Leí la crítica que hizo Almudena Grandes en El País y me
pedí para mi cumpleaños El hombre que amaba a los niños . Leí el prólogo de Felipe Benítez Reyes y me
enfrenté a la novela como si se tratará
de una obra maestra. He tardado más de una semana en leerla y su lectura, a
ratos, se me ha hecho insoportable. La novela no ha respondido a mis expectativas,
es repetitiva e incongruente. El estilo
de la autora resulta cargante sobre todo en los múltiples diálogos entre el
padre y los hijos en los utilizan un lenguaje dadaista. En esta pesadilla
kafkiana, el matrimonio tiene mucho odio y
poco dinero; el padre es una mezcla de anarquista nazi que pretende
vivir con su extensa familia como en un falansterio; la madre es una Madame
Bovary, llena de deudas y de hijos. La hija adolescente del primer matrimonio
del marido ejerce de cenicienta vengativa, refugiada en sus amistades lésbicas
y en la literatura. Los niños son aparentemente felices en ese nido de cuervos. Los episodios transcurren
sin ningún interés entre escenas de malos tratos. La diferencia social entre
los personajes no justifica su comportamiento. Estaba
deseando acabarla y cuando cerré el libro, el hedor insoportable de la cocción del pez aguja en
Spa House desapareció. Por fin se acabó la pesadilla de
crueldad obsesiva y té negro.
domingo, 31 de marzo de 2013
martes, 26 de marzo de 2013
Blue Valentine
Al salir del cine tienes la sensación de que tú también has vivido algo parecido en algún momento de tu vida. A veces, has sido el chico y otras, la chica.
miércoles, 13 de marzo de 2013
Quesada Graciosa: fácil y sabrosa
En el instituto es la tarta que todos hacemos para quedar bien, es muy suave y fácil de hacer (recomendada para los inútiles como yo). Gusta a todos. Nos la pasó Gracia Ramírez, profesora de Química. Es la primera receta que pongo en el blog:
Ingredientes:
Gracias, Gracia, por la tarta, por los libros, por tu amistad. No pude ir ni al tanatorio ni al funeral. Llámalo debilidad, cobardía, comodidad o falta de ganas. Tal vez te fallé. Pero sé, o quiero creer, que me comprendes.
Ingredientes:
- tres quesitos
- tres huevos
- brik de nata líquida (200 o 250 gramos)
- yogur natural
- una medida de yogur de harina
- Dos medidas de yogur de leche
- dos o una y medida medidas de azúcar
Gracias, Gracia, por la tarta, por los libros, por tu amistad. No pude ir ni al tanatorio ni al funeral. Llámalo debilidad, cobardía, comodidad o falta de ganas. Tal vez te fallé. Pero sé, o quiero creer, que me comprendes.
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Equipaje profesora,
Hogar del Empleado
Adiós, tambucho
Veinticinco años después, por fin, hacía la reforma
de su casa. Los recuerdos embalados. El alma por los suelos. Los apuntes en la
papelera. La memoria en el olvido. Las fotos a buen recaudo. El suelo, mil
veces pisado y fregado, había sido forrado con tarima flotante. Las puertas de cartón piedra, llenas de
rasguños, eran ahora de un blanco resplandeciente. Los sanitarios rotos de
color sepia inmaculadamente sustituidos. Ya no había grifos goteando por la cal, ni nidos de cable escalador por las paredes. La regleta del aire acondicionado había desaparecido
a golpes de albañil y de talonario,
incluida la mordida para Hacienda. Pero de lo que más liberada se sentía
era de soltar lastre, de deshacerse del tambucho, de la caja situada encima de
la ventana del salón dentro de la cual se enrollaba la persiana. Bonita palabra
que se convertía en la metáfora de estos años con abultados recuerdos,
impregnados de polvo, descascarillados, estancados y retorcidos. Tenía la
esperanza de que con la pérdida irreparable del tambucho desapareciera también
el insistente dolor de muelas, que tenía instalado en la mandíbula hacia más de
tres meses, sin que los antibióticos le hubiesen ganado la batalla a la
infección que anidaba en lo más profundo de la raíz; pero no ha sido así, la muela deberá ser arrancada como el tambucho.
viernes, 8 de febrero de 2013
Antigua luz, John Banville
«Billy Gray era mi mejor amigo y
me enamoré de su madre. Puede que amor sea una palabra demasiado fuerte, pero
no conozco ninguna más suave que pueda aplicarse.»
Buen comienzo para una novela y sorprendente final, que no cuento. Un actor de teatro recuerda su iniciación
sexual a los quince años en un pequeño pueblo de Irlanda en los años cincuenta.
Al mismo tiempo entabla relación con una
joven actriz que ha intentado suicidarse y busca las claves del suicidio de su
hija en la costa italiana. Pero lo mejor de la novela es cómo está escrita.
Como dice su autor, John Banville: “Lo siento, la escritura
es mucho más interesante que la vida”.
Nota: La protagonista de Antigua luz es la señora Gray, el libro es
erótico como sugiere la portada, pero no hay que confundirlo con el erotismo
barato de "Cincuenta sombras de Grey".
sábado, 2 de febrero de 2013
Casa de verano con piscina, Herman Koch
domingo, 27 de enero de 2013
Nada se opone a la noche, Delphine de Vigan
Nada se opone a la
noche es la historia de una familia como cualquier otra, aunque no lo parezca, lo que ocurre es que en
ella se dan con más profusión que en otras suicidios, accidentes, adopciones, embarazos
adolescentes, alcoholismo, ataques psicóticos, incestos... Y estos se cuentan sin ningún tipo de pudor, probablemente porque están educados fuera de cualquier sentimiento religioso de culpa. La autora, Delphinede Vigan, trata de indagar en la vida de su madre para comprender su anunciado suicidio
y así encontrar su propia paz. La novela es
desigual en el estilo y en cierto modo predecible; sin embargo va directamente a nuestros
sentimientos y a nuestra memoria. Se sigue con interés.
La primera parte es la historia autobiográfica de los
abuelos y su familia numerosa, la vida alocada y feliz de la infancia, aunque no exenta de tragedias. La
segunda parte es la historia de Lucile, madre casi adolescente con un trastorno
bipolar, y de la relación con sus hijas. Entrelazadas a estas historias aparece
el problema de cómo conseguir que el relato fiel a la realidad, para ello la autora utiliza distintos testimonios.
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