Extraña
escultura, ¿un monumento al perfecto equilibrio? La vi al fondo de la piscina y
me llamó poderosamente la atención, se daba de bofetones con el mobiliario
restante. No supe distinguir lo que era hasta que me acerqué: una antigua
carretilla de hierro sin ruedas encima de unos ladrillos y sobre ella una
rejilla. Vi en su interior restos de brasas. Ya no me cabía duda, era una
barbacoa rudimentaria e improvisada para cocinar sabrosos pinchos de carne. El ingeniero
había utilizado todo lo que tenía a mano para realizarla. Estaba a la altura
perfecta para cocinar sin deslomarse. Sólida y fuerte, seguro que había servido para alegrar el paladar de los bañistas. Todo un monolito dedicado a la agudeza y
arte de ingenio, pero indudablemente una tumba para la estética.
jueves, 12 de septiembre de 2019
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