Es bien sabido que a todos nos gustaría ausentarnos alguna vez de la cárcel en la que vivimos en busca de la libertad y felicidad, pero no nos atrevemos por pereza, cobardía o
egoísmo. En la familia García, excepto el abuelo, al que el sentido del deber le
impidió hacerlo, todos lo intentaron por lo menos una vez. Todos volvieron. Nunca hablaron de ello. La abuela se escabullía una vez al mes. El
hijo menor se escapó cuando era pequeño aprovechando un descuido de la
cuidadora. El mayor se fue a vivir a otro país. Una nuera se fue con la música a otra parte y abandonó
el domicilio común. El nieto pequeño con apenas dieciocho meses se fugó de la
guardería y se subió en un autobús sin que nadie se diese cuenta y consiguió
llegar hasta el final del trayecto. Otros
dos nietos construyeron un túnel del colegio junto a la verja del patio para
evadirse con sus compañeros. Incluso lo intentaron los animales domésticos. La perrita se soltó del collar y apareció una
hora después temblando en el garaje debajo del coche familiar. Dos perras
rescatadas de una perrera estuvieron perdidas en el campo cuatro días hasta que
fueron encontradas casi deshidratadas. El loro se esfumó por la ventana un día nevado.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario