viernes, 11 de diciembre de 2015

La burbuja


En el balneario había tiempo para todo, sobre todo para las confidencias. Como siempre se veían en grupo, las dos amigas se dieron cuenta de que apenas sabían nada la una de la otra. ¿Y a ti cómo te va con tu chico? Bien. Seguimos juntos. Hace ya más de veinte años que nos conocemos. El secreto tal vez esté en que nos vemos poco y nos llamamos mucho. Como nuestra relación no podía ser y era secreta, suponíamos que no duraría y ha sido todo lo contrario, el paso tiempo nos ha unido inexplicablemente todavía más. Vivimos en una burbuja propia al margen de la realidad. Saber que tenemos un rincón propio los sábados te da tanta confianza como si tuvieses una saneada cuenta corriente. Los demás se pueden morir de sed, pero nosotros tenemos nuestro propio oasis. No tenemos rutinas familiares, vivimos el resto de la semana con lo que nos alimentamos en las cinco horas semanales en que nos vemos. Seguimos sin ponernos condiciones ni compromisos. Nos dedicamos completamente el uno al otro en ese espacio íntimo que hemos creado a base de sexo y de conversaciones. Como no hay convivencia, no hay monotonía. A las citas llegamos como dos náufragos y salimos reforzados.  En esta amistad amorosa hemos aprendido mucho el uno del otro, nos hemos reconfortado de nuestras frustraciones e inseguridades. Si al principio nos costó bailar este tango, ahora lo dominamos. A mí, esta seguridad emocional no me ha impedido el encuentro con otras personas sin la preocupación de inventar excusas y mentiras. Si no acudimos a nuestra cita semanal, nos falta el aire.  Nuestra burbuja no está hecha de sueños que tienden a elevarse y desaparecer, está hecha a prueba de pinchazos, es un lugar acondicionado para vivir aislados de las toxinas, del que podemos entrar y salir sin agobios para que se renueve el aire y no tenga que explotar. La tentación es que se está tan bien en ella que nos da miedo salir. La relación paralela para nosotros es la vida fuera de este espacio entrañable, único e irrepetible.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Las "chachas" del boom latinoamericano, Noemí López Trujillo

Pincha aquí para leer el esclarecedor artículo sobre la vida silenciada de las mujeres de los grandes literatos:
 "Mercedes aguanta como un hombre", escribió Gabo sobre la paciencia de su mujer mientras él escribía 'Cien años de soledad'. ¿Habría existido el fenómeno sin las mujeres de estos novelistas?Recomiendo leer  también Grandes autores, vistos por sus compañeras donde el papel de 'esposa de escritor' parece ser, a la vista de los testimonios que se van conociendo, el oficio más triste del mundo. Las biografías de los 'genios' (hombres) suelen reproducir ciertas pautas: tienen al lado a una mujer que dedica su vida a servirle y apoyarle. Como la literatura ha sido tradicionalmente cosa de hombres, a menudo encontramos a su lado una mujer que le acompaña. A veces forman una pareja de iguales, pero en muchas ocasiones encontramos, más que esposas, a esforzadas secretarias, cuidadoras, en el mejor de los casos musas entregadas a hacer más fácil su vida, y su éxito. Si se casan dos veces, la primera lo hacen con una mujer de edad y circunstancias parecidas a las suyas, la segunda, en cambio, con una admiradora más joven y con frecuencia de mayor estatus social que la anterior.
Musas, secretarias, enfermeras... 
Dentro del auge actual de los géneros biográficos e históricos, se pueden observar filones temáticos, y uno de ellos -por iniciativa, en general, femenina: de investigadoras, novelistas, editoras...- es el que consiste en sacar a la luz a las mujeres de los hombres famosos. Sus historias alimentan un nuevo subgénero, de gran éxito en algunos casos, en Estados Unidos. Las esposas o amantes de Napoleón, Ernest Hemingway, Charles Lindbergh, George Mallory o Frank Lloyd Wright son algunas de esas figuras que tras vivir en la sombra, se encuentran hoy bajo los focos
. 

No te cases con un escritor! (historias no muy felices de esposas de escritores famosos) Autoras: Raquel C. Pico y Cristina Domínguez:
 "Sofía Tolstoi copió seis veces el manuscrito de Guerra y Paz. Anna Dostoievski tuvo que convertirse en la contable de su marido y liberarlo del mar de deudas en el que estaba sumido, además de convertirse en su eficiente editora. Zelda Fitzgerald vio como sus diarios y sus expresiones eran empleados por su marido como inspiración para sus personajes y dijo una vez que el plagio empieza en casa. Y Mathilde Verlaine se convirtió en la tercera en discordia (y muy olvidada) de la pasional historia de amor por excelencia del XIX literario. Todas ellas son esposas de escritores famosos y todas ellas tuvieron una existencia no muy sencilla. A pesar de ello, lo habitual es que todas estas esposas de escritores se conviertan en olvidadas notas a pie de página."

Por último, las precisiones de Cortázar al "boom latinoamericano" (Entrevista A fondo, 1977)

lunes, 7 de diciembre de 2015

Los corruptores, Jorge Zepeda




He leído con interés dos novelas del periodista mexicano Jorge Zepeda Patterson: Los corruptores (Planeta) y Milena o el fémur más bello del mundo, premio Planeta, que es la continuación de la anterior porque presenta a los mismos personajes que forman el grupo de los Azules, asociación amistosa y sentimental que comparten desde la infancia: Amelia, dirigente política; Tomás, periodista, y Jaime, especialista en seguridad. Los tres  intervienen de forma distinta y complementaria sobre la realidad política. Recurso que ya utilizó Enyd Blyton en Los Cinco, una pandilla formada por varios niños que actúan por lo general al margen de los adultos como detectives y se ven envueltos en toda clase de aventuras.
Los corruptores, nos presenta, de una manera cruda, la compleja realidad mejicana actual. Una realidad conformada por asesinatos realizados por profesionales sin ningún escrúpulo; salvajes luchas de poder; ambiciones inconfesables y corrupciones; esbirros de narcos que matan como si la vida no tuviera ningún valor, hackers reclutados a la fuerza por uno y otro bando, políticos descaradamente millonarios, corruptos que quieren serlo más y para siempre, servicios secretos que actúan sólo según sus intereses.
Pamela Dosantos, famosa actriz, abre las piernas para tratar de seducir a su verdugo. Es un intento desesperado. No lo consigue. Cierra los ojos y muere descuartizada. Así se inicia Los corruptores. Tomás, periodista que ya vivió sus mejores días, casado y divorciado, devoto de su hija Jimena, demasiado aficionado a la vida diletante y al alcohol, publica un dato en su insignificante columna en un periódico del D.F. que implica a Salazar, el hombre fuerte del nuevo gobierno del PRI, que ha regresado al poder.
La novela premiada, menos lograda y de redacción más apresurada que la anterior, desvela la intervención de las mafias ucranianas que desde la Marbella de Gil y Gil extienden su influencia a la gobernación de México a través de una compleja red de prostitución.


Encantada de conocerte, Víctor Chamorro

Acabo de pasar unos idílicos días en el balneario El Salugral de Hervás (Cáceres), donde las horas han transcurrido plácidas y relajadas entre conversaciones, baños, chorros, paseos y nebulizaciones, gracias al termalismo para la tercera edad. Hervás es un pueblo encantador de amables gentes, rodeado por el rio Ambroz y por un bosque impenetrable de robles, pinos y árboles frutales teñidos, en este mes de diciembre avanzado el otoño, de color ocre con reflejos dorados y algún matiz rojo. La niebla matutina dejaba paso enseguida a un sorprendente cielo azul de temperatura agradable que ha hecho que me haya quemado la cara como si estuviera en el mes de agosto en mi pueblo, porque los extremos se juntan (Levante y Extremadura).
Pero la gran sorpresa ha sido el reencuentro, después de ocho años, de mi compañera de viaje, Charo, con el escritor Víctor Chamorro (nada que ver, supongo, con el fiscal Chamorro ni con el periodista Eduardo Chamorro). Lo encontramos, amodorrado por la tibieza de la lumbre, en su casa de la Corredera, al pie de una tabla de clérigo a modo de pupitre, triste por la pérdida de su mujer y diezmado por una bronquitis. Pero los recuerdos del pasado y la emoción del presente le hicieron enseguida convertirse en el conversador ingenioso e irónico que siempre ha sido, eterno buscador de historias, de juegos de palabras y de frases breves como dardos certeros, siempre a la búsqueda de la palabra precisa. Acostumbrado a nadar contra corriente con la vehemencia de quien sabe que tiene la razón, me recordó a otro profesor y famoso izquierdista, Julio Anguita, con el que comparte fisonomía semítica
Víctor, como cuenta su hija Maite, es un escritor que se dedicó a la enseñanza; que vive para la pluma, pero no de la pluma.  Este novelista, desconocido para mí pero no para los habitantes de su pueblo y de Extremadura, ha sido el eterno finalista de todos los premios más importantes, incluido el Planeta que le robaron en el último minuto. Hecho que le honra, porque el haber vivido fuera de los mentideros literarios, silenciado por los manuales de literatura convencional y por la crítica nacional, le ha hecho convertirse en uno de los escritores más libres e indómitos del panorama literario español.
Con él repasamos lo viejos tiempos de la transición que él llama transacción. Sin caer en la amargura, sigue con multitud de proyectos. Ahora me dispongo a leer los libros que generosamente me ha regalado: Pasión extremeña en 15 actos y Guía de bastardos. En este último me ha puesto la dedicatoria: “Encantado de haberte conocido”. Yo también lo estoy, maestro, y espero que ya estés recuperado de la bronquitis que, créeme, no es culpa de esos puros que te fumas a escondidas. Cuando estés recuperado, cómete a besos a tu nieto, Víctor III.

Hoy, lunes 8 de mayo del 2022, ha fallecido Víctor Chamorro en Plasencia. Fue un placer conocerte y leerte.

Para saber más:  Youtube  El sillón de Víctor, película-documental de José María Sánchez Torreño

sábado, 14 de noviembre de 2015

Micromachismos


Interesante página del diario.es  para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Un espacio donde se pueden compartir experiencias. 

domingo, 8 de noviembre de 2015

Juan Tallón: Descartemos el revólver

 Me he perdido  varias veces en las páginas del blog de Juan Tallón  descartemoselrevolver saboreando sus trazos como tragos. Así empieza a modo de biografía:

Mi basura personal

Me llamo Juan Tallón, sí, pero no sé… Cualquiera tiene un nombre. También los perros. Tuve uno que se llamaba Pelé. Un nombre no significa una mierda, como se ve. Hablando de mierdas, trabajé una buena temporada en un periódico, pero salí escaldado. Fue la peor etapa de mi vida, aunque no estuvo tan mal. Nunca volveré. Mal se tiene que dar todo para que vuelva. Tal vez un día vuelva, supongo. Ahora ando por ahí, a mi aire, haciendo el imbécil. De vez en cuando escribo en El País, El Progreso o Jot Down, Hablo brevemente en ‘A vivir que son dos días’, de la Ser. No tengo teorías, ni métodos. A veces no pienso. No escribí una novela a los nueve años. Recuerdo que mi primer cigarro fue un Royal Crown. En cuanto a mi primera copa, creo que no hubo una primera copa. Siempre bebí. Mi novela La pregunta perfecta (2011) aborda los misteriosos lazos que vincularon a César Aira y Roberto Bolaño, mientras que en Fin de poema(2013) narra las últimas horas con vida de Pavese, Pizarnik, Sexton y Gabriel Ferrater. Soy autor de El váter de Onetti. Pero en general no sé exactamente de qué tratan mis libros. Me limito a escribirlos. y después a olvidarme de ellos para recordar de qué irá el próximo. Leo a Mario Levrero para saber a dónde quiero ir. Soy el traductor de César Aira al gallego. Puedo estar callado muchísimo tiempo. Soy un tipo taciturno y triste, pero nunca he estado deprimido. Hasta en eso es mi vida gris. Estoy convencido, como aquel personaje de La noche, de Antonioni, que sienta bien insultarse de vez en cuando, sirve para poner las cosas en su sitio y animarse. Nunca utilizaría un blog para hablar bien de mí mismo o para decir algo a mí favor, sólo para contar mis mierdas. No puedes escribir un relato honesto, auténtico, si no pones toda tu basura encima de la mesa. Tú mierda personal es tu carta de presentación. Tienes que respetarla. Todos estamos de mierda hasta arriba. Sin basura, no hay biografía.

  
                   

Una película y un libro sobre la muerte anunciada por cáncer

 La muerte aparece a la hora de siempre en el mes de noviembre. El sol tiene prisa por despedirse con los preparativos del viaje del invierno. "Vaya mes, empieza por los difuntos y acaba por san Andrés, que murió crucificado", así se refería mi madre, poco amiga de los refranes, a un mes triste donde en casa siempre nadaban en un tazón de aceite, colocado en un pasillo, unas livianas velas que recordaban a los difuntos. De pequeña me sorprendían sobre todo los reflejos fantasmagóricos de su danza proyectada  en las paredes. Entonces había pocas palometas que honraran a los antepasados; ahora, si la costumbre siguiese, no podrían moverse a su gusto. Llevamos en el recuerdo a demasiadas personas muertas, bien por la edad o por esta enfermedad cruel.
Este mes de noviembre, con un día de diferencia, he visto una película (Truman) y he
leído un libro (Arenas movedizas), que hablan de la vida como antesala de la muerte y afrontan con enorme dignidad lo que vendrá después. En la película estuve llorando desde el primer fotograma hasta el último; el libro, que me leí de un tirón en un solo día, me produjo un inquietante insomnio. En Truman, Julián (Ricardo Darín) vuelve a tener cáncer y decide vivir sus últimos días sin tratamiento;  el tema es la amistad y las despedidas.  Mankell cuenta el duelo con la muerte desde la perspectiva de la vida, porque el autor se cree capaz de vencer. En el descenso a los infiernos, encuentra alivio en la lectura de los libros, las fotografías de las obras de arte y la música. Escribe la avalancha de recuerdos que le vienen a la mente durante las sesiones de quimioterapia y elabora un testamento lleno de paz y sosiego que no excluye la denuncia política y social. Un espejo retrovisor en el que mira atrás para seguir avanzando:
"Puede que no me atreviera a pensar en el futuro. Era territorio incierto, minado. Así que volvía continuamente a la infancia. Trataba de arenas movedizas. De cómo un hombre, vestido con un uniforme de color caqui y con un rifle al hombro, equipado para una expedición, pisa por casualidad un banco de esas arenas traicioneras, que lo atrapan en el acto. Al final, la arena empieza a taparle la boca y la nariz. El hombre está condenado. Se ahoga y el pelo que le cubre la cabeza desaparece finalmente sumergido en la arena.
Las arenas movedizas estaban vivas. Los granos se convertían en tentáculos
espeluznantes que engullían a un ser humano. Un agujero de arena que comía carne.
Cuando supe que tenía cáncer, ese miedo volvió. Me afectó igual que la primera vez, ahora lo comprendo. La sensación que experimenté fue precisamente ésa, el pavor que me causaban las arenas movedizas. Me resistía a que tiraran de mí y me tragaran. La certeza paralizante de que sufría una enfermedad grave e incurable. Me llevó diez días con sus noches, con muy pocas horas de sueño, mantenerme en pie y no quedar paralizado por el miedo que amenazaba con destruir toda mi capacidad de resistencia.
Ni una sola vez, que yo recuerde, me vi tan desesperado como para echarme a llorar. Tampoco grité de angustia en ningún momento. Fue una lucha silenciosa por sobrevivir a las arenas movedizas".