martes, 10 de diciembre de 2019

La cascaruja de Peter Hassell, el mazapán y las luces navideñas

Hay cosas que son inequívocamente navideñas para mí: la felicitación de Peter Hassell, los mazapanes de Gracia y las luces de la ciudad. No sé cómo compensar el inmenso regalo que me hacen mis dos amigos, alimentan mi espíritu y mi cuerpo. Peter ha pintado lo que en mi pueblo llamamos cascaruja, murcianismo por cascajo, conjunto de frutas de cáscara seca (almendras, nueces, castañas, avellanas), acompañadas de higos secos que se colocaban en una bandeja con un cascanueces para nuestro entretenimiento al final de la comida. La palabra la asocio siempre con el companaje, cultismo latino, que hace referencia al plato de los fiambres (jamón, chorizo, morcilla, longaniza) y queso que se toman con pan y que se coloca en la mesa para que ningún comensal se quede con hambre, sobre todo si se había presentado de improviso.

Los mazapanes de San Martín de Pusa (Toledo) son exquisitos, están elaborados con almendra de calidad, hechos a mano y cocidos al fuego de retama que hace que estén endurecidos por fuera y jugosos por dentro. Hay que hacer un esfuerzo para empezar solo por una figurilla (caracol, trompeta, jamón, conejito) y acabar con una empanadilla rellena de dulce de yema.

Este año he decorado por primera vez mi terraza con sencillas luces led compradas en las rebajas, evitando los tonos morados, los rosas fucsias ("furcias" que decía con gracia una alumna mía) y granates que han proliferado por Madrid. Las diminutas doscientas luces desde ayer me alegran y me quitan la morriña que me invade en estos días. Aunque me he pasado, parece Cortylandia. Creo que me servirán también para el verano.

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