Interesante artículo de Juan Cruz publicado por El País,
domingo, 3 de noviembre de 2013
Errata
sábado, 2 de noviembre de 2013
Sola ante el peligro
Un voto negativo frente a cincuenta a favor. Este harakiri incruento lo hice por coherencia en el claustro. No deberíamos votar lo que es injusto y perjudica a la comunidad escolar. No se puede escribir en el proyecto del centro que se está a favor del fomento de la lectura y no haber contemplado el servicio de préstamo de la biblioteca, necesario cuando la mayoría de nuestros alumnos no tienen dinero para comprar libros. Tampoco se pueden aprobar unos horarios escupidos por el ordenador, irregulares, descompensados y cargados de horas, que impiden desarrollar la calidad de la enseñanza. Con ellos se da una vuelta de tuerca más al desmantelamiento de la enseñanza pública.
P.D.: Cuando me jubilé, después de cinco años en el instituto (15/10/2014), no recibí por parte de la dirección ni una mención, ni un ramo de flores, como se había hecho con otros compañeros que habían estado menos tiempo. Menos mal que mis compañeros sí estuvieron a la altura de las circunstancias.
Chema, loco de la vida
domingo, 27 de octubre de 2013
Un día de huelga del profesor esquirol: descansado y sin descuentos
A pesar de las críticas, entiendo que algunos profesores, hartos
de solucionar con sus descuentos los problemas económicos de la comunidad de
Madrid sin haber conseguido resultado alguno, no hayan hecho las últimas
huelgas. Yo misma no hice la anterior, aunque sentirme esquirol me amargó la
mañana. Esto me sirvió para descubrir con sorpresa cómo transcurre un día para
los no huelguistas; como apenas vienen los alumnos, la mayoría de la jornada se
la pasan relajados en la sala de profesores. Además, firman a la entrada, no a la salida. Resultado: un día descansado
sin descuentos. Pero lo que más me indignó fue que se enviará al salón de actos
a los alumnos sin profesor y se les pusiera la película Lo imposible. Esperé en
vano que mis pocos alumnos de primero de la ESO vinieran a mi clase de lengua
porque todos estaban más a gusto viendo el desenlace de la película. Una
película dura una hora y media y las clases cincuenta y cinco minutos. Ni entiendo que se ponga ese día un examen, cuando la huelga está
apoyada por padres y profesores, ni veo ninguna
razón para una actividad lúdica muy alejada de la docente, que no se corresponde con las horas lectivas, aunque
la ley les ampare. Hay que tener un
mínimo de sensibilidad, porque la huelga se hace para reclamar derechos para
todos, es absurdo intentar dar una sensación de normalidad, evitando que los
alumnos estén en el patio. Ante esta nueva moda de los equipos directivos,
algunos con camiseta verde y que acuden a las asambleas informativas, no cabe
más remedio que preguntarse de parte de quién están. Los enseñantes deberíamos haber aprendido de la
huelga de los médicos donde formaron una piña para defender sus derechos y los de los pacientes.
En la última huelga las cámaras de televisión junto con la Jefa
de Gabinete de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid eligieron mi instituto
para hacer un seguimiento. Todo su interés era sacar clases muy llenas. ¡Viva
la objetividad! Después pusieron dos películas. Al día siguiente
uno de los peores alumnos del centro me comentó que así da gusto venir al
instituto, que por qué no lo hacemos todos los días.
La máquina expendedora de billetes y las monedas falsas de dos euros
Son las 7,30, Plaza de España, Conde de Toreno, introduzco
un billete de 20 euros para un bono de diez viajes y me devuelve 4 monedas de
dos euros, dos de ellas falsas. Juro en hebreo y trato de introducirlas para
sacar otro bono. Error, no las admite. No reclamo porque tengo prisa y además
pienso que dudarían de mí. Ahorro monedas de 2 euros para combinarlas con las
falsas. Una semana después lo consigo.
Unos meses después, a la misma hora y en el mismo sitio, con el nuevo abono de transporte, introduzco
55 euros en billetes y pulso la tecla de emitir justificante. Al instante la
máquina, repentinamente loca, me devuelve la cantidad introducida en monedas de
dos euros, algunos de ellas falsas. El ruido ensordecedor que producen al caer es
el mismo que el de una máquina tragaperras, solo faltan las lucecitas y la
musiquilla. Las monedas no me caben en ningún sitio y algunas caen al suelo.
Esta vez, cabreadísima, aviso al altavoz
que amablemente me responde que tengo que ir a la entrada de Leganitos,
justamente a diez minutos de donde estoy. Cuando llego, al contar el dinero me
faltan 2,10 y hay cuatro euros en monedas falsas. Menos mal que la chica es
simpática; después de varias llamadas y de rellenar un impreso, me devuelve el
dinero íntegro sin pedir explicaciones y me ayuda a sacar el nuevo abono.
Deduzco que no es la primera vez que pasa. Llego al instituto veinte minutos
tarde con el justificante en la mano y el jefe de estudios me dice:
-¡Qué imaginación tienes, qué cosas te inventas para
justificar un retraso!domingo, 29 de septiembre de 2013
El velcro imantado
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