Lo que más echo de menos en estos
tiempos de coronavirus son los abrazos, esos lazos cotidianos que te transmiten
cariño y energía. Sin ellos se vive, pero mal. El virus nos ha aislado, no lo
hemos podido derrotar por ahora. Huérfanos de contactos, no sé cómo volverán a ser las relaciones
personales a partir de ahora, convertidos en solitarios seres mutantes con
mascarilla y guantes que arrastran su tristeza por las calles. Me temo que los abrazos perdidos y rotos no volverán.
Los saludos con el codo como
alternativa al apretón de manos, que se han puesto de moda, me hacen reír
porque me recuerdan a la famosa parada del portero Ricardo
Zamora que tantas veces veía de pequeña en el NODO. Alfredo Di Stéfano
decía que solo han existido dos porteros: San Pedro en el cielo y Ricardo
Zamora en la tierra. La "zamorana" era una parada con el codo, un
espectacular despeje con el antebrazo, que le hacía ser un guardameta
invencible. La "zamorana" era un corte de mangas en toda regla, un
gesto que demostraba la furia española. Los saludos virales también me
recuerdan al "pericote", una danza originaria de la zona de Llanes de un hombre y
2 mujeres o 2/4, 3/6... siempre en proporción 1/2; en ciertos momentos el
hombre lleva una mano al hombro contrario, presentando el codo a sus
compañeras, y luego cambia de mano y codo. Se parece al saludo militar de mano
derecha con la palma hacia abajo llevada a la parte izquierda del pecho, pero
en el pericote se marca más la presentación del codo, como en el saludo vírico de estos días.