Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurociencia, además de ser un gran histólogo, investigador y docente, mostró interés por la fotografía, la filosofía, la astronomía, el ajedrez y la hipnosis. Escribió obras científicas y biográficas muy relevantes así como los Cuentos de vacaciones (1905). Narraciones pseudocientíficas, cinco relatos con finalidad pedagógica en los que se mezclan conceptos científicos, ficción, algo de ironía y donde siempre están presentes el microscopio y la microbiología. Los relatos plantean dilemas sociales o morales de difícil solución motivados por avances de la ciencia o por una incorrecta educación científica de la población. El segundo de los cuentos es «El fabricante de honradez», narración dividida en ocho secuencias. Alejandro Mirahonda, doctor en Medicina y Filosofía, es un eminente hipnólogo que acude a Villabronca —nótese el valor simbólico de los nombres—, donde prepara una experiencia psicológica con un suero antipasional de su invención que modera las pasiones negativas de las personas; con su aplicación busca «la purificación ética de la raza humana y la conversión de los viciosos y criminales en personas probas, decentes y correctísimas» (p. 60). Se aplica la vacuna moral en Villabronca y, en efecto, el vicio huye, viviéndose en el pueblo una verdadera edad de oro. Pero con esa vida uniforme y aburrida, comienzan a surgir protestas, todos piden que se vuelva a la situación anterior y Mirahonda les aplica la contratoxina pasional, el licor del mal, que no es sino agua. Sin embargo, la contrasugestión surte su efecto y estallan las pasiones reprimidas durante todo un año. Ante la locura agresiva y amenazadora que se desata en Villabronca, el doctor huye, redactando una memoria del experimento en la que concluye: Todo hace creer que el dolor, la pobreza y la injusticia son leyes inexorables de la vida, íntimos resortes de la ascensión progresiva del espíritu a las cimas del ideal» (p. 87). Y poco después se explicita la moraleja: quizá en lo porvenir se consiga una convivencia pacífica y honrada de los ciudadanos sin presiones exteriores, pero mientras llega ese momento resulta necesaria la sugestión de la autoridad, la religión y la disciplina.
«El fabricante de honradez» también refleja otro de los temas que interesó a Cajal durante su estancia en Valencia: el estudio experimental del hipnotismo. Cajal fundó, junto a varios amigos, un Comité de investigaciones psicológicas, y recogió en su domicilio una amplia casuística de hipnosis tanto en personas sanas como enfermas. Sus éxitos se extendieron por toda la ciudad y, ante la elevada demanda, se vio obligado a cerrar su consulta. Cajal llegó a practicar la hipnosis a su propia esposa, Silveria Fañanás, durante los alumbramientos de sus dos últimos hijos atenuando los dolores del parto. Su resultados, al igual que los del experimento de Mirahonda, fueron publicados en una revista científica, La Gaceta Médica Catalana. Cajal se convertía así en pionero de la hipnoterapia. Otras ideas que se desprenden del relato son su interés por la inmunología (habla de toxinas, antitoxinas, sueros y vacunas para referirse a las inyecciones inocuas que disfrazaban su procedimiento de hipnosis) y su afán en cambiar la sociedad propio del regeneracionismo de la época.
Aquí puedes leer el relato
Susana Collado-Vázquez y Jesús María Carrillo, Cuentos de vacaciones. La literatura de ficción de Santiago Ramón y Cajal. Con una interesante introducción sobre el nacimiento de la ciencia-ficción.
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