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“No te alegres, Filistea toda, (…) pues de raíz de culebra saldrá víbora, y su fruto será dragón volador. (…) Haré morir de hambre a tu posteridad y mataré lo que quede de ti. ¡Aúlla, puerta, grita, ciudad! ¡Derrítete, Filistea toda, que del norte viene una humareda (…). Yahvé fundó Sión”. (Isaías, 14.29 ss.)
En definitiva, Dios lo ha querido y no se le puede resistir: “Este es el plan tocante a toda la tierra, y está la mano extendida sobre las naciones. Si el Dios de los Ejércitos toma una decisión, ¿quién la frustrará?” (Isaías, 14.26-27) “¿Quién dice algo y sucede? ¿No es el Señor el que decide? ¿No salen de la boca del Altísimo los males y los bienes?” (Lamentaciones o “Trenos” de Jeremías, 3.37-38)
Se pretende, pues, que los hechos actuales “estaban escritos” y anunciados hace más de dos mil quinientos años. Esto nos podría parecer ridículo si no formara parte dramáticamente de un Relato que se viene plasmando desde hace casi un siglo y del que se intenta ahora hacer la última entrega. Pero quien pretenda utilizar la Biblia para justificar los actuales crímenes, debería leer también los versículos inmediatamente anteriores a los últimos citados:
“Cuando se aplasta bajo el pie a todos los cautivos de un país, cuando se tuerce el derecho de un hombre en presencia del Altísimo, cuando se hace injusticia en su proceso, ¿no lo ve el Señor?” (Lamentaciones, 3.34-36) (Traducciones: Biblia de Jerusalén)
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