Noche de terror: "Me viene a la cabeza una situación que viví hace muchos años, cuando era muy joven. Estaba en el hospital acompañando a un familiar y entretenía las horas leyendo. El médico que pasó a ver al paciente era un hombre cordial y comunicativo. Se interesó por mi lectura y le enseñé la cubierta: era una antología de relatos de terror de grandes maestros. Poe, Lovecraft, Maupassant, Mary Shelley. El médico lo observó con interés y me hizo un comentario que entonces interpreté como condescendiente. «El auténtico terror está en la vida», me dijo. Cuánta razón tenía. Por si nos cabía alguna duda, el mundo y su espantosa deriva de los últimos tiempos se están encargando de demostrarlo".
Galán fantasma: "Entre todos los tipos humanos que he conocido a través de las escasas redes que frecuento sin demasiado empeño (el presumido, el ególatra, el destructivo, el políticamente incorrecto, el concienciado, el que rebosa amor a la humanidad, el que busca la aprobación de todos, todas y todes), me detendré hoy en uno al que, con permiso del gran Calderón de la Barca, denominaré «galán fantasma».
Desde aquel lejano día, mis perfiles en Facebook e Instagram han sido testigos de un desfile de personajes de similar carácter. Su condición de fantasmas consiste, en primer lugar, en su declarado carácter ilusorio: son bien parecidos, llevan ropa cara, habitan en puntos distantes del mundo. Son esforzados profesionales que lo mismo se fotografían ataviados con la bata médica, en compañía de un pequeño paciente que los mira con la gratitud de quien ha sido salvado de las garras de la muerte, que vestidos con viriles uniformes de camuflaje sobre un fondo desértico que nos habla de peligrosas misiones humanitarias. Tienen sonrisas que son el sueño de un odontólogo. Sacan pecho frente al objetivo y presumen de sienes plateadas. Son auténticos fantasmas, en el sentido completo de la palabra".
Un fantasma significa que una persona presume de lo que no tiene para impresionar a los demás. Yo tuve un amigo fantasma, caracterizado por ser además de presumido, ególatra, destructivo y nada empático, que se vendía envuelto en una piel de hombre concienciado. Hablaba muy alto y te soltaba una soflama sin venir a cuento. No le interesaba y olvidaba lo que tu decías. Yo no lo conocí en una red social, sino en un ambiente de trabajo. No me vendió la moto, ni me quiso sacar dinero, no fue un estafador del amor, sino de la amistad; simplemente me hizo culpable de sus frustraciones. Aunque lo veía venir, tardé tiempo en darme cuenta de su verdadera naturaleza. Una tarde de finales de octubre en una cafetería de Plaza de España, sin venir a cuento perdió el aplomo y me produjo un terror inexplicable. Más que un fantasma era un muermo* envuelto en papel de plata. Alguna vez se me aparece en sueños y me asusta mucho.
* Coloquialmente: Persona tediosa y aburrida.
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