Míralo, míralo, míralo, ahí está de vuelta el urinario de las
Salesas Nuevas de la calle San Bernardo. Ha cambiado de color, ahora es entre
lila y morado, y ha perdido el cartel del horario exclusivo para los fines de
semana. Estas cabinas portátiles no disponen de un método de autolimpieza, despiden mal olor, son de dudoso gusto, estropean el entorno y, para hacer juego con las paredes del barrio, enseguida se
llenan de pintadas No entiendo su utilidad porque todavía no he
visto a nadie usarlos a pesar de ser gratuitos. Solo faltaba que mi paisano lo decorara con zapatos
viejos. ¡Qué poco dura la alegría! Con lo
contenta que me puse cuando desapareció.
P.D.: A principios de septiembre volvieron a desaparecer los urinarios
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