domingo, 5 de mayo de 2019

A propósito de los viajes en grupo


Hay dos tipos de turistas que son tan respetables como irreconciliables: los que se compraron un I-phone y los que utilizan un teléfono Android; los que les gusta viajar en manada y los solitarios que demandan silencio y tiempo libre; los amantes de los selfies y los que odian las fotografías, sobre todo las de grupo; los que viajan con una maleta grande y los que lo hacen con una pequeña; los que disfrutan en los museos y los que prefieren sentarse en un café a ver la vida pasar; los compradores compulsivos y los inmunes a la tentación de las compras que casi siempre son baratijas; los que se cuelan en el buffet y los que respetan la fila; los que corren para llegar antes a las paradas técnicas que incluyen cuarto de baño y los que mantienen su paso; los que sienten "horror vacui" si tienen un minuto libre y los que darían su vida por un descanso después de comer; los que se las agencian siempre para coger los mejores puestos en el autobús utilizando las manidas triquiñuelas de poner un bolso con antelación y los que creen que todos tienen que rotar de una manera justa; los que siempre están dispuestos a dar abrazos en las despedidas y los que se esfumarían antes que abrazar indiscriminadamente; los que aprovechan para contar su vida y los que piensan que todas las vidas no son interesantes. Ni que decir tiene que yo pertenezco al segundo grupo. En la carrera por la supervivencia siempre llego la última porque todo el mundo me adelanta.

1 comentario:

Guillermo Cabañas dijo...

No te hagas tanto la víctima, que también tu has sobrevivido a todas las peripecias esas que cuentas.
Y tienes razón en que el verdadero viajero no puede ir con prisas. Lo que más me gusta también es ver pasar la vida desde la terraza de un café.

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