domingo, 21 de febrero de 2021

Reyes David, Pregunta


El escritor Manuel Martínez-Forega ha escrito hoy en Facebook esta semblanza de mi ex-alumno David, de su compañera Reyes (a la que yo llamo Susan por su parecido con la actriz Susan Sarandon), y de su editorial Pregunta. No puedo sentir más orgullo y satisfacción.

David Francisco llegó a Zaragoza un mes de noviembre de 2008. Fue de Ángel Guinda alumno inquieto, inteligente, heterodoxo y aficionado a todas las artes en un instituto de Alcorcón, y acompañó a Ángel en ese viaje a propósito de la presentación de la edición
europea de “Toda la luz del mundo”. Vino más veces a Zaragoza, se enamoró de una chica muy hermosa y esta chica muy hermosa no le fue a la zaga: se enamoró también. En muy poco tiempo fundaron la editorial Pregunta Ediciones y la distribuidora Circular.

Reyes Guillén y David Francisco han hecho valer su agudeza lectora, su intuición y su trabajo al frente de esa editorial jovencísima que hasta hoy mismo ha entregado con estimulante acierto títulos de extraordinario valor y ha ido descubriendo literaturas y talentos a contracorriente de los tsunamis mediáticos guiados exclusivamente por sus gustos e inteligencias lectoras. Pregunta es una editorial absolutamente desprejuzgada, que lee los originales, los criba y, además, y contra lo que es habitual, los somete a exhaustivos contrastes ortográficos y de estilo, tal cual debe ser, entre otras, la labor ya marginal de un editor cabal.
Activa y omnipresente, Pregunta Ediciones es una de las editoriales aragonesas más dinámica y más osada y los lectores le estamos muy, pero que muy agradecidos.
Desde aquel 2008 conozco a David; desde entonces ha ido revelándose como uno de esos seres que ya no se dan (y menos con su edad): uno de esos seres que han hecho de la educación y del conocimiento una apuesta integral, contraria a cualquier especificidad monolítica del pensamiento. Todo un regalo humano haber conocido a David y poder compartir con él discursos y exámenes literarios.
Reyes circula entre mis amigas hace más tiempo, y lo hace con énfasis y autoridad. Mirar a Reyes y conversar con ella es disipar cualquier malestar, cualquier intranquilidad o incertidumbre; su amistad es un bálsamo, un spa, la panacea que un amigo busca en otro amigo. Es, además, una excelente poeta que no se prodiga y que debería hacerlo para bien de esos cien escogidos lectores de poesía que hay en este país.
Reyes, David: mi admiración, mi cariño, mis abrazos.

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