Farmacia Juanse |
Ahora voy más de farmacias que de bares, he pasado de la
bodega a la botica*. La culpa la tienen los análisis de sangre que siempre te
sacan algo. No sé la razón, siempre pensé que las farmacias obtenían permiso según
el cálculo del número de habitantes y no
podía haber dos juntas; pero con apenas 10 números de diferencia, una en los
pares y otra en los impares, en mi calle hay dos farmacias que voy alternando. Antes la elección la dejaba al azar,
según me viniera bien para mi trayecto. Una es grande y poderosa con un mancebo
de mi edad, con corte de galán antiguo, que se conoce a todo el barrio; la otra
es pequeña y anticuada, con plantas en maceta, su farmacéutico es un hombre
tímido de hablar pausado que aprovecha el tiempo libre para estudiar lenguas
romances: ha empezado con el francés y ahora está con el italiano. Ni que decir
tiene que me inclino más por la segunda que me parece el pez chico y que, como
tiene menos público, está al tanto de mis enfermedades. Pero ayer me dirigí a la
grande, porque quería un calendario para poner en la nevera, me encontré al mancebo
nostálgico y más cariñoso de lo habitual, con un ligero temblor
en las manos, probablemente se vaya a Canarias cuando vendan la casa familiar
después del divorcio. Mientras me lo contaba, un sonriente peruano joven apareció
con muletas para saludarle, le preguntamos que le había pasado y, con una
tranquilidad que nos dejó helados, nos contestó que le habían amputado una
pierna porque, cuando descargaba fruta, un camión le había atropellado al dar marcha atrás. Una vez más, un inmigrante jodido, no un jodido inmigrante. Solo
pudimos encomiarle su manera de afrontar las circunstancias, se movía bien y
solo parecía tener un esguince. Impactada, salí disparada a la otra farmacia porque tenía que recoger un medicamento, allí
me encontré al farmacéutico y a su auxiliar ojerosos, los dos tenían una afección intestinal, traté de auxiliarles con
palabras, medicinas ya tenían muchas. La próxima vez iré directamente al bar donde la gente parece más feliz. Tal vez la solución sea volver al concepto de apoteca, tienda que incluye a la farmacia y a la bodega, las dos tienen el alcohol como uno de sus ingredientes principales.
Juanse kafe |
La foto de la entrada es la fachada de de la antigua
farmacia de los Laboratorios Juanse, con azulejería decorativa publicitaria,
está en la calle de San Andrés esquina a San Vicente Ferrer, en pleno barrio
de Maravillas. En 2014 se convirtió en Juanse Kafe, un café y tienda gourmet.
Ahora está cerrada y se alquila.
*Botica, derivado del griego apotheka —del cual derivan también «bodega»
y el francés boutique— es de la época medieval, y originalmente significaba
'tienda, almacén'. Más tarde, a partir del siglo XV, se extendió a la venta de
medicinas.
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