación y en su vida. Tenemos que tener en cuenta que hasta 1912 no se establece la restricción en el empleo y tráfico de opio, morfina y cocaína, y es a partir de esa fecha cuando empieza la marginalidad en su uso.
La relación fructífera entre alcohol y literatura, la que ha producido textos literarios de incuestionable calidad, es más bien nueva en términos históricos, pese a que ambos caminan de la mano desde Homero y la Biblia. En todas las civilizaciones, desde la asiria hasta la actual del siglo XXI, el ser humano ha consumido todo tipo de drogas por distintos motivos: religiosos, rituales, medicinales, hábitos o costumbres, por distracción, hedonismo, etc. Las drogas se utilizaron fundamentalmente contra el dolor y para morir, para conseguir una búsqueda espiritual y como una forma de evasión. Su prohibición siempre ha producido más sed.

Confieso que he bebido
La revista Life presentó un interesante reportaje fotográfico famosos escritores, reconocidos alcohólicos y adictos:
Charles Baudelaire (1821 - 1867): Absinthe, Booze, Opium
Dorothy Parker (1893 - 1967): Alcohol
Philip K. Dick (1928 - 1982): Amphetamines
Elizabeth Barrett Browning (1806 - 1861): Opium
Ernest Hemingway (1899 - 1961): Booze
William S. Burroughs (1914 - 1997): Heroin
Brendan Behan (1923 - 1964): Alcohol
James Baldwin (1924 - 1987): Alcohol
Edna St. Vincent Millay (1892 - 1950): Alcohol
William Faulkner (1897 - 1962): Alcohol
Tennessee Williams (1911 - 1983): Alcohol, Amphetamine, Barbiturates
Françoise Sagan (1935 - 2004): Alcohol, Lots of Drugs
Scott Fitzgerald (1896 - 1940): Alcohol
Jack Kerouac (1922 - 1969): Alcohol
Ambrose Bierce (1842 - 1914), Alcohol
Sir Kingsley Amis (1922 - 1995): Alcohol
Jack London (1876 - 1916): Alcohol
Sinclair Lewis (1885-1951): Alcohol
Hunter S. Thompson (1937 - 2005): Everything
Anne Sexton (1928 - 1974): Alcohol, Drugs
Norman Mailer (1923 - 2007): Alcohol
Edgar Allan Poe (1809 - 1849): Alcohol
Dylan Thomas (1914 - 1953): Alcohol
Louisa May Alcott (1832 - 1888): Opium
Paul Verlaine (1844 - 1896): Alcohol, Absinthe, Drugs
Dashiell Hammett (1894 - 1961): Alcohol
Ayn Rand (1905 - 1982): Speed/Dexedrine
John Cheever (1912 - 1982): Alcohol, Various Drugs
P. Donleavy (1926 - ): Alcohol
Elinor Wylie (1885 - 1928): Alcohol
Jean Cocteau (1889 - 1963): Opium
Arthur Koestler (1905 - 1983): Alcohol
John Steinbeck (1902 - 1968): Alcohol
James Agee (1909 - 1955): Alcohol
William Styron (1925 - 2006): Alcohol
Charles Bukowski (1920 - 1994): Alcohol
Eugene O'Neill (1888 - 1953): Alcohol
Stephen King (1947 - present): Booze, Cocaine, Prescription Meds
O. Henry (1862 - 1910): Alcohol
Malcolm Lowry (1909 - 1957)
Gregory Corso (1930 - 2001): Alcohol, Heroin
Truman Capote (1924 - 1984): Booze, Various Drugs
Flann O'Brien (b. Brian O'Nolan, 1911 - 1966): Alcohol
Richard Brautigan (1935 - 1984): Alcohol
Raymond Chandler (1888 - 1959): Booze
John Berryman (1914 - 1972): Alcohol, Various Drugs
Me ha sorprendido, sobre todo, ver a Louise May Alcott, consumidora de opio y autora de la edificante novela Mujercitas. Y a Stephen King que era adicto al tabaco, el alcohol, la cocaína, tranquilizantes e incluso el jarabe para la tos; asegura que hay partes de Cujo que no recuerda haber escrito y que muchos días tenía que escribir con tapones en la nariz de los sangrados brutales que tenía.
Estas son algunas de las opiniones más destacables de esta lista de autores:
"Solo bebo en dos circunstancias: cuanto tengo sed y cuando no la tengo" Brendan Behan
"Estar siempre borracho... Emborracharse combativamente. Simplemente emborracharse." Charles Baudelaire
"Soy católico y no puedo suicidarme, pero mis planes son beber hasta la muerte" Jack Kerouac
"Soy alcohólico. Soy adicto a las drogas. Soy homosexual. Soy un genio." Truman Capote
"El alcohol es como el amor. El primer beso es mágico, el segundo es íntimo, el tercero es rutina. Después desnudas a la chica." Raymond Chandler.

Un poco de historia: Días de vino y rosas
Catulo, poeta y borracho declarado, cantaba las glorias del vino pero también se burlaba del alcoholismo de sus contemporáneos, y de sí mismo, en el siglo I de nuestra era. Del poeta chino Li Pai (701-762) , el mayor poeta romántico de la dinastía Tang.Li Bai, se dice que murió ahogado en el río Yangzi, habiendo caído de su bote al intentar abrazar el reflejo de la luna, estando bajo los efectos del alcohol.
El vino fue inseparable del dramaturgo Lope de Vega. También del poeta Francisco de Quevedo y del siglo de oro español en general. En la saga de El Capitán Alatriste, Arturo Pérez-Reverte rinde homenaje a Lope de Vega mostrándolo como espadachín, borracho y mujeriego en un ambiente de sucios mesones donde fluye el vino.

Romanticismo
Sabemos que Coleridge era adicto al opio para paliar los dolores de sus enfermedades, su famoso poema Kublai Kan (1798) lleno de imágenes extrañas y oníricas se lo inspiró un sueño inducido por el opio.
Otro gran escritor, Edgar Allan Poe (1809 -1849), nacido en Boston, EE.UU., sufrió desde muy joven graves depresiones, y la botella se convirtió en el catalizador de sus penas. En 1849 se le encontró tirado en la calle frente a una taberna en un estado de delirum tremens.
Pero, los primeros acercamientos realmente productivos e interesantes entre droga y literatura se dan a finales siglo XIX, de la mano de autores como Baudelaire, Swinburne, Verlaine, o Thomas de Quincey (con sus Confesiones de un Comedor Inglés de Opio, 1821,) -y por supuesto, los maestros rusos como Dostoyevski y sus contemporáneos-, quienes veían en el alcohol –y, por extensión, en las drogas- una manera de expandir el horizonte creativo del autor, derribando los límites impuestos por la razón y entregándole una libertad creativa aún sin explorar y probablemente, muy fructífera. Para ellos, la creatividad florecía por completo cuando las constricciones que inhibían la vida diaria eran barridas por el efecto del alcohol, abriendo las ventanas del alma.
Charles Baudelaire (1821 – 186) escandalizó durante su juventud a su familia por su estilo de vida bohemio, sumado al excesivo consumo de drogas y frecuentes visitas a prostíbulos parisinos, donde contrajo sífilis. Conocido por sus obras Las flores del mal y Los paraísos artificiales, escribió:«Nada puede igualar, oh botella profunda, / el penetrante bálsamo que tu panza fecunda / guarda para el poeta de las piadosas voces».
El alcohol se sirvió con abundancia bajo la forma de champaña en las fiestas en las cuales dilapidó su fortuna Alejandro Dumas y con moderación en las escasas visitas que recibió Marcel Proust, un autor que vivió de noche y durmió de día.

La leyenda del santo bebedor
El libro fue escrito por el novelista austríaco de origen judío Moses Josep Roth. El protagonista, Andreas, es un hombre sin futuro, sin dinero y dependiente del alcohol, pero orgulloso y digno. Un día que anda desesperado, encuentra a un hombre que le regala 100 francos, él promete devolverlos, dejándolos en el cepillo de una iglesia. La vida dará vueltas y siempre que va a devolverlos ocurre una circunstancia (casi siempre alcohólica) que lo impide. Y así será un día tras otro, parece imposible que pueda poder devolver aquel dinero.
Muchos nombran este libro como el testamento de Joseph Roth, una pintura de su vida: la imposibilidad de vivir la culpa manteniendo el ideal. En él refleja su vida en París; hoteles de mala muerte, pobreza, préstamos, alcohol - mucho alcohol-, amigas esporádicas, amigos eternos y aprovechados. El deambular por las esquinas, por los bares, vivir el momento donde nada se deja para el pasado porque nada hay del pasado; donde no tiene, no conserva ni siquiera un poco: lo que pide prestado lo da o lo gasta. Roth Tras sufrir un desvanecimiento, agravado por un ataque de delirium en el bar del hotel, fue internado en un hospital de París donde falleció el 27 de mayo de 1939. Contrariamente a lo que afirman las escuetas notas biográficas en algunas ediciones de sus libros en español, no se suicidó a la entrada de los nazis en Francia. Su último libro se cierra con una frase que no se cumplió: "Que Dios nos dé a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte".

Norteamérica: la generación perdida y la Generación Beat
El alcohol se quedó para siempre “en la sangre” de los escritores norteamericanos. De sus 7 premios Nóbel, 5 de ellos eran alcohólicos (Sinclair Lewis, Eugene O’neill, Wiliam Faulkner, Ernest Hemingway y John Steinbeck). Otros autores como: Jack London, F. S. Fitzgerald, Hart Crane, Thomas Wolfe, Dashiell Hammett, Djuna Barnes, Tennessee Williams, Carson McCullers, John Cheever, Truman Capote, Raymond Carver, Robert Lowell, etc.. creyeron que la forma correcta de acercarse a las “musas” era bebiendo constantemente. La llamada “Generación Pérdida” (the Lost Generation, 1909-1921), se conoció como la “Generación Húmeda o Mojada” (the Wet Generation). Las ideas y actitudes “modernas” de sus personajes, hicieron que el “beber mucho” fuera un signo de estilo, lo que creo una asociación entre lo moderno y el alcohol en el inconsciente colectivo. Ellos crearon una literatura que se definió como “la retórica auténtica del verdadero borracho, sus oscuridades e ironías, su tristeza universal.”
Aldous Huxley (1894 – 1963) autor de la novela Un mundo feliz en la década de los 50descubre el uso de las sustancias psicodélicas (mezcalina, LSD, psilocibina) lo que lo llevan a escribir las novelas Cielo e infierno y Las puertas de la percepción (la cual sirvió de inspiración para el nombre de la banda "The doors").
A partir de Octubre de 1955, recuperarán la idea original de utilizarlas como forma de expandir la conciencia, retomando su concepción originaria: alcohol y las drogas, eran ahora, canales con los que también podía llegarse al conocimiento de las cosas. En esa fecha, en San Francisco, Allen Ginsberg leerá por primera vez Howl (Aullido) y nace el movimiento beat con Kerouac y Neal Cassidy. Todos fumaban marihuana o volaban con benzedrina. Mezclaban alcohol, drogas y cigarrillos. Los beats no escribirán sobre las drogas. Se drogan, escriben y punto. En cambio, la obra de William Burroughs (1914 – 1997) tiene una importante carga autobiográfica, y en ella se plasma su adicción a diversas sustancias, como la heroína. La experimentación, el surrealismo y la sátira constituyen, además, algunos de los elementos más destacados de sus novelas. Una de las ultimas apariciones de Burroughs el video clip The last night on earth de la banda irlandesa U2, donde realiza un pequeño personaje.
También era aficionado al alcohol Vladímir Nabókov, un escritor de origen ruso, nacionalizado estadounidense. Se hizo internacionalmente famoso con su novela , Lolita (1955), un retrato de la sociedad americana a través de la metáfora del viaje, en cuyo trama un hombre de mediana edad se enamora y sostiene una relación con una adolescente.
El proceso de autodestrucción de un alcohólico lo narra muy bien John O'Brien, autor de Leaving Las Vegas (1990).

Ingleses e irlandeses

El irlandés James Joyce también era adicto al whisky y Samuel Beckett, quien fue su secretario por un tiempo, heredó su gusto por el preciado líquido. Lawrence Durrell, autor del Cuarteto de Alejandría que, pese a su conocida capacidad para absorber alcohol, era capaz de componer y dejar lista para la imprenta una novela en siete semanas de trabajo.
Graham Greene es otro autor inglés que podía recoger información para sus documentadas novelas sin apearse de la botella. Malcolm Lowry (1909-1957) retrata de una manera lírica, objetiva e intensa las miserias y desdichas del alcoholismo, en la medida en que, para él, la literatura no era sino un espejo que le devolvía su propio reflejo. Bajo el Volcán (1947), su obra maestra, es el resultado de su larga experiencia como borracho. Fue quien escribió: “Nuestro ideal de vida contiene una taberna”.

 Dylan Thomas, que desde joven (17 años) cogió el hábito que lo llevaría a la muerte. Bebía muchísimo, como buen galés, para evitar el aburrimiento y la rutina que le perseguía como mal endémico; como se puede ver en “Un Sábado Caliente” de Retrato del Artista Cachorro. Sin embargo, D. Thomas siempre escribió sobrio y su relación con el alcohol no pasa por la literatura, Murió de una crisis etílica después de ingerir 18 whiskies.
Patrick Hamilton (1904 - 1962) murió de cirrosis hepática y fracaso renal agudo provocados por los estragos del alcohol en su organismo.

No es fácil encontrar una imagen de Kingsley Amis en la que no aparezca cerca de una botella o con un vaso en la mano. Un hombre imprevisible que resume su existencia en vivir como uno quiere, contra quien sea. Le gustaba decir: «Llevo mis pecados conmigo, nadie puede perdonarlos». Por algo es autor de uno de los libros esenciales del etilismo: Sobrebeber.

Dejo para otra entrada a los escritores hispanoamericanos y españoles. Para abrir boca consultad el siguiente enlace:
http://escritores.wordpress.com/2008/04/08/drogas-y-literatura-articulo-de-ediciones-amargord-sobre-su-nuevo-libro-el-paraiso-de-los-escritores-ebrios-de-marta-herrero-gil/

Para saber más:
-Baudelaire: el artista moderno y las drogas
http://www.babab.com/no23/baudelaire.php

-¿Por qué beben los escritores? Olivia Laing sigue los pasos de seis autores alcohólicos (John Berryman, Raymond Carver, John Cheever, F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y Tennessee Williams) en busca del nexo misterioso entre literatura y bebida en el libro 'El viaje a Echo Spring'. Echo Spring» es el nombre con el que el personaje de Brick, en la conocida obra de Williams La gata sobre el tejado de zinc, bautiza al armario donde se guarda el licor en la mansión.
Cinco escritores que no hubieran sido lo que fueron siendo abstemios, Entrevista a Carlos Mayoral, autor de Etílico


Recomiendo la lectura del relato breve Morfina (1926) del escritor y médico Bulgákov que da testimonio de la adicción que sufrió para paliar su dolor crónico motivado por las heridas que había recibido en la Gran Guerra. Escrita con una precisión admirable y, por supuesto, sin recrearse en moralejas ni tampoco en dramatismos innecesarios —más que suficiente es la descripción del laberinto en que, poco a poco, se va internando el protagonista— en Morfina podemos ver, quizás por primera vez formuladas, muchas de las reacciones que hoy se han vuelto recurrentes a la hora de caracterizar a un adicto a las drogas, pero que entonces eran sorprendentes y deslumbrantes por lo nuevas, por lo sinceras, por lo directas: el cargo de conciencia, la promesa continua de dejarlo, el autoengaño…
Drogadictos, un libro que reúne relatos de 12 autores españoles y latinoamericanos sobre el tema de las adicciones (Marta Sanz, Mi vida con el lorazepam).


miércoles, 29 de diciembre de 2010

Lo tuyo es puro teatro II


Artículo de El País Los oficios invisibles de la escena 




Existen unos libros de teatro para niños y jóvenes que, a la vez que te aportan un texto teatral ameno y divertido cuyo tema principal está relacionado con alguna materia escolar (lenguaje, manualidades, expresión corporal, segundo idioma…) están llenos de juegos e ideas para el profesor/monitor o director/actor.
“EL LADRÓN DE PALABRAS”
“Se trata de una obra de teatro muy divertida, que conjuga con maestría el texto teatral con juegos lingüísticos…”
“LA SOMBRA MISTERIOSA”
“Entretenida obra de teatro, con argumento de aventura fantástica, que explica además, con juegos relacionados directamente con la obra, técnicas básicas de teatro de sombras…”
“MI AMIGO FREMD HABLA RARO”
“Divertir, aprender, conocerse, respetar…”
Editorial: Ediciones de la Torre http://www.edicionesdelatorre.com
Autor: Antonio de la Fuente Arjona http://delafuentearjona.viadomus.comAquí podrás encontrar fotos, críticas y hasta fragmentos de estas obras

martes, 21 de diciembre de 2010

Valorar al profesor


JOSÉ LÓPEZ FERNÁNDEZ
Cartas al director, El País 19/12/2010
¿Hasta cuándo aguantaremos los funcionarios de la enseñanza? Hemos visto cómo nos han rebajado los Gobiernos central y autónomo parte de nuestro sueldo y cómo los sindicatos se movilizaban tarde, desunidos y proponiendo medidas demasiado vistas e ineficaces. Esperamos que sean los de arriba los que nos saquen las castañas del fuego, resignados ante lo inevitable. Además de ense-ñantes nos hemos convertido en enfermeros, padres, policías, atendemos al público (padres), somos responsables del cuidado de los alumnos y lo que nos echen; todo en el mismo sueldo. Seguimos cumpliendo con nuestro trabajo, pero realizamos tareas que van más allá: participamos en concursos, grupos de trabajo, proyectos, certámenes, semanas de..., días de... Acompañamos en las vacunaciones, colaboramos con entidades privadas o públicas en múltiples actividades, controlamos el estado de libros de gratuidad, participamos en los consejos escolares y formamos profesores en prácticas. Y hacemos excursiones, viajes de estudio o intercambios de idiomas fuera de nuestro horario escolar sin ninguna compensación horaria o económica. Nada de todo esto es obligatorio, pero lo hacemos, siendo encima poco valorados y criticados por ser funcionarios. ¿Qué ocurrirá si como medida de presión empezamos a dejar de hacer todas o parte de estas funciones?

domingo, 19 de diciembre de 2010

Ángel Guinda premiado


Me produce una alegría inmensa saber que has sido reconocido y galardonado en tu tierra. Para todos los que te queremos y hemos trabajado codo a codo contigo no es ninguna sorpresa, sabíamos que tarde o temprano iba a suceder. Ahora esperamos que te concedan el Premio Nacional.
Maestro, tu corazón es aún más grande que tu poesía. Escribes como vives, con generosidad y pasión. Nos has enseñado que la poesía es un arte útil. El próximo 23 de abril tenemos muchas cosas que celebrar.

Cortafuegos


Acabo de leer la novela Cortafuegos (998) de Henning Mankell de un tirón. No es la primera que leo y he visto alguna de sus adaptaciones televisivas. Lo de menos es la intriga, siempre apasionante (aunque en este libro se dejen muchos cabos sueltos) que me hace olvidar los problemas cotidianos; lo más importante para mi es su protagonista que me resulta ya un viejo conocido.
Kurt Wallander es un amable cincuentón que soluciona todos los casos con gran inteligencia y que, sin embargo, es un anti-héroe en la vida cotidiana: amante de la ópera, melancólico, solitario, tímido, sin ningún éxito con las mujeres, con problemas en el trabajo, incapaz de comprender la nueva sociedad sueca. Lastrado por el sobrepeso, se alimenta de medicamentos, comida basura y alcohol. En esta entrega está cuidándose una diabetes incipiente, ha intentado contactar con una agencia de parejas y sigue enganchado a un antiguo amor que vive en Riga. Duerme mal y se sume en penosas reflexiones acerca de la vulnerabilidad de la sociedad y de su propia vida. Observa sin comprender a la gente joven que antes de terminar los estudios, ya ha perdido la fe en su propio valor cayendo en el consumo de drogas y el alcohol. En el trabajo le ponen zancadillas, poniendo a prueba su capacidad de adaptación y renovación...
En la novela se ponen cortafuegos informáticos a una amenaza terrorista con éxito; en su vida cotidiana él tiene también cortafuegos en su interior que no sabe como salvar. En fin, un magnífico perdedor.