sábado, 2 de noviembre de 2013
Chema, loco de la vida
domingo, 27 de octubre de 2013
Un día de huelga del profesor esquirol: descansado y sin descuentos
A pesar de las críticas, entiendo que algunos profesores, hartos
de solucionar con sus descuentos los problemas económicos de la comunidad de
Madrid sin haber conseguido resultado alguno, no hayan hecho las últimas
huelgas. Yo misma no hice la anterior, aunque sentirme esquirol me amargó la
mañana. Esto me sirvió para descubrir con sorpresa cómo transcurre un día para
los no huelguistas; como apenas vienen los alumnos, la mayoría de la jornada se
la pasan relajados en la sala de profesores. Además, firman a la entrada, no a la salida. Resultado: un día descansado
sin descuentos. Pero lo que más me indignó fue que se enviará al salón de actos
a los alumnos sin profesor y se les pusiera la película Lo imposible. Esperé en
vano que mis pocos alumnos de primero de la ESO vinieran a mi clase de lengua
porque todos estaban más a gusto viendo el desenlace de la película. Una
película dura una hora y media y las clases cincuenta y cinco minutos. Ni entiendo que se ponga ese día un examen, cuando la huelga está
apoyada por padres y profesores, ni veo ninguna
razón para una actividad lúdica muy alejada de la docente, que no se corresponde con las horas lectivas, aunque
la ley les ampare. Hay que tener un
mínimo de sensibilidad, porque la huelga se hace para reclamar derechos para
todos, es absurdo intentar dar una sensación de normalidad, evitando que los
alumnos estén en el patio. Ante esta nueva moda de los equipos directivos,
algunos con camiseta verde y que acuden a las asambleas informativas, no cabe
más remedio que preguntarse de parte de quién están. Los enseñantes deberíamos haber aprendido de la
huelga de los médicos donde formaron una piña para defender sus derechos y los de los pacientes.
En la última huelga las cámaras de televisión junto con la Jefa
de Gabinete de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid eligieron mi instituto
para hacer un seguimiento. Todo su interés era sacar clases muy llenas. ¡Viva
la objetividad! Después pusieron dos películas. Al día siguiente
uno de los peores alumnos del centro me comentó que así da gusto venir al
instituto, que por qué no lo hacemos todos los días.
La máquina expendedora de billetes y las monedas falsas de dos euros
Son las 7,30, Plaza de España, Conde de Toreno, introduzco
un billete de 20 euros para un bono de diez viajes y me devuelve 4 monedas de
dos euros, dos de ellas falsas. Juro en hebreo y trato de introducirlas para
sacar otro bono. Error, no las admite. No reclamo porque tengo prisa y además
pienso que dudarían de mí. Ahorro monedas de 2 euros para combinarlas con las
falsas. Una semana después lo consigo.
Unos meses después, a la misma hora y en el mismo sitio, con el nuevo abono de transporte, introduzco
55 euros en billetes y pulso la tecla de emitir justificante. Al instante la
máquina, repentinamente loca, me devuelve la cantidad introducida en monedas de
dos euros, algunos de ellas falsas. El ruido ensordecedor que producen al caer es
el mismo que el de una máquina tragaperras, solo faltan las lucecitas y la
musiquilla. Las monedas no me caben en ningún sitio y algunas caen al suelo.
Esta vez, cabreadísima, aviso al altavoz
que amablemente me responde que tengo que ir a la entrada de Leganitos,
justamente a diez minutos de donde estoy. Cuando llego, al contar el dinero me
faltan 2,10 y hay cuatro euros en monedas falsas. Menos mal que la chica es
simpática; después de varias llamadas y de rellenar un impreso, me devuelve el
dinero íntegro sin pedir explicaciones y me ayuda a sacar el nuevo abono.
Deduzco que no es la primera vez que pasa. Llego al instituto veinte minutos
tarde con el justificante en la mano y el jefe de estudios me dice:
-¡Qué imaginación tienes, qué cosas te inventas para
justificar un retraso!domingo, 29 de septiembre de 2013
El velcro imantado
lunes, 23 de septiembre de 2013
La casa redonda, Louise Erdrich
Interesante
novela costumbrista, reivindicativa de la historia y de las instituciones
indias con tintes de novela negra. A lo largo de
esta novela (que recibió el National Book Award en 2012) Erdrich nos mostrará
de la mano de su joven protagonista cómo
es la vida en una reserva india, cómo los adultos aún conservan sus tradiciones
y costumbres, mientras que los jóvenes son cada vez más “blancos”, así
como las situaciones de racismo a las que toda la comunidad se ve sometida .
Más interesante al comienzo, cuando exalta los valores de la familia,
el amor, la lealtad y la amistad con dosis de humor, que al final, cuando hace
presagiar el desenlace trágico.
Conductas fuguistas
Es bien sabido que a todos nos gustaría ausentarnos alguna vez de la cárcel en la que vivimos en busca de la libertad y felicidad, pero no nos atrevemos por pereza, cobardía o
egoísmo. En la familia García, excepto el abuelo, al que el sentido del deber le
impidió hacerlo, todos lo intentaron por lo menos una vez. Todos volvieron. Nunca hablaron de ello. La abuela se escabullía una vez al mes. El
hijo menor se escapó cuando era pequeño aprovechando un descuido de la
cuidadora. El mayor se fue a vivir a otro país. Una nuera se fue con la música a otra parte y abandonó
el domicilio común. El nieto pequeño con apenas dieciocho meses se fugó de la
guardería y se subió en un autobús sin que nadie se diese cuenta y consiguió
llegar hasta el final del trayecto. Otros
dos nietos construyeron un túnel del colegio junto a la verja del patio para
evadirse con sus compañeros. Incluso lo intentaron los animales domésticos. La perrita se soltó del collar y apareció una
hora después temblando en el garaje debajo del coche familiar. Dos perras
rescatadas de una perrera estuvieron perdidas en el campo cuatro días hasta que
fueron encontradas casi deshidratadas. El loro se esfumó por la ventana un día nevado.
Etiquetas:
Emilio García Ruiz,
Equipaje profesora,
fruslerías
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