lunes, 11 de mayo de 2020

Stoner, John Williams


Stoner es una novela sencilla, sin alardes técnicos, emotiva, perfecta en su trazado y en sus palabras. Es un libro al que cualquier público se puede acercar, pero que, como las grandes obras, satisface a los amantes de la lectura y a los filólogos. Su ritmo es como una música melancólica cuya cadencia resuena en nuestros oídos después de haberla leído. Es literatura en estado puro. Es vida. Es muerte.

Stoner — considerada una especie de novela de culto—,  narra la vida de John Stoner, un hijo de campesinos que en 1910 entra a la universidad de Misuri a estudiar agricultura pero que al poco tiempo cambia de rumbo cuando descubre su gusto por la literatura y su vocación como profesor universitario. Una novela un tanto triste sobre un idealista que aspira a triunfar en el amor y en su trabajo, pero que –sin poder evitarlo- ve cómo su matrimonio y su ascendente carrera como profesor se precipitan al despeñadero. “Al cabo de un mes él supo que su matrimonio era un fracaso; al cabo de un año abandonó toda esperanza de que fuera a mejorar. Aprendió a callarse y dejó de imponerle su amor”, se lee en la primera parte de la novela. El mismo sentimiento de decepción va a estar presente en la relación de Stoner con los otros profesores y sus alumnos, aunque el autor siempre negó el carácter triste del protagonista. “Creo que es un verdadero héroe”, dijo John Williams en una entrevista: “Mucha gente que ha leído la novela piensa que Stoner tuvo una vida triste y mala. Yo creo que tuvo una muy buena vida. Él estaba haciendo lo que quería".
Me he emocionado con la vida de este profesor, que tanto tiene que ver con su propio autor,  y con las dificultades que tuvo que vivir y afrontar que no eran obstáculos inquebrantables o sucesos extraordinarios, sino el mismo paso del tiempo y el peso de la vida que a veces puede resultar insoportable. 

1 comentario:

Guillermo Cabañas dijo...

Un libro y un personaje para recordar.
Me ha tenido engañado durante sus primeros capítulos. El relato y la forma de narrar no me enganchaban y casi abandono su lectura. Casi sin diálogos, ni pensamientos de los actores, ni explicaciones sobre los deseos y preocupaciones, y sin ningún acontecimiento llamativo.

Pero poco a poco la forma de narrar va cambiando y los personajes dejan de ser grises y se van encarnando. Y el principal protagonista se nos vuelve entrañable. Y ya no puedes dejar de leer... y la novela se te acaba demasiado pronto.

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